Los inmortales

Los inmortales

Los más bellos atardeceres nos sorprendían en el  trajín de la tala.

Los mejores amaneceres fueron sorprendidos por el ruido de nuestras hachas en la fresca madera.

Bosques enteros cambiaron sus aspectos ante el contínuo trabajo del mejor grupo de hacheros del mundo; de aquí y allá éramos convocados.

No conocíamos enfermedades ni accidentes.

Nuestros sentidos quedaron marcados por olores de maderas, cientos de colores que pudieron alimentar la paleta del más exigente  pintor, grabaron nuestras retinas, texturas suaves como la piel de la más delicada mujer o ásperas como la lija mas abrasiva tocaron nuestras manos..

Miles de árboles se rindieron a nuestros pies.

Los gritos de árbol abajo ya eran cambiados por simples miradas.

La perfecta coordinación del grupo era la envidia del más aceitado engranaje.

Las nacionalidades del grupo eran las más diversas, todos oriundos de lugares donde habíamos trabajado, Arum de Gobi, Andrés de Atacama, Ngo' ur de Namibia, Gokul del Kalahari, Johnson de Arizona, José de Sonora, Toro Viejo de Mojave, Iván de la Tundra, Samir de Takla -Makan, el joven Nahuel de los Altos Lmpios y yo, Ramses de los bosques del Sahara.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA