Aunque no viven en edificios escolares, los pizarrones, tizas y mesas son parte de su cotidianidad. Es que cuando llega el momento convierten los comedores y las salas de sus casas en aulas por las que transitan decenas de chicos. Son los profesores de apoyo que ayudan a los estudiantes mendocinos a seguir adelante con su trayectoria escolar y, en muchos casos, a no repetir el año.
Suelen ser docentes, profesionales o estudiantes de alguna carrera relacionada con lo que dictan. Los más buscados son los de matemática, lengua e inglés, las materias que más se llevan los chicos, según la Dirección General de Escuelas (DGE). Por hora cobran desde $140 y sus clases de adecúan a las necesidades de los alumnos.
"Nosotros tenemos una temporada alta que va de octubre a marzo, cuando todo el mundo va de vacaciones nosotros trabajamos", contó con simpatía Alicia Valdivia, ingeniera química, quien dicta clases de matemática, física, química, contabilidad, entre otras materias relacionadas. "Tenemos dos grandes grupos: los que van a rendir a la facultad y los del secundario", diferenció. Con respecto a estos últimos contó que aquellos que están "jugados con la repitencia" llegan unos 15 días o más antes del examen, mientras que los que adeudan una o dos materias, no buscan sus servicios antes de los 10 días previos. Según lo que ha observado, en general los adolescentes no empiezan a estudiar hasta que los padres los presionan o cuando el grupo de amigos comienza a acercarse a los libros. Para dar una materia allí estipulan un promedio de entre 10 y 11 horas. "Tenemos un sistema de guías y dividimos los ítems en horas. Nos toma todo unas ocho horas y otras dos o tres para los repasos globales", detalló.
Micaela Ferreyra es profesora de Lengua y Literatura y desde que era estudiante prepara alumnos del secundario. "La semana pasada empecé a recibir mensajes para los que se quieren empezar a preparar para febrero", contó la joven. Para ella es fundamental acordar con el padre o madre del joven un tiempo prudencial para aprender los conceptos. "Lo primero que les digo es que me los manden varias veces a la semana, porque con dos o tres días antes no llegamos", aclaró. Así, ella calcula que con un mes y medio de antelación pueden ser suficientes dos clases de dos horas por semana, pero si es un mes o menos tienen que ser tres. "Me gusta ir de a poco. Por clase les voy explicando cada tema y les voy tomando una prueba al terminar cada uno", detalló.
Con respecto a las razones por las cuales los chicos han fracasado en esa asignatura, considera que, en la mayoría de los casos, se confiaron demasiado. "A Lengua la ven como una materia fácil, piensan que es leer un libro y listo. Pero después no la pueden aprobar", explicó. También remarcó que hay muchos a los que no les gusta y por eso no le prestan atención. Hasta sus clases llegan dos tipos de chicos: aquellos que van obligados por sus padres y que sólo asisten para cumplir el mandato y los que realmente se preocupan por aprender. "En ambos casos yo les digo a los padres que estudien en la casa y me doy cuenta enseguida si lo hicieron o no", aseguró. Si bien la profesora da apoyo durante todo el año, tiene dos épocas fuertes de trabajo: entre octubre y noviembre y entre enero y febrero. "El año pasado durante ese último mes llegué a tener ocho alumnos por día, es decir ocho horas seguidas dando clases", recordó.
Con sus conocimientos adquiridos como estudiante de enología, Javier brinda apoyo escolar en matemática. "Esta es la época fuerte porque vienen los alumnos que quieren sacar las materias de este año y, muchas veces, las que les quedaron de otros años", contó. Narró además que muchos llegan hasta allí considerando que pueden aprender todo lo necesario en "tres clases". De todas formas él primero consulta sobre el nivel que tienen los alumnos y a partir de allí determina la cantidad de lecciones necesarias. "Hay chicos que mal que mal tienen una base, pero hay otros con los que tenés arrancar desde cero", distinguió, a la vez que detalló que su modalidad es explicar los temas y darles gran cantidad de ejercicios para que practiquen.
Este profesor ha observado que a sus alumnos les ha ido mal en matemática por distintos motivos: “Hay veces que son tímidos y por no quedar mal en el curso no hacen preguntas que tal vez les solucionarían los problemas. Hay otros a los que les cuesta, y un tercer grupo a los que no les gusta y se han pasado todo el año con el celular, sin atender a los profesores”, enumeró.
Susana Ozán dicta clases de inglés desde hace 11 años. Ella estudió Hotelería y Turismo y además maneja el idioma desde los 9 años. "Yo he notado que, como muchos tienen clases de apoyo en el colegio, no vienen tan seguido a las clases particulares", contó. Para captar la atención de sus alumnos, ella trata de utilizar un método diferente al que suelen tener las escuelas. "Primero conozco al alumno para saber qué clase de música le gusta y de acuerdo a la edad trato de llamar su atención", detalló. Además ella enseña "palabra por palabra" para luego armar una oración. "Mezclo elementos de la vieja escuela con algunos métodos más modernos para poder estar a tono", aseguró, y contó que hasta recibe consultas y manda tareas por WhatsApp.
Una vez que recibe a los estudiantes les toma una prueba multiple choice para ver hasta dónde entienden. "Además les pido que me digan las dudas y lo que no entienden se los explico una y otra vez" , remarcó. Para ella, el principal obstáculo para el aprendizaje del inglés durante el año es la distracción. "En el aula están con el telefonito mientras la maestra da la clase. Les pueden llamar la atención alguna vez, pero si no les hacen caso directamente se pierden todo", señaló.
De hecho relató que cuando está con los chicos frente a frente y revén los temas a ellos les terminan pareciendo fáciles. “Muchos incluso se preguntan por qué se la llevaron si no había tanta dificultad”, aseguró.
Lucha contra el termómetro
Como el "fuerte" del trabajo de los profesores de apoyo es durante la temporada veraniega, tienen que apelar a ciertas estrategias para paliar las altas temperaturas de esos meses en Mendoza. Micaela Ferreyra, profesora de Lengua y Literatura, contó que muchos padres le piden que las clases sean a la mañana temprano o a la tardecita, preferentemente después de las 19. Asimismo reconoció que es una época en la que es más difícil captar la atención de los chicos, pero que lo logran con mucho esfuerzo.
Martín Luna, quien da clases de Geografía para chicos de entre 15 y 17 años, ha reacondicionado su estudio para que en el interior no haga tanto calor. "Para empezar da al sur y tiene ventanas de los dos lados, para que haya corriente de aire", precisó. De todas formas en las horas pico de calor, generalmente a la siesta, tiene que encender el aire acondicionado. "De esa manera no sufrimos tanto y si salimos al patio nos mojamos con rociadores", aseguró.