Mendoza es una de las provincias más afectadas por los aumentos energéticos en el sector agrícola. Junto con La Rioja son las provincias que poseen mayor cantidad de pozos. Según el Ente Provincial Regulador Eléctrico (EPRE), hay cerca de 8.100 usuarios en el segmento de Riego Agrícola. Si bien el porcentaje mayor de regantes utiliza riego superficial, hay una proporción no menor que tiene su origen en aguas subterráneas, con lo cual es necesaria la utilización de bombas eléctricas para conseguir el recurso hídrico.
Es por esto que el aumento tarifario impactó en la composición de costos de los productores. De representar el 3% del total de la estructura de gastos operativos, con los aumentos de tarifas este ítem se eleva al 11%. Esto se desprende de un análisis elaborado por Acovi, con datos además del IDR, el cual calcula los costos en energía eléctrica que debe hacer frente un productor antes y después del alza en las tarifas, en un modelo de 20 hectáreas de uva fina con riego presurizado.
Los resultados arrojan que antes de los aumentos una hectárea consumía $ 1.503 en concepto de energía eléctrica para riego, mientras que después de la suba, el costo por ha pasa a ser $ 4.746, es decir $ 3.243 adicionales. Lo que representa un incremento de 215% por ha.
Según datos del ex Ministerio de Agroindustria de la provincia, hay alrededor de 318.000 ha cultivadas en la provincia (2014). Si estos resultados se promedian para toda la vitivinicultura, atendiendo a que el 15% de estas tierras utiliza sistemas de riego (es decir unas 47.000 ha) y que de ese porcentaje el 90% corresponde a productores vitícolas, estimativamente 42.000 ha estarían atravesando esta suba de costos. “Por lo que se podría inferir que estas medidas le costarían al sector alrededor de 130 millones de pesos”, destaca el informe elaborado por Acovi.
Además el informe menciona el incremento de facturas de los productores dependiendo de la potencia y la franja horaria del consumo. En este sentido, señala que el aumento ha sido en promedio de 215% para los casos de uso de potencia de hasta 300 kw -Tarifa Riego Agrícola Baja Tensión (TRA BT)-, tanto en los casos de baja o media tensión y en ambas franjas horarias (alta y baja).
Mientras que para usuarios cuya potencia contratada supere los 300 kw, el aumento se ha sentido aún más, ya que el incremento en las tarifas ronda, para ambas franjas horarias y tanto para baja como media tensión, el 530%.
Sebastián Lafalla, tesorero de la Asociación de Viñateros de Mendoza, en su caso en particular, en una de las fincas que tiene, de 50 hectáreas con riego de pozo y por goteo, de pagar una factura de electricidad de 4.000 pesos pasó a 15.000 pesos, lo que deja un aumento del 275%.
“Las economías regionales, principalmente los productores primarios, vienen vapuleadas. Somos el único eslabón de la cadena que no podemos trasladar el incremento. El precio de la uva es sólo una cuestión de oferta y demanda. No así la bodega o proveedores de insumos, que pueden trasladar este aumento de costo a su producto final”, señaló Lafalla.
Con respecto a las tratativas con el Ejecutivo Nacional, el directivo de Asociación dijo que no cree que se den este año, "ya que las respuestas por parte del Gobierno provincial no han sido muy alentadoras, a pesar de que lo están gestionando y consideran que el año que viene llegará la ayuda".
No obstante, el representante gremial indicó que esperan que llegue ayuda antes de setiembre, ya que entre ese mes y febrero es la época de mayor demanda de energía.
Horacio Meli, presidente de la Cámara de Tupungato, coincidió con su colega en que el aumento de la energía eléctrica ha impactado sensiblemente en los productores primarios con menos de 20 hectáreas, complicando aún más la realidad crítica por la que atraviesa la producción primaria vitivinícola.
El ingeniero Christian Tsallis, de A&T, que administra más de 100 hectáreas en Mendoza, comentó que gracias a El Niño y las condiciones climáticas de contundentes lluvias, este año tuvieron una demanda energética menor al año pasado.
“Nosotros regamos la mitad que en un año normal. Por ejemplo, en algunos viñedos que usábamos 600 milímetros de agua, el año pasado llegamos a utilizar cerca de 1.200 mm. Es por esto que, teniendo en cuenta que es un año atípico, el aumento de la energía en riego para nosotros fue del 500%.
Pero si lo fuéramos a comparar con un año estándar, el incremento hubiera sido del 700%”, explicó. Al tiempo que estimó que el costo de energía para el mantenimiento de un viñedo pasó de ser el 3% al 15%.
