Es tal la catarata de información política, es tan inquietante lo que sucede con la inseguridad, especialmente con casos que impactan, como el sucedido en Fray Luis Beltrán, y es tan preocupante lo que ocurre con la inflación que hay temas que también se encuentran en el ámbito de los reclamos de la sociedad pero que no alcanzan la trascendencia que merecen, como es el caso del acceso a la vivienda propia.
Son millones de argentinos y decenas de miles de mendocinos que desearían contar con una casa pero que no pueden lograrlo porque no existen los planes necesarios por parte de los organismos estatales, como el Instituto Provincial de la Vivienda y tampoco pueden acceder a créditos específicos por parte de las entidades bancarias por los altos costos de las cuotas.
Días pasados, el gobierno provincial anunció que antes de fin de mes la Provincia recibirá $ 78 millones de la Nación para reactivar las 4.400 viviendas a cargo del IPV, paralizadas desde hace meses por la falta de financiación, reactivación que incluirá al año en curso y también a 2017.
Destaca la información que, aunque sin fechas precisas, hay una promesa de financiación de otras 5.700 unidades habitacionales, ya adjudicadas durante la gestión del gobernador anterior. Las cifras determinan entonces que se trata de aproximadamente 10 mil viviendas, que no se condicen con las reales necesidades de las familias mendocinas.
Pocos días antes, el Gobierno nacional había anunciado la habilitación de una modalidad de créditos para viviendas en la que las cuotas se ajustarán de acuerdo con la evolución del índice de precios. Los préstamos tendrían cuotas iniciales significativamente menores que las de un crédito convencional y podrían permitir el acceso a familias que, por sus ingresos, hoy quedan al margen de la posibilidad de obtener financiación.
De acuerdo con los cálculos, un préstamo de 700 mil pesos implica actualmente una cuota inicial de 14 mil pesos (por lo que hay que tener un ingreso de por lo menos 48 mil pesos), mientras con el nuevo régimen habrá que pagar 5.500 pesos y tener un ingreso de 18.760 pesos.
Las cifras podrían seducir a una gran cantidad de familias de clase media, actualmente imposibilitadas de acceder a un préstamo, pero la realidad es muy distinta ya que, en un país como el nuestro, en el que la inflación suele subir a porcentajes desmesurados, en algún momento las cuotas pueden llegar a ser inaccesibles. Basta recordar la circular 1050 que provocó que miles de familias perdieran sus viviendas a pesar de haber pagado gran parte del préstamo recibido.
Los argentinos, especialmente aquellos de generaciones anteriores, habían incorporado la cultura del “ahorro en ladrillos”, tanto para quienes tenían la necesidad de su vivienda propia como para aquellos que construían para sumar algo a la jubilación. Sin embargo fue la inflación la que dio fin a esa cultura que es necesario recuperar.
Hay antecedentes, como sucede en Chile, que determinan que la gente puede juntar dinero sin la preocupación de que en algún momento se pierda lo ahorrado. En el vecino país se ha implementado el sistema de Unidades de Fomento (UF), que se van actualizando de acuerdo con el índice de precios aunque, valga la aclaración, el organismo que fija los valores es lo suficientemente serio y creíble, no como sucedió con el Indec local durante la década kirchnerista.
En Chile, los valores de las viviendas están fijadas en UF, razón por la cual cualquier persona puede ir ahorrando hasta alcanzar en algún momento las necesarias para tener su techo propio.
El anuncio nacional y las palabras del Gobernador muestran la intención oficial de ocuparse del tema. Será cuestión de que puedan aguzar la imaginación para encontrar nuevos caminos que lleven a miles de familias a cumplir el sueño de la casa propia.
