Los pasajes de los legisladores nacionales

Se trata de un beneficio muy discutible cuando se devuelven en dinero los pasajes no utilizados.

Los pasajes de los legisladores nacionales
Los pasajes de los legisladores nacionales

El presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Emilio Monzó, intentó implementar una resolución a través de la cual se restringía el uso de los pasajes que reciben todos los meses los legisladores.

Pero todo quedó en una buena intención, porque de inmediato la gran mayoría de los "representantes del pueblo" se opuso y lo obligó a atenuar la resolución.

Se trata de 20 pasajes aéreos y 20 terrestres que, en caso de no utilizarse, pueden ser canjeados por dinero en efectivo y éste es el aspecto que genera mayor irritación en la ciudadanía, porque no se trata del cumplimiento o no de una situación legal sino que lo que está en juego es una cuestión ética.

Con el objeto de asegurar el libre ejercicio de sus funciones, la Constitución Nacional es clara y concreta en sus artículos 68 al 70, en los que hace exclusiva referencia al hecho de que ninguno de los miembros del Congreso puede ser acusado, interrogado judicialmente ni molestado por las opiniones que emita desempeñando su mandato de legislador (68); ninguno puede ser arrestado, excepto el caso de ser sorprendido in fraganti en la ejecución de algún crimen… (69) y la suspensión de funciones de un legislador con dos tercios de las Cámaras (70).

Sin embargo, en el momento de la recuperación de la democracia y el pleno funcionamiento de las Cámaras, los legisladores se dictaron sus propias leyes, muchas de las cuales rozaron el plano de la ética, como aquellas famosas "jubilaciones de privilegio" que permitía a los legisladores acogerse a los beneficios de la jubilación por el solo hecho de haber cumplido su mandato (el otorgado por el pueblo) sin límites en la edad y así se dio el caso de diputados o senadores que se jubilaron con 30 ó 40 años de edad.

Es más, como se hacía alusión al "mandato cumplido" hubo casos en que, por renuncia a fallecimiento de un legislador, quien terminaba "cumpliendo mandato" era un suplente quien se podía jubilar con sólo tres o cuatro meses de servicio.

Costó mucho modificar la situación y, especialmente por la presión popular a través de los medios, los legisladores decidieron "abandonar" ese privilegio, aunque vale advertir también que en la provincia de Buenos Aires, recién en diciembre del año pasado, la gobernadora María Eugenia Vidal logró la aprobación legislativa para terminar con el privilegio de gobernadores y legisladores que podían jubilarse a los 55 años de edad.

Cabría señalar también que este tipo de prerrogativas no es de exclusividad de los argentinos y a modo de ejemplo podríamos señalar lo que sucede en la Unión Europea, donde sus legisladores cuentan con un bien aceitado sistema de beneficios y privilegios, tales como autos con chofer, estipendios diarios y mensuales que pueden añadir miles de euros a los salarios básicos (de hasta 100 mil euros por mes), empleos para familiares y amigos, seguros de salud gratuitos y un procedimiento de gastos de viajes que reembolsa a los legisladores una cifra diez veces mayor que el precio de los pasajes aéreos.

En el caso de la decisión adoptada por el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, sobre los pasajes de los legisladores, es necesario advertir que el reclamo efectuado por los representantes del interior tiene su buena dosis de razonabilidad, porque deben contar con la asistencia de asesores que deben viajar hacia la Capital Federal, pero el problema se planteó con el uso de los pasajes "innominados" que no llevan el nombre del diputado y que pueden ser usados por otras personas. Monzó determinó que esos pasajes sólo podían ser utilizados por empleados del legislador o de su bloque.

La medida sólo puede ser calificada de oportuna, porque intenta regular una situación discutible, aunque habría que modificar también la devolución en dinero por los pasajes no utilizados, una situación que ronda lo ético y que por ahora sólo queda en la conciencia (y el bolsillo) de algunos de los representantes del pueblo.

Una cosa es que los legisladores de las provincias puedan contar con pasajes para sus asesores provenientes de sus sitios de origen, pero muy otra es que en caso de no utilizar dichos pasajes los representantes del pueblo lo sumen como una parte más de sus dietas, cuando en realidad son una especie de viáticos que, si no se usan, se deben devolver.

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