Lo dice la experiencia y lo ratifican los hechos: es muy difícil luchar contra la naturaleza y, frente a ese panorama, la única opción que queda es la de tratar de morigerar los daños a través de tareas preventivas o combatirlos con los mejores medios posibles a nuestro alcance.
Es lo que sucedió ahora en el sur provincial, donde el fuego arrasó más de 180 mil hectáreas y provocó daños millonarios que sólo podrán ser evaluados una vez que se hayan extinguido los incendios y haya transcurrido inclusive un tiempo prudencial.
Las autoridades, tanto municipales, como provinciales y nacionales, incluyendo al propio presidente Macri, han manifestado su preocupación y derivados los recursos para paliar la situación.
Debemos partir de una base que indica que lo sucedido en General Alvear primero y que luego se extendió a parte de San Rafael, no puede ser atribuido a algún tipo de factor humano -como pudo haber sido un fuego mal apagado- sino que respondió a una serie de circunstancias "naturales" que se dieron.
La región tuvo en los dos años anteriores lluvias importantes, las que generaron que crecieran las pasturas y fueron aprovechadas para alimento del ganado vacuno que creció exponencialmente en la zona.
Sin embargo, con la llegada de un año "seco" y con fuertes calores, esos pastos se convirtieron en el combustible ideal para iniciar los siniestros. Fue un rayo durante una tormenta eléctrica, como pudo haber sido un pedazo de vidrio el que encendió la primera mecha, y a partir de allí todo se volvió incontrolable.
Están afectadas inclusive especies en peligro de extinción, como muy bien lo graficó una nota publicada por nuestro matutino días atrás, mientras otros miles de animales murieron calcinados.
Es necesario establecer que la provincia cuenta con un Plan Estratégico para la Prevención de Incendios Forestales en la Zona Sur, que comprende los departamentos de General Alvear, San Rafael y Malargüe, parte de La Paz y Santa Rosa e incluye sectores de San Luis y de La Pampa.
En base los "antecedentes" surgidos de incendios anteriores, el proyecto trata dos objetivos bien definidos: una etapa preventiva, que contempla actualizar en forma dinámica la base de datos, relevar y mantener recursos humanos y equipos de infraestructura disponibles para combatir los incendios y trazar y mantener picadas cortafuegos dentro del Plan Provincial de Diseño, a lo que se suma el desarrollo de sistemas de alerta temprana y prevención.
Sin embargo y de acuerdo con lo que trascendió en los primeros días del siniestro, hubo productores que no cumplieron con la responsabilidad de conformar los cortafuegos, lo que hubiera permitido que las llamas no se extendieran con mayor velocidad, aunque debemos advertir que las condiciones climáticas estaban conformando lo que muchos califican como la "tormenta perfecta", que es muy difícil de controlar.
El restante tema a considerar se centra en lo que sucede con los mecanismos disponibles para controlar este tipo de situaciones. Si bien los expertos consideran que el incendio actual es similar al ocurrido en 2001, en aquella oportunidad las llamas provocaron la muerte de siete personas.
Sin embargo, ahora se han adoptado los mecanismos que permiten evitar ese tipo de situaciones. La pregunta que queda por responder es si se pueden mejorar los mecanismos para enfrentar el fuego y controlarlo.
La situación resultó complicada y así como fue la naturaleza la iniciadora de los siniestros, es de esperar que sea la propia naturaleza la que contribuya -a través de una fuerte lluvia- para apagar las llamas, desde ayer contenidas.
No se le puede atribuir culpabilidad alguna a las autoridades, las que han reaccionado de la manera más conveniente, tal como lo señalaran el presidente de la Nación y el Gobernador durante su visita al Sur.
Pero también debe advertirse que este tipo de situaciones dejan la experiencia necesaria que debe ser aprovechada para evitar o morigerar hechos similares en el futuro.