Por muchos años, fueron publicados cientos de artículos y libros referidos a la maestranza del Ejército de los Andes. Allí muchos autores destacaban al fraile Luis Beltrán como el artífice de la artillería fundiendo armas en las bóvedas de Uspallata.
Nuevas versiones históricas, a través de documentos inéditos, demuestran lo contrario y, aquella sección que dirigía el sacerdote y militar, simplemente era una lugar en donde se producían repuestos para las armas del ejército patriota.
Pero existe otro capítulo en esta historia que no se conoce lo que lo hace más enriquecedor al conocerse que en la maestranza, estuvieron trabajando varios británicos que luego de las invasiones inglesas se quedaron en Mendoza para construir una nueva vida.
Muy poco se sabe que estos individuos con su experiencia y su trabajo, hicieron un gran aporte a la gesta sanmartiniana. Después de la gran epopeya, estos obreros ingleses e irlandeses siguieron con sus oficios hasta que el tiempo se encargó de borrar sus rastros.
En momentos difíciles, llegó la artillería
En octubre de 1814, el flamante gobernador de Cuyo, José de San Martín fue notificado que Chile estaba en manos de los realistas quienes habían conquistado el territorio y se corría la voz que pasarían la cordillera e invadirían Mendoza. Inmediatamente, ante esta situación, San Martín planeó una estrategia defensiva y solicitó refuerzos a Buenos Aires.
Por su parte el Director de las Provincias Unidas, Gervasio Antonio de Posadas, envió tropas -una compañía de artillería con varios cañones- a las órdenes del coronel Pedro Regalado de la Plaza.
Un taller llamado maestranza
Dentro de la artillería, se encontraron dos secciones que suministraban el apoyo logístico al ejército: una era la armería y la otra se llamaba maestranza. La primera fue dirigida por el teniente Ramón Picarte y la segunda por Luis Beltrán todas supervisadas por el comandante Regalado de la Plaza.
La maestranza tenía el objetivo de elaborar repuestos y estaba compuesta por varias secciones en donde funcionaban carpintería, tornería, herrería, talabartería y zapatería. Todos estos empleados fueron contratados por varios años, en cambio, otros trabajadores como los pintores, plateros, hojalateros eran requeridos para tareas temporales. Existían dos categorías; los maestros y oficiales. Los primeros tenían a cargo la organización del trabajo y además de tasar las materias primas, en cambio los oficiales ejecutaban las tareas de la fabricación o reparación de los objetos de la artillería.
Los sueldos eran abonados por quincena y se dividían por clases y oficios además se pagaban las horas extras trabajadas.
En los años que estuvo funcionando esta sección tuvo un total de 371 personas entre maestros, oficiales.
Británicos forjando su historia
A principios de 1816, se incorporaron a la maestranza un grupo de obreros del Reino Unidos que en 1808, luego del armisticio entre España y la Corona Británica, se radicaron en Mendoza; aceptaron convertirse al Catolicismo y hasta tuvieron que cambiarse sus nombres apellidos originales por otros españoles.
Uno de los primeros que fue contratado por el estado para trabajar como herrero fue el maestro Julián Leal, de origen irlandés quien había nacido en 1785. Tenía su negocio muy cerca del cabildo de mendocino y contaba con 31 años cuando fue incorporado para trabajar para el Estado. Otro de los maestros herreros fue Juan José Morales, de origen inglés.
Cuando se incorporó al trabajo de la maestranza contaba con 30 años. Después de la campaña de San Martín siguió en su oficio como herrero y se casó en 1818 con una mendocina llamada María del Carmen Céspedes.
José Antonio Ro (Roo) fue otro de los británicos que trabajó en la herrería del Estado quien nació muy cerca de Londres. Su trabajo en la empresa dirigida por Beltrán era el de forjar clavos. El herrero se casó con una mendocina y se estableció en el cuartel número 4 de la ciudad hasta su muerte, acaecida en 1817.
Pedro Juan Martínez, fue un oficial herrero quien nació en Irlanda en 1789. Cuando se unió al establecimiento en 1816 tenía 27 años.
Poseía un gran dominio para forjar metales, fue uno de los pocos que integró la división de maestranza que realizó el cruce de los Andes por el paso de los Patos. Este irlandés partió con el resto de la artillería, el día 24 de enero de 1817 por el camino de los Patos.
Este grupo, estuvo compuesto por 31 hombres, (cuatro maestros mayores y Veintisiete oficiales), correspondientes a las secciones de carpintería, herrería, hojalatería, talabartería, tornería, zapatería y riendería. Estuvo por varios años en territorio chileno y luego regresó a nuestra provincia y en 1820 se casó con María de Jesús Azor.
El último de la lista fue Santiago Fernández, de oficio zapatero quien nació en Inglaterra por el año 1774, por muchos años tuvo un local en la ciudad. También se casó con una mendocina con quien tuvo varios hijos.