Los Pimpinela conquistaron Mendoza otra vez

Cuatro mil personas bailaron, cantaron y aplaudieron el nuevo show del dúo que pasó el sábado por el Arena. Un fenómeno fraterno que sigue tan vigente como siempre.

Los Pimpinela conquistaron Mendoza otra vez

A las 22 del sábado, el Arena Maipú repleto (con 4 mil personas) aplaude esperando el comienzo del show de Pimpinela. Y la primera pregunta que surge es cómo, después de 30 años de repetir un esquema de canciones ultraconocidas, los hermanos Lucía y Joaquín siguen convocando tanta y tan afectuosa cantidad de gente.

Mientras se van sucediendo los hitazos ("A esa", "Valiente", "Hay que estar en mi lugar", "Ese estúpido que llama", "Olvídame y pega la vuelta"), la respuesta se hace obvia: historias que nos pasan a todos pero en las que, siempre, al menos en el "sketch", la mujer es la que canta victoria y se saca las ganas (contenidas por generaciones) de decir lo que siente.

Y si bien ha sido Joaquín el compositor de esta suerte de revancha doméstica de género, ahora más que nunca es Lucía Galán la que se come el escenario. No sólo porque la voz de Joaquín (60 años ha cumplido) parece cansada, sino porque el histrionismo y la energía vocal de Lucía sostienen el show y cautivan a la multitud.

Dos momentos claves: ella apareciendo en camisón para desatar una performance de "loca gótica" al cantar en solitario bajo una pantalla donde estallan los rayos de una tormenta; ella, de nuevo, tomando el micrófono para dirigir un mensaje a las mujeres presentes, con el fin de despertar conciencia sobre la violencia de género e incitarlas a despertar y pedir ayuda.

"Ni una menos", dice Lucía a pocas horas del nuevo caso de femicidio que resuena en los medios (el asesinato de una mujer en un country perpetrado por su ex pareja) mientras se eleva el aplauso del Arena.

Claro que el espectáculo está planteado como un recorrido histórico, apoyado en la biografía de estos dos hermanos que sellaron su destino cuando decidieron cantarse como amantes.

"Tuvimos que hacer esta canción porque ya ni nuestros padres creían que éramos hermanos", bromea Joaquín antes de que comience a sonar "En lo bueno y en lo malo". Y eso es, quizá, lo más interesante que evidencia el dúo en su madurez. La auto-broma, el humor deslizándose en complicidad con el público, la certeza del juego. Si hasta la gente del sector que se queja porque un cortinado no le permite ver el escenario, termina bailando contagiada.

Esa biografía-show se apoya en la pantalla. A veces, con una estética de video casero retro que remite a sus comienzos y que no desentona porque el guiño kitsch está en primera fila. Como sea, la soltura con la que Joaquín y Lucía manejan la escena viene gestándose desde aquellas clases de teatro que compartieron en la adolescencia y que se transformó en el germen del fenómeno Pimpinela.

Porque sí, después del éxito arrasador en todo el continente y de la permanencia, hay que destacar que son y siguen siendo un fenómeno popular. En la cocina de la composición, están las infidelidades, las peleas de pareja y los desamores que Joaquín fue cosechando de las charlas con amigos y en su propia experiencia. Y arriba del escenario está la actuación, esa especie de sketch de alcoba que ambos protagonizan buscando el efecto de "la vida misma". Fórmula infalible. Más mucho corazón.

Ficha

Pimpinela. 
Gira "Íntimo y secreto".
Función: sábado 22 de agosto.
Lugar: Stadium Arena Maipú.
Calificación: Muy bueno.

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