Los que pisan el fuego - Por Javier Hernández

Devotos de San Juan Bautista dedican la noche del 24 de junio a caminar sobre el fuego para pedir protección.

Los que pisan el fuego - Por Javier  Hernández
Los que pisan el fuego - Por Javier Hernández

Caminar por el fuego es una cuestión de fe y por eso mismo, cuando se ha decidido dar el primer paso sobre las brasas, ya no se puede dudar sin terminar quemado. Eso es lo que creen los devotos del santo.

Cuentan, además, que hay que hacerlo un 24 de junio, que en otro momento del año no hay seguridad de nada y que durante esa noche, que es la de San Juan Bautista, también se enseña y se aprende a aliviar el dolor de las quemaduras sin medicamentos, solo con palabras.

A Eduardo lo conocí hace unos años, precisamente a mitad de una noche de San Juan, mientras calentaba las manos junto a un fogón, al sur de Rivadavia. El hombre orillaba los 70 y sabía cómo andar descalzo por las brasas: "Aprendí de niño, me enseñó mi papá que antes lo supo del suyo. Es una vieja tradición familiar que alguien trajo de Italia y la verdad es que no sé quién la comenzó, pero el papá de mi abuelo ya lo hacía, así es que calcule usted".

El hombre se acomoda una boina que lo cubre de la helada y vuelve a acercar las manos a la fogata, una de las tres en las que se calienta la gente en el descampado. Habrá un centenar de personas, familias enteras y también mujeres tomadas del brazo, hay niños y ancianos y también hombres solos. Todos han llegado por lo mismo, para ver a los que caminan sobre el fuego.

"En otras épocas, mi padre carneaba para esta fecha e invitaba con un asado a todo el que venía. Ahora no se puede, pero si quiere hay algunas empanadas para el hambre y también bebidas y café", convida Eduardo, mientras observa a unos pibes amontonar ramas y sarmientos. Pasará otra hora antes de que esa pira arda y se convierta en sendero de brasas.

"Mire, no es cuestión de valentía sino de fe y tiene que ser esta noche. Si usted me pide que pase por las brasas un 3 de abril, por poner una fecha cualquiera, no lo hago", explica Roberto, que es hermano de Eduardo y que también caminará por el fuego dentro de un rato, para honrar el natalicio de Juan el Bautista. Ése es el motivo de este encuentro.

Sobre un pequeño escenario con techo de lona, algunos números artísticos ayudan a pasar el rato. Suben dos parejitas de bailarines de los talleres municipales y dibujan unas chacareras; al rato pasan otros chicos que son del pueblo y también bailan; después se presenta uno que cuenta chistes y también algunos versos de su producción; y más tarde una niña hace danzas árabes. La gente junto a los fogones siempre aplaude.

Por fin, los hermanos Eduardo y Roberto dan fuego a los sarmientos y a medida que las llamas forman brasas, los hombres las separan en un grueso sendero rojo de algo más de cuatro metros. "Con lo único que hay que tener cuidado es con no dejar ramitas que se claven en los pies", advierte Roberto.

Eduardo es el primero en descalzarse, se para frente a las brasas y dice: "Gracias por venir a nuestra fiesta. Primero va a pasar la familia y después todo el que quiera y tengan fe. Pido por los presentes, por la futura cosecha de los productores y por la salud de mi mujer que dentro de poco la operan de la vista". Y Después de persignarse comienza a caminar con paso firme sobre las brasas. Y atrás va su hermano Roberto y una hermana y después, más de 30 personas, muchos de ellos son apenas niños. Nadie da muestras de dolor.

"No quema. Se siente calor pero no quema", cuenta Leila que tiene 12: "Ésta es la segunda vez que paso; el año pasado le pedí a San Juan tres deseos y se me cumplieron dos, faltó que mi papá deje de fumar. Espero que ahora se dé", cierra la niña.

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