"No crezca mi niño, no crezca jamás, los grandes al mundo le han hecho muy mal", decía con gran sapiencia Facundo Cabral.
Un día las redes sociales, esas que vinieron a cambiar la forma de relacionarse y de vivir para muchas generaciones, se convirtieron en todo lo que no queríamos y que nos había llevado a refugiarnos en ellas.
De ser un lugar en el que uno podía charlar con sus amigos sin la necesidad de un teléfono, pasaron a ser una tribuna virtual en dónde la gente comenzó a expresar todo lo que le molesta e incluso, a escrachar ya sin necesidad de pruebas y argumentos.
La realidad es que fueron copadas por los mayores, por aquellos que no somos nativos digitales. Una generación que encontró un chiche que muchas veces no sabe usar. Esa tendencia hizo que Facebook y Twitter, redes que denotan rápidamente la edad de quienes son sus usuarios, pasaran de ser la “vida misma”, a un lugar del que los jóvenes fueron huyendo.
“El hombre ambiciona, cada día más, y pierde el camino, por querer volar”.
De repente todos fuimos olvidando la vida social fuera de una computadora y la posibilidad de mostrarnos al mundo, cual estrella de rock, nos robó la privacidad. Esa misma privacidad que le regalamos a las empresas desarrolladoras que hoy tienen los datos de todos, cual FBI.
Además, como una tribuna virtual, empezaron a servir des escenario para criticar y agredir sin miramientos. Primero porque la crítica se ha convertido en un deporte nacional y segundo, porque una ausencia de legislación permite decir lo que se plazca.
La era de la confianza en las redes sociales como vía para mantenerse informado se ha terminado debido a las continuas polémicas en dos frentes principales: la manipulación de la información y la difusión de noticias falsas o tergiversadas y los escándalos. La decisión de Facebook de mostrarte sólo lo que ellos creen importante también tuvo que ver mucho con la decisión.
“Sigue siendo niño y en paz dormirás, sin guerras ni máquinas de calcular”.
Dicen que los jóvenes son los que cambian el mundo y hoy, por lo menos, están marcando la tendencia del cambio. Se cansaron de leer opinadores, de tener que estar atentos de su imagen, de sufrir si alguien roba su identidad.
“Para los jóvenes, plataformas como Snapchat que permiten que las cosas sean efímeras, son un descanso bienvenido de la necesidad de estar vigilando su imagen digital”, dicen los especialistas. En otras palabras, para los jóvenes Facebook no es un lugar donde uno se pueda relajar e interactuar con soltura.
Así fueron mutando. Encontraron un lugar en Instagram, después en Snapchat y ahora están desembarcando en masa en Tik Tok, una red social que se basa en videos cortos. Y esto no es sólo en el país, es una tendencia mundial, al extremo que la red social tienen cientos de millones de usuarios, está disponible en 150 mercados y en 75 idiomas.
Los jóvenes quieren distenderse en las redes. Entendieron que la vida es otra cosa, que sus problemas están fuera de la web y que deben ocuparse de ellos. Tienen, además, la capacidad de ocuparse de muchas cosas a la vez y el inconveniente de aburrirse rápido.
"Es decir que rico no es el que más tiene,
Sino el que menos necesita.
Es decir, el conquistador por cuidar su conquista,
Se convierte en esclavo de lo que conquistó,
Es decir, que jodiendo,
Se jodió", decía la canción de Cabral.