Ciertos sectores del peronismo no kirchnerista parecen estar jugando con fuego por su interés en tratar de que los votantes que siguen a Cristina Fernández de Kirchner puedan ser trasladados a algunos de sus candidatos. Eso en la eventualidad de que la ex presidenta no se presente a la convocatoria electoral, más preocupada quizá por sus causas penales que por su destino político.
En nombre de esa especulación muy mezquina es que están tratando de quedar bien con la señora de Kirchner, incluso proponiendo alianzas que hasta hace muy poco tiempo atrás parecían inimaginables según las propias afirmaciones de los que están cambiando de idea. Sin embargo, esas variaciones son decisiones políticamente tan válidas como cualquier otra; pero lo preocupante es que detrás de ellas parece esconderse la intención implícita de cambiar votos por una especie de indulto para los que los kirchneristas llaman presos políticos, que en realidad son exactamente lo inverso: son políticos presos, porque no están en la cárcel por sus ideas políticas sino por sus delitos comunes cometidos desde el poder. Y entre ellos, claro está, se incluye la posibilidad de que alguna vez Cristina Kirchner pueda revestir similar posición.
Sin esta sospecha de que se busca o se propone impunidad como moneda de cambio, es muy difícil entender por qué todos los sectores del peronismo se unieron en la Bicameral correspondiente para rechazar al unísono el DNU con el cual el presidente Macri dispuso la extinción de dominio para los bienes de los responsables de hechos de corrupción. Más aún cuando el Poder Ejecutivo planteó el DNU porque la ley correspondiente hace más de tres años que está frenada en el Senado Nacional por la oposición peronista. Y además es el propio Cambiemos quien sugiere discutir una ley para reemplazar al DNU, pero mientras tanto tiene una herramienta para que se devuelva el dinero de la corrupción que se rescate ya. A todo eso precisamente se opusieron desde la Bicameral.
Luego, por estos días, apareció el dirigente kirchnerista Luis D’Elía a lanzar otros de sus exabruptos, los cuales a pesar del sensacionalismo con que se producen, siempre reflejan algo de lo que se piensa entre los dirigentes del sector al cual pertenece.
El político piquetero dijo que en la eventualidad de un triunfo peronista lo primero que se haría es ir contra los jueces y fiscales que están encarcelando kirchneristas. Lo cual, en términos concretos, significaría, por ejemplo, que desde el Consejo de la Magistratura se buscaría sustituir a los jueces que hoy están llevando los juicios contra la corrupción por otros más dóciles al poder de turno, lo cual, por otra parte, no es ninguna novedad en el país.
Vale decir, políticamente son muchas las señales que indican que frente a la creciente, y al parecer imparable, avalancha de pruebas en todo lo relacionado con delitos de corrupción cometidos por políticos, se estaría buscando crear las condiciones en un eventual gobierno de otro signo para que éstos sean liberados o no encarcelados, avasallando las instituciones del Poder Judicial.
Al menos, algunos parecen querer dar esa señal que en caso de que alguna vez pudiera efectivizarse, haría retroceder una enormidad de casilleros a las ya de por sí golpeadas instituciones de la Nación. No obstante, más allá de las delirantes pretensiones de impunidad que algunos evidentemente sustentan, ya se ha avanzado demasiado para poder dar marcha atrás.
