Asociado a la diversión, a la juventud y a las salidas nocturnas, el consumo de alcohol episódico excesivo se duplicó en la provincia entre 2013 y 2018. De acuerdo a la IV Encuesta de Factores de Riesgo (ENFR), realizada por el ministerio de Salud de la Nación, el porcentaje de mayores de 18 años que tomaron cinco tragos o más en una misma oportunidad en los últimos 30 días pasó de 7,2% a 15,2% en cinco años (con un intervalo de confianza del 95%).
Con estos números Mendoza se ubica en séptimo lugar entre las provincias que tienen este indicador más alto, detrás de jurisdicciones como Tierra del Fuego (16,6%) y Corrientes (16,4%), además de superar la media provincial, establecida en 13,3%.
Al mirar para atrás en el tiempo se observa un fenómeno particular en nuestra provincia, ya que en 2005 este porcentaje se ubicó en un 10%, bajó en 2009 a 8,8% y en 2013 a 7,2% para luego tener un fuerte repunte en 2018 (último dato disponible).
Desde el Programa de Adicciones de la provincia destacaron que el consumo de alcohol está aumentando tanto en Mendoza como en el país y en el mundo.
De hecho en la media nacional de ese tipo de consumo se observa que entre 2013 y 2018 se pasó de un 10,4% a un 13,3%, aunque la suba fue menor en ese período en comparación con los datos locales.
"El consumo episódico excesivo está muy relacionado con las salidas nocturnas y con los chicos que consideran al alcohol como un elemento indispensable para la diversión", explicó Marta Hintuchi, directora del programa.
Tal como destacó la funcionaria, se trata de un fenómeno social y cultural que desde el programa están intentando romper haciendo hincapié en la prevención.
"Si una persona bebe excesivamente, aunque sea una sola vez en su vida, ya constituye un riesgo. No se trata de una persona alcohólica pero sí que se expone a un montón de situaciones de peligro", sentenció, para luego enumerar algunas situaciones que sirven de ejemplo: la posibilidad de tener un accidente de auto, de que la persona sea atropellada, de ser parte de una riña callejera, de tener conductas sexuales sin protección, entre otras. Por eso informó que cuando se habla de "ingesta excesiva de alcohol" se refiere a un consumo problemático aunque no se considere una adicción.
"La adicción al alcohol es ya el caso más extremo", remarcó, a la vez que comentó que en etapas previas también se puede requerir intervención profesional. "Nosotros, en los Centros Provinciales de Adicciones (CPA), recibimos muchas consultas por abuso de bebida y los trabajamos con equipos interdisciplinarios", señaló.
Por su parte Sergio Saracco, director del Observatorio de Salud Pública y Problemática de Consumo de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo, observó que actualmente la modalidad de consumo de alcohol ha cambiado respecto a décadas atrás.
"Hoy tenemos altos porcentaje de consumo por atracones", aseguró, haciendo referencia a los datos de Sedronar. "El 50% de los jóvenes menores de 17 años utiliza esta modalidad que se mantiene hasta los 27 años", detalló el médico.
Lo más grave para el profesional es que este tipo de consumo está naturalizado y que no se considera como un riesgo para la sociedad. "Tenemos que trabajar los aspectos sociales y analizar qué nos está pasando para que necesitemos estar bajo el efecto de una sustancia para recién sentir gozo y compartir", indicó.
Salud en riesgo
Con respecto a las consecuencias para la salud, Saracco precisó que el alcohol es una sustancia psicoactiva que tiene acciones directas sobre el sistema nervioso central. "Actúa sobre áreas cerebrales en forma general, inespecífica y de manera descendente, lo que va a caracterizar la sintomatología que va a ir apareciendo conforme aumentan los niveles en sangre. Y por su fácil distribución afecta a todos los órganos", explicó el titular del observatorio.
A su vez aseguró que hay estudios que han comprobado que el alcohol es cancerígeno y que está relacionado con el cáncer de boca, de laringe, de esófago, de estómago, hepático, colorectal y de mama.
Manuel (23) concurre a boliches todos los fines de semana donde el alcohol suele estar presente. "No es que me pongo 'en pedo' todas las noches, pero tomo porque me gusta y me hace sentir bien", comentó el joven, quien no consideró su conducta como riesgosa. "Por supuesto que me cuido de no manejar y de no terminar en el piso, para no pasarla mal al otro día", remarcó. Y detalló que lo que más toma es Fernet y Gin tonic. "Cuando era más chico me gustaba el vodka con energizante pero ahora no lo puedo ni ver", deslizó.
En tanto Paula (29) recordó que cuando era más chica solía asociar la diversión con el alcohol. "Ya sea que fuera a un bar o a bailar, me tenía que pasar un poco con el alcohol para poder entrar en confianza", reconoció. Ahora ella ha dejado este hábito porque empezó a considerarlo nocivo. "Sufrí de gastritis y ahí empecé a darme cuenta que iba por el camino equivocado. Igual ahora tomo, pero mucho más moderadamente", confió.
Otro dato que preocupa
La IV Encuesta de Factores de Riesgo también mostró que el consumo regular de riesgo ( más de un trago promedio por día en mujeres y dos tragos promedio por día en hombres en los últimos 30 días) también viene en aumento en nuestra provincia. De hecho este tipo de consumo se ubicó en un 5,8% en 2013 y en 2018 aumentó a 9%.
Además en este aspecto Mendoza se ubicó en el puesto número 8 detrás de Tierra del Fuego (12,5%), Santa Fe (11,3%), entre otros.
Consumo de bajo riesgo
Para el médico Sergio Saracco, director del Observatorio de Salud Pública y Problemática de Consumo de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo ya no se puede hablar de "beber con moderación", sino de consumo de bajo riesgo a partir de los 20 años. Para hacerlo se debe consumir dentro de ciertos parámetros: para el sexo femenino se consideran siete unidades de bebida estándar a la semana y 12 para el masculino. Una unidad de bebida estándar son unos 12 gramos de alcohol (100 cm3 de vino, 300 cm3 de cerveza o 30 cm3 de Fernet o cualquier otros destilado).
Asimismo aclaró que durante la niñez, la adolescencia, el embarazo y la lactancia no debe consumirse nada de alcohol. "Por debajo de los 17 años genera un daño directo en el cerebro prefrontal y dorso lateral (áreas cerebrales donde están las áreas ejecutivas superiores que nos diferencia del resto del reino animal). Además los fenómenos de daño a nivel hepático son más rápidos y aumenta el riesgo de degenerar en dependencia o alcoholismo", remarcó el médico.