Los denominados Papeles de Panamá han provocado una verdadera conmoción internacional, centrada en los calificados “paraísos fiscales” y quienes operan en ellos. Dada la importancia y trascendencia de esta cuestión parece conveniente ir desmenuzando conceptos, calificaciones, situaciones, relevancia de los “papeles” que van saliendo a la luz.
Un primer asunto que debería quedar en claro, por su naturaleza y consecuencias futuras, es que se trata de una sustracción de documentación privada a un estudio jurídico muy importante, Mossack-Fonseca, de Panamá. Quién, cómo y por o para qué se ha realizado esta operación, desde ya da lugar a múltiples especulaciones. ¿Empleados infieles, servicios de inteligencia, hackers? Por ahora sólo suposiciones.
Los papeles fueron entregados, en forma “anónima”, se dice, a un importante diario alemán que forma parte del Consorcio de Periodistas y que decidió ponerlos a su consideración y análisis. Dicho consorcio está integrado por una red de cerca de 400 periodistas de más de 100 medios y de casi 80 países. Estos tres datos muestran la extraordinaria magnitud y repercusión que tiene, y tendrá, la cuestión de los Papeles de Panamá.
Se trata, sin duda, de los más agudos y capacitados periodistas de los medios más acreditados del mundo. En otras palabras, este tema es imparable para gobiernos, ricos y famosos y cuantos nombres aparezcan ahí. Que de ellos puedan deducirse conductas delictivas, penables por la Justicia, es otro asunto que iremos desbrozando más adelante pero la repercusión en la opinión pública y la calificación de conductas que ella hace no la maneja nadie: aparece en las encuestas y en las elecciones.
Se ha informado que los papeles suman más de 11 millones; que las empresas y personas suman centenares de miles; que lo que hasta ahora se ha dado a publicidad es una mínima parte, especialmente la referida a personalidades de alta exposición pública. Por lo tanto una primera conclusión es que este caso recién comienza, que posiblemente irá para largo y cuyas consecuencias sobre las empresas, las personas, los gobiernos, la economía de los países involucrados, son muy difíciles de predecir en este momento. Lo que sí se puede predecir es que la magnitud del escándalo no terminará en unas pocas semanas y que tendrá consecuencias.
Una primera reflexión a la que obliga este apasionante caso es recordar un fenómeno, nada nuevo, pero muy importante a partir del extraordinario desarrollo de la informática, de la existencia de enormes archivos electrónicos, del rol que juega internet. Es la capacidad de personas altamente especializadas de “entrar” en estos archivos y sustraer “documentación” reservada o secreta de alto valor económico y político.
La disposición de esa documentación da lugar a situaciones cuyo efectos legales y reputacionales sobre las empresas y personas mencionadas pueden ser extremadamente graves. Tanto es así que el propio Consorcio de Periodistas ha dicho que la documentación que se ha hecho pública es la que afecta a personalidades públicas, gobernantes, funcionarios, deportistas. Es decir aquellos “papeles” que mencionan casos como el del presidente Mauricio Macri, el primer ministro inglés, el de Islandia, el futbolista Messi. Sostiene el Consorcio que el próximo mes de mayo pondrá a disposición de los interesados, en forma ordenada, clasificada y accesible, los archivos con la información de que disponen.
Como dijimos, dado que la trascendencia del caso nos obligará a volver sobre él, dejemos por ahora algunas reflexiones. Una es que el enorme desarrollo de los archivos informáticos de documentación, con alto valor económico, ha dado lugar a una actividad “profesional”: el robo de información para diversos usos. Son de sobra conocidos los robos de información de tarjetas de crédito, su uso en compras, sobre todo en el exterior; la venta de datos personales y de empresas, es decir estafas y fraudes. Desde el punto de vista de la “naturaleza del tema” no parece haber diferencias en los Papeles de Panamá y lo anterior, aunque lo último parece haberse convertido en “políticamente correcto”.