De este modo es que el ingeniero mencionó que para poder absorber todos estos aumentos es importante tener un sistema de riego eficiente. Esto quiere decir, un sistema de bombeo moderno y riego presurizado en los viñedos. Tsallis explicó que aquellas fincas que tienen pozo y riegan por superficie tienen una eficiencia del agua del 30%, por ende el 70% restante se pierde. Mientras que el riego por goteo tiene una eficiencia del 95%.
Asimismo, en el caso de las bombas especificó que hay fincas -sobre todo las de la zona Este- que aún tienen bombas de eje en los pozos. Éstas últimas tienen una eficiencia menor al 50% que una electrobomba. Lo que quiere decir que se consigue la mitad de agua con el mismo gasto energético.
Pero además, no solo los pequeños productores han sido afectados por este incremento, sino también la nueva vitivinicultura, de viñedos premium, y de aquellos que se acercaron a la montaña, que tienen que hacer un uso de bombas mucho más fuerte, ya que en estos casos se han hecho pozos de más de 250 metros.
Al igual que Tsallis, el presidente de Acovi, Eduardo Sancho, señaló que hay que dar un paso en la modernización de riego. Sin embargo, dijo que hay planteos sobre la demanda -productor y eficiencia en sus sistemas de riego y bombeo- pero también hay que hacerlos por parte de la oferta. El departamento de Irrigación debería invertir en reservorios y dejar de lado el riego por turno y que llegue a las fincas a través de hijuelas canalizadas e impermeabilizadas.
Es que para Sancho, al tener esos reservorios en la cabecera, los productores podrían regar cuando las plantas lo necesiten y no se desperdiciaría agua como sucede ahora. Luego, “el segundo paso sería colocar riego por goteo en las propiedades”, para lo cual, según Sancho, los productores deberían acceder a un crédito ya que implicaría un gasto muy alto. Según Tsallis, el costo por hectárea es de U$S 3.500.
Finalmente, fuentes del Gobierno mencionaron que están detrás de este tema y la próxima semana el subsecretario de Agricultura y Ganadería, Alfredo Aciar, viajará a Buenos Aires para presentar los datos aportados por el EPRE e intentar ver de qué forma pueden avanzar con un subsidio o tarifa diferencial a través de la factura, como sucede con las electrointensivas. Más allá de esto, Los Andes intentó comunicarse con el subsecretario y el ministro de Economía, Infraestructura y Energía, Enrique Vaquié, pero ninguno de ellos estuvo disponible para aclarar el tema.
Pérdida de subsidio provincial
Otro problema que destacan en el estudio de Acovi es cómo impacta el subsidio provincial sobre la factura, siendo en algunos casos insignificante. Estimaron desde el informe que un productor tipo que tiene un consumo de TRA BT pasó de pagar $ 751 antes de los incrementos, es decir en noviembre de 2015, a $ 2.313 en marzo de 2016.
En la composición tarifaria, el importe que percibe por ser usuario de riego agrícola y gozar del subsidio, se redujo más de un 50%: en noviembre de 2015 percibía un subsidio de $ 250 aproximadamente por su consumo, mientras que luego de los aumentos tarifarios, el mismo se reduce a $ 102. “Esta situación se da, como se expresó, en un caso ejemplificativo de usuario medio.
En otros casos en períodos de pico de demanda directamente se deja de percibir el subsidio y se pasa a pagar dentro del fondo compensador. Así sucede si se analiza un uso de potencia mayor. Para este caso, la factura se incrementa casi un 500%: de pagar $ 16.100 antes de los incrementos (noviembre 2015), pasó a pagar en marzo $ 96.222, es decir casi seis veces más.
Mientras que en la composición tarifaria, este usuario dejó de ser un beneficiario del subsidio de riego agrícola y pasó a aportar como sujeto compensador, es decir, que en noviembre pasado percibía un subsidio de $ 5.500 aproximadamente por su consumo y luego de los aumentos tarifarios comenzó a destinar alrededor de $ 7.000 como “aportante” al fondo.
Así planteado el escenario y analizando la evolución de los precios del vino de enero a mayo de 2016, si bien los mismos se han fortalecido, no alcanzan a compensar el alza en las tarifas evidenciadas en los casos que se ejemplifican en el presente trabajo. Tomando en promedio los precios al contado de vino blanco escurrido y tinto genérico publicados por la Bolsa de Comercio de Mendoza, la tonificación de precios ronda el 84,5%, monto sensiblemente inferior al alza de las facturas que deben afrontar los productores, que ronda entre más de un 200% y un 500% respectivamente
Es así que, menciona Eduardo Sancho, “es evidente la necesidad de promover algún mecanismo que recomponga la estructura de costos mediante una adecuación del subsidio agrícola, que repercuta directamente sobre el monto neto a pagar de forma de suavizar el importante incremento tarifario producido”.