En su reciente discurso con motivo del acto central por la Independencia, en San Miguel de Tucumán, el presidente de la Nación reconoció errores de gestión con relación a la crisis cambiaria reciente y reclamó, una vez más, la colaboración de la dirigencia política para encauzar el rumbo del país. En este caso, el pedido se hizo extensivo a la clase empresarial.
La búsqueda de consensos políticos por parte de Mauricio Macri no es nueva, pero en esta oportunidad se torna más insistente porque en los próximos meses el Congreso deberá tratar el Presupuesto del año próximo, enmarcado en los aspectos salientes del acuerdo suscripto con el Fondo Monetario Internacional (FMI)
Cuando se hace referencia desde el Ejecutivo a la oposición se alude prácticamente al rol del justicialismo, el espacio político de mayor representatividad institucional en el país en estos momentos, pero en especial a los gobernadores de provincias, que en su mayoría están enrolados en el PJ, o en alguna de sus muchas vertientes actuales.
Por otra parte, la autocrítica presidencial en Tucumán, que algunos medios periodísticos consideraron sólo leve, estuvo justificada, según las palabras del Presidente, en una forma errónea para encarar las dificultades que en materia económica dejaron los años de administración kirchnerista.
Pero es importante tener en cuenta que pese a esos errores de gestión, Macri reiteró que nada hará cambiar las convicciones que llevaron a adoptar el actual rumbo político, lo cual es desde todo punto de vista alentador porque demuestra seguridad y convicciones a la hora de mantenerse al mando del país.
De ahí la importancia del pedido de diálogo con la oposición que hace la máxima autoridad de la Argentina, porque es en el Congreso donde se debe dar el debate de cómo seguir el año que viene en virtud de las dificultades que obligaron al Gobierno a tener que recurrir nuevamente al FMI.
El acuerdo suscripto excederá largamente los tiempos del actual gobierno y será tema de abordaje necesario de las próximas autoridades electas, sean o no del espacio gobernante en estos tiempos.
En cuanto al reclamo que hizo Macri a los empresarios, de "un mejor aporte" para que el país salga adelante y la actual gestión no quede "a mitad de camino", sin duda fue una nueva apuesta a la sensibilidad de un sector que debe apostar a la productividad, como bien dijo el primer mandatario el lunes, sin esperar que el Estado resuelva todos los problemas, como ocurrió con cierta reiteración en la Argentina de las últimas décadas.
Durante las tres gestiones del kirchnerismo, justo es recordarlo, hubo mucho silencio del empresariado en lo referente a reclamos al poder político de turno. Un hecho determinante en tal sentido fue el destrato del presidente Néstor Kirchner al empresario supermercadista Coto con motivo de uno de los coloquios anuales de IDEA. En ese momento, Coto no sintió el respaldo que hubiese esperado de parte de sus pares.
Es que pocas voces se alzaban contra los designios reiteradamente autoritarios de distintos personajes influyentes en el ámbito presidencial que supieron silenciar y someter a una gran mayoría de hombres y mujeres de negocios temerosos de pronunciarse ante las imposiciones de estilo.
En aquellos tiempos la presencia tibia del empresariado ante el ímpetu del Gobierno generó más de una discusión en cada una de las organizaciones que representan a los distintos sectores productivos.
En general se impuso la falta de respuesta, dejando en soledad a los que se pronunciaban y que se hacían sentir para hacer sus necesarios planteos e inquietudes y, a la vez, reprochar procederes desmedidos de parte de las autoridades electas popularmente.
No es reiterativo bregar por la búsqueda de los consensos indispensables para que las ideas políticas sean lo suficientemente analizadas para beneficio de la sociedad.
En ese marco, un gobierno que acepta el disenso como punto de partida de futuros acuerdos merece el aporte de una oposición tolerante en cuanto a tiempos y metodologías sin que ello signifique resignar iniciativas o ideales.