Por Alfredo Leuco - Periodista. Gentileza R. Mitre
Tucumán apareció ante la vista de todos como el jardín de los senderos de la República que se bifurcan.
De un lado quedó el ladrifeudalismo K y del otro las instituciones democráticas.
De un lado el matrimonio Alperovich, que quiso quedarse con todo a imagen y semejanza de los Kirchner. Del otro la reacción valiente de una parte del pueblo, que salió a la calle en dos oportunidades para levantar la bandera de la libertad.
De un lado el autoritarismo patotero y el nepotismo, y del otro la espontaneidad de los indignados, que desbordaron dos noches seguidas la plaza Independencia en la cuna de la Independencia nacional.
A muchos tucumanos anónimos se les acabó la paciencia.
Demostraron su hartazgo.
Es que el zar José Alperovich y la zarina Beatriz Rojkés no han dejado truchada por hacer.
Manejaron con puño de hierro la provincia y sepultaron todas las voces disidentes.
Prohibieron la venta de libros que denunciaban sus groserías y utilizaron el aparato de inteligencia de la Policía, la tristemente célebre D2, para perseguir, hostigar, espiar y castigar a cualquiera que se atreviera a la más mínima disidencia.
Redujeron a la servidumbre a muchos medios de comunicación pero no lograron acallar las críticas de los periodistas más valientes y corajudos.
Alperovich simula ser progresista, pero supo resucitar y asociarse a varios personajes nefastos que fueron colaboradores del general y dictador Antonio Domingo Bussi.
Don José y doña Betty quedarán en la historia por la impunidad con que se movieron y por las vacaciones fastuosas que se tomaron en el medio de los cacerolazos y las muertes por desnutrición que se filtraron pese a que Juan Manzur inventó un Indec macabro que malversó esos datos terribles.
Daban vergüenza ajena ante tanta ostentación y obscenidad en el hotel más lujoso de Dubai y Abu Dhabi. No se privaron de nada. Ni de las fotografías arriba de los camellos, ni de habitaciones que cuestan entre 5 y 10 mil dólares ni de las odaliscas dignas de las Mil y Una Noches, o mejor dicho de Ali Baba y los 40 ladrones.
¿Ese es el modelo nacional y popular?
¿Ese es un funcionario preocupado y ocupado por los problemas y los dramas de los tucumanos?
Uno de los textos más bellos y profundos que leí sobre la patria le pertenece a Julia Prilutzky Farny, una poetisa ucraniana, naturalizada argentina.
Dice así: “Allí donde partir es imposible/ donde permanecer es necesario/Donde nunca se está del todo solo / donde cualquier umbral es la morada/ Allí donde se quiere arar y dar un hijo/ Allí donde se quiere morir… allí está la patria”.
A estas horas, los tucumanos están peleando por la segunda Independencia. Quieren dejar atrás al ladrifeudalismo K y recuperar los valores patrióticos que flotan en el aire de Tucumán.
Hablo de un país mejor, más justo, más igualitario, con menos pobres y desocupados y con más honradez y diálogo. Un país en el que solo queden afuera los corruptos y los golpistas. ¿Es tan difícil comprender lo simple? Millones de argentinos de buena voluntad quieren construir ese país. Con el respeto sagrado a la división de poderes para no pisotear la Constitución que es nuestra Biblia laica.
Eso es independencia. No depender de nadie, no ser cliente de nadie y no dejarse extorsionar por nadie. Opinar con respeto absolutamente de todo, con independencia de criterios, sin tutelajes ni censuras y sin que te manden la AFIP o los servicios de inteligencia para castigarte.
Así de simple y de complejo.