El que los niños usen celulares es un fenómeno global en los últimos años. Las estadísticas revelan que, en algunos países, 9 de cada 10 niños/as tienen un celular. Actualmente es parte integral de sus vidas; se ha transformado de una herramienta tecnológica en una herramienta social. Desde el punto de vista de un juicio positivo, ha permitido la manutención de redes sociales y familiares pero también se observan efectos negativos, por ejemplo desconexión cercana y privada con sus padres.
Lo que queda claro es que la dinámica familiar ha cambiado. Esto significa que cuando los padres entregan un celular a sus hijos/as no le están entregando una herramienta tecnológica sino una herramienta social con todo lo que esto último significa y, por consiguiente, se requiere educarlos en su uso.
Muchos niños pasan conectados de manera continua y a veces extremadamente, vía sus celulares. No dudamos de sus beneficios: comunicación fácil, desde cualquier lugar y tiempo -con amigos, parientes-, sabemos dónde están los hijos y, en casos de urgencia, ellos se pueden comunicar con sus padres.
Pero cada avance tecnológico genera también sus costos, y en especial los tenemos que examinar cuando se trata de los niños. Cuando el celular se convierte no solamente en un ítem esencial de comunicación, lo que tenemos que reflexionar es si el dispositivo está tomando control de la vida del niño. Si así fuera, debería ser una preocupación para los padres. Por ejemplo, si se da el caso que no hacen sus tareas, que sus hobbies han dejado de tener prioridad, que siguen conectados hasta tarde en la noche, que mientras se sirven sus alimentos siguen hablando por celular, es para preocuparse.
Hay que reflexionar si se está en presencia de un comportamiento adictivo, aunque se piensa que más bien se está en presencia de preocupantes signos de dependencia. Esto se puede reflejar cuando los niños/as están constantemente verificando si han recibido mensajes, e incluso verlos irritados cuando no están usando el celular de manera continua.
Desde el punto de vista funcional, se puede indicar que el uso de los celulares que hacen los niños les sirve como “micro-coordinación” de sus vidas sociales.
Desde el punto de vista relacional, el impacto más importante que ha tenido el celular es conectar a los niños con sus pares, sin interferencia de los adultos. Se han generado reglas de involucramiento. Por ejemplo, una de las reglas emergentes es el tiempo de respuesta de un mensaje, tiempo que es muy breve. Es ejemplar lo que ocurre cuando usan WhatsApp.
Desde el punto de vista negativo, algunos sociólogos han señalado que muchos niños eligen el texto en lugar de conversar sobre situaciones complejas o emocionalmente difíciles. Sus textos son breves, sin mayor elaboración y no requieren elementos más complejos asociados a lo que significa conversar un problema presencialmente con un amigo o con sus padres.
La tendencia es que las relaciones entre hijos y padres estén más basadas en procesos de negociación, habiendo remplazado las formas relacionales más convencionales y las ideas tradicionales de la autoridad parental. Conversaciones que son de un profundo impacto emocional y formativo.
Las investigaciones han revelado que, en general, en las familias hay muy pocas reglas respecto de lo que significa el uso del celular, a veces no hay ninguna regla; son pocos los casos en los que se informa que los padres establecen prohibiciones y formas de sanción cuando no se respetan las reglas establecidas de común acuerdo.
Un ejemplo interesante que habría que analizar, en especial en el caso de los padres “helicópteros” que están en todo para resolver los problemas a sus hijos, es el uso del celular que hacen los niños cuando han olvidado algo que debían traer a la escuela, llaman a la madre o al padre para que les traigan el objeto específico o para que den las disculpas respectivas a los docentes. Esto significa que no hay claridad de lo que significa el desarrollo de la autonomía de los hijos, y entender y educar en lo que significan sus responsabilidades.
Este tipo de tecnología ofrece a los niños independencia de sus padres en lo que significa el desarrollo de sus vida social. Muchos padres, como los ven inmersos en sus celulares, parecen no preocuparse en entretenerlos. Se puede señalar que esto afecta el día a día de las relaciones familiares. De esto no son solamente responsables los niños; los padres también contribuyen a la distancia que parece aumentar en las familias. Muchos padres permanecen conectados en las más diversas situaciones, a menudo descuidando a sus hijos, sin observar o prestar atención al lenguaje silencioso de los hijos.
Las ramificaciones del distanciamiento pueden ser profundas. Menos conexión -de clase real- significa que las familias no son capaces de construir relaciones fuertes y pierden la capacidad de mantener las establecidas. Hay una disminución del compartir y, de este modo, muchos padres no saben lo que está ocurriendo en la vida de sus hijos, y por lo tanto, tienen una menor capacidad de incluir en sus vidas a efecto de guiarlas y compartir valores positivos mediante mensajes que surgen de las conversaciones cercanas con ellos que se han integrado al mundo de lo que se ha llamado los nómadas privados.
En síntesis, se puede constatar que el uso del celular ha disminuido el impacto positivo de la proximidad espacial al interior de la familia para la interacción e integración social. El ser, paradójicamente presente/ausente -hijo o padre o madre- puede afectar no solamente la cognición, la socialización, sino también el amor que se deben padres e hijos.