Entre volutas de incienso, frente al muro de las oraciones del célebre santuario de Bodnath, en Katmandú, los fieles refugiados en una tienda de campaña recitan mantras (sonidos u oraciones místicas) por el alma de las víctimas, tras el terremoto que ha devastado Nepal.
En este santuario, uno de los más grandes del mundo que hasta hace una semana estaba repleto de turistas y peregrinos, hoy sólo los rezos y los golpes de gong perturban el extraño silencio tras el sismo.
“No sólo rezamos por la paz y el alma de los difuntos, sino también para que haya más poder espiritual y más amor y compasión hacia los que sufren”, afirma Khenpo Rinpoche, uno de los monjes, envuelto en una sábana púrpura, cerca del monasterio.
Aunque el terremoto no ha afectado a la base de la torre del santuario, que representa por cada lado los ojos almendrados de Buda, sí ha dañado la parte de más altura, y hay piedras que podrían desprenderse en cualquier momento.
Es la primera vez después del sismo de 1934 que la naturaleza toca este magnífico templo del siglo XIV, y la primera desde hace más de cuarenta años que el interior se encuentra cerrado al público. La mayor parte de las tiendas que vendían objetos rituales han bajado la persiana y los raros comerciantes presentes no tienen el ánimo para regateos.
Y sin embargo, Khenpo, junto a otros residentes de las llamadas “gompas” (pequeños monasterios) de este santuario patrimonio mundial de la Unesco, acaba de instalar una tienda con las ofrendas (flores, naranjas) y las velas depositadas en un altar para recrear la atmósfera ferviente de los templos.
Indiferentes a las decenas de palomas que parten en un ruidoso aleteo cada vez que un helicóptero de salvamento atraviesa el cielo, varias decenas de hombres y mujeres desgranan mantras acompañados de la melodía de instrumentos tradicionales.
“En el budismo, creemos en lo efímero de las cosas. Incluso cuando cerramos los ojos y los reabrimos, la vida alrededor de nosotros ya ha cambiado. El sismo forma parte de la evolución del universo”, afirma Binaya Bickram Rana.
Este coronel del ejército de 48 años reza por “aquellos que han perdido la vida, por aquellos que han perdido a sus seres queridos y por aquellos que han perdido sus bienes”, en ese orden. También reza por los países extranjeros que han enviado ayuda a las víctimas, ya que ve en ese apoyo internacional una suerte de “armonía mundial”.
Maya Dolma Lama, por su parte. confiesa el motivo que la ha llevado a Bodnath: “Rezo porque no haya nunca más sismos”.