"Hola ¿qué tal? Me llamo Florencia y no voy a ser madre", cuenta que fue el primer intercambio que tuvo con su pareja cuando lo conoció. Tiene 31 años y para ella en este punto hay que ser claro: no tenía pensado tener hijos, como muchas otras personas que no ven allí su destino.
La decisión estaba tomada desde hace tiempo; en marzo y en plena "edad reproductiva" se realizó una ligadura tubaria para evitar el embarazo de manera definitiva. "Siempre supe que no quería tener, no estaba interesada y con los años lo confirmé, decidí priorizar mis metas, crecer laboralmente, viajar, entiendo que tener hijos va a interponerse con esos planes", comenta.
"Por otra parte –agrega– nunca me sentí con ganas ni con la capacidad para criar a otra persona, ya mi vida es suficiente con qué lidiar".
En una sociedad con mandatos y estereotipos muy marcados sobre roles masculinos y femeninos, la maternidad y paternidad para muchos son algo natural, un destino casi ineludible para las mujeres y algo por lo cual ellas "se realizan". Pero para otros, se trata de una construcción cultural y así, entra en juego la decisión personal.
A Leandro (44) le pasó algo similar: nunca sintió que quisiera tener hijos y a los 41 años decidió hacerse la vasectomía. "En un principio buscaba excusas, como que aún estaba estudiando (es diseñador), cuestiones económicas, o cosas anexas como un compromiso ambiental: dejar de tener hijos era la mejor manera de no contaminar; pero en un momento me di cuenta de que nunca había experimentado el deseo de ser padre. Fue entonces que decidí hacerme cargo de eso y optar por la vasectomía", relata.
Recuerda que no fue fácil, ya que pasó por un cuestionario del médico e incluso le 'regalaron' un mes de plazo –que dice no necesitaba– para que lo pensara bien. "No fue sencillo porque la medicina en Argentina es pro-maternidad y paternidad y no te la hacen fácil y eso que yo soy varón: imaginate lo difícil que es para una mujer que quiera hacerse una ligadura sin hijos".
Posiciones
Lo cambios sociales que se han afianzado los últimos años han roto estereotipos instalados culturalmente y dado más libertad para elegir.
"Hasta hace unos años la maternidad era una presión social, la gente tenía que tratar de conseguir pareja por lo menos antes de los 30 años y poder tener hijos", explica Germán Gregorio, psicólogo y sexólogo: "Actualmente la maternidad y paternidad están cada vez más relacionadas con una elección y un proyecto de vida (aún estando en pareja). Hay personas que las encaran y se hacen cargo de las renuncias y responsabilidades que esto implica y otras que se deciden por otros proyectos diferentes que son igualmente válidos".
Paula (36) es docente, está en pareja con Adriano (43) y explica su posición: "Con él coincidimos en las razones por las que hemos decidido no tener hijos, aunque ya hacía varios años había decidido no tenerlos por razones éticas y filosóficas, no sólo por el impacto en el planteo sino porque además el existir implica sufrimiento y no sólo cosas positivas, esa idea se reforzó con el veganismo cuando entendí el impacto que tenemos sobre los animales y el planeta".
En el mismo sentido Adriano agrega: "Para nosotros el antinatalismo va de la mano con el veganismo, este tiene que ver con defender a los inocentes, por compasión, por el hambre mundial, la biodiversidad y en ese 'por todos' entra el no tener hijos". Considera que no es una decisión, sino una posición ética y política de un movimiento moral.
Individual
Desde el punto de vista de Gregorio, es más sano y productivo que tanto la maternidad como la paternidad se elijan porque al hacerlo, ese rol se toma con mayor responsabilidad y compromiso, si esto no es una elección y es algo impuesto socialmente en muchos casos no se ejerce de la mejor forma.
"Viene a romper este mito armado de que estamos en el mundo nada más que para reproducirnos y la verdad es que estamos para muchas otras cosas, hablamos de ser más auténticos en temas como identidades, orientaciones sexuales y en general", señala y destaca que el proyecto de vida es algo individual y en el marco de la pareja se debe negociar en función del de cada uno.
Florencia lo entiende así y por eso cree que lo mejor es ser claro desde el principio. Su pareja, que tuvo un hijo cuando tenía 19 años, tampoco quería más hijos. Considera que gracias a su franqueza no ha tenido conflictos.
"Entendí que ser mujer no es sinónimo de madre y que no es una obligación, muchas sienten que están fallando como mujeres si no cumplen las expectativas que se tiene de ellas", advierte.
Paulina (32) y su pareja desde hace 7 años coinciden y los hijos no están entre sus planes. "Nos dimos cuenta de que ninguno de los dos quería tener ese tipo de responsabilidad", explica: "Yo siempre pensé en otras cosas para mi futuro, como viajes, estudios y otros proyectos pero los hijos rara vez aparecían", reconoce. Desde su punto de vista, además, los hijos quitan tiempo y dinero.
Egoísmo
Con la carga de los mandatos a cuestas, es habitual que las personas de determinada edad y las parejas que no tienen hijos tengan que dar explicaciones. En ese marco, atribuirles una actitud egoísta por no querer dar vida es bastante común. Sin embargo, para ellos se trata de todo lo contrario.
Leandro cuenta que suele haber sorpresa porque tiene 44 años y no tiene hijos y es entonces que sobrevienen las preguntas, que asegura son mucho más intensas para las mujeres.
"Me parece que es todo lo contrario al egoísmo: traer un ser a la vida porque uno lo desea es justamente una actitud egoísta, está naturalizado y es lo que se espera porque es el mandato social, pero no creo estar siendo egoísta por no traer a alguien a este mundo en el que no puedo garantizarle nada, ni desde lo emocional ni en lo económico", afirma.
Para Florencia no hay egoísmo en decidir qué hacer con la propia vida mientras que a Paula le perece egoísta traer a alguien a la vida por una cuestión de realización personal. "Es una especie de imposición social, son razones que no encuentro de peso para traer a alguien al mundo en particular con la violencia que hay e imponerle lidiar con eso".
Programa Mujeres Libres de la UNCuyo
"Esta propuesta de maternidad no es atractiva", sentencia Jennifer Gil, coordinadora del programa Mujeres Libres de la Universidad Nacional de Cuyo. Ella tiene 28 años y no quiere tener hijos.
Destaca que desde la década del 60 las mujeres feministas han tenido la concepción de control de su cuerpo y desde los 90 hay política pública en términos de derechos de la personas para decidir de manera libre si quieren hijos y cuántos.
“A veces nuestro deseo no está en eso sino en la profesión, viajar, vivir otro tipo de experiencias que hacen que el proyecto de maternidad, que tiene que ver con afrontar solas las tareas de cuidado, interfiera”, destaca. Desde su punto de vista esto interpela también al género masculino y al Estado en cuanto a qué políticas genera al respecto.
"Si las tareas fueran compartidas en alimentación, cuidado, ocio, quizás sería otra la forma de transitarlo y de vivirlo", subraya.