Los que quieren elegir presidentes “transitorios”

Para el caso que el peronismo pudiera mantener el gobierno nacional a partir de las próximas elecciones, las propias autoridades actuales de dicho partido prefieren socavar la autoridad presidencial aduciendo que el nuevo primer mandatario debe ser apenas

Los que quieren elegir presidentes “transitorios”

Entre los aspectos positivos por los que será recordada la larga década kirchnerista está el haber recompuesto la autoridad presidencial en momentos en que la anarquía avanzaba sobre las instituciones de la República. Se podrán discutir los excesos cometidos luego, cuando la reconstrucción de la autoridad fue cayendo de a poco en el autoritarismo, borrando con el codo lo que se escribió con la mano al atacar la división de poderes o la libertad de prensa. Pero eso no quita que al principio el kirchnerismo haya hecho lo correcto.

Precisamente debido a ello es tan criticable que, en su ocaso, dicho movimiento político quiera hacer lo contrario con el sucesor elegido por el propio peronismo bajo el mandato de Cristina Fernández de Kirchner. Así como en su momento Néstor Kirchner tuvo, de hecho, casi la suma del poder público otorgado por una sociedad aterrada frente a la disgregación, ahora que ese peligro ha desaparecido en parte, lo que se propone a Daniel Scioli -en caso de resultar electo presidente- es que sea un mero títere, un mero testaferro, un mero delegado de los que se van. O sea, sus propios partidarios desean que su mandato nazca bajo el signo de la debilidad del poder, precisamente en un país donde el peligro del resurgir de la anarquía siempre está a un paso de acontecer.

Ya vivimos una experiencia similar aunque por otras razones cuando, imposibilitado de postular al General Perón como presidente, el peronismo designó en 1973 a Héctor Cámpora como sustituto bajo la consigna de “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, con las secuelas por todos conocidas. Así, a menos de dos meses de asumir Cámpora, éste debió renunciar por presión de Perón y desde allí los enfrentamientos entre peronistas impidieron la gobernabilidad en el país hasta caer nuevamente en las manos dictatoriales. Por eso no se debería jugar con fuego como si nada hubiera pasado en nuestras duras experiencias históricas.

El peronismo tiene todo el derecho de elegir sus jefes, que pueden o no coincidir con los eventuales presidentes de ese signo, pero lo que no debería es debilitar el tejido institucional de la nación debido a sus pugnas internas, ya que ellas inevitablemente se trasladan a todo el contexto político y afectan a la comunidad entera.

Las declaraciones de Estela de Carlotto acerca de que Scioli debería ser un presidente de transición, o transitorio, a la espera del retorno de Cristina de Kirchner luego de finalizado su impedimento constitucional, avanza con todo furor en ese negativo camino de debilitar no sólo a la persona sino a la institución en nombre de un vergonzoso nepotismo donde se identifica a un partido y a un gobierno con una persona o una familia, convirtiendo a la república en una ficción o, lo que es lo mismo, en una monarquía de hecho.

Que el propio Daniel Scioli, que se caracteriza por no reaccionar frente a ninguna agresión hecha por los suyos propios (que se pueden contar en multitud) esta vez haya tenido que salir para afirmar que él no será ningún presidente de transición, es una muestra más de lo mucho que debe haberlo afectado tal expresión, la cual, por cierto, no es sólo pensamiento de la señora de Carlotto sino de una gran parte de las principales autoridades del gobierno. Scioli admite con sus declaraciones la gravedad de esta posición que quiere socavar desde el principio su autoridad para evitar que pueda cobrar cierta autonomía -imprescindible por cierto si llegara a ser elegido- de la presidenta saliente.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA