Las ventas han sido tan buenas en la gigantesca tienda de aparatos electrodomésticos Kotsovolos, en este suburbio de clase media-alta de Atenas, que se podría creer que había precios rebajados.
Pero, no. Son compras de pánico, dicen quienes trabajan aquí. Cada vez más preocupados de que los mayores problemas de la economía yacen más adelante, y limitados en las sumas que pueden retirar de bancos, los griegos han estado usando sus tarjetas de crédito para comprar hornos, refrigeradores, lavaplatos, cualquier cosa tangible que pueda mantener su valor en tiempos difíciles.
“Hemos vendido muchísimo”, dijo Despina Drisi, quien ha trabajado en la tienda durante 12 años. “Incluso vendimos modelos de exhibición. La gente ha estado tirando de mis mangas. Ahora estamos espaciando los productos para cubrir los huecos en los anaqueles”.
Para el observador casual es como si el bullicio de la vida cotidiana no hubiera cambiado aquí. Los griegos, muchos de los cuales cambiaron largo tiempo atrás sus automóviles por motonetas más baratas, saturan las calles a la hora pico cuando van y vuelven del trabajo. Turistas llenan a tope la Acrópolis. Amigos se reúnen, se saludan y se sientan en cafés, buscando lugares sombreados para protegerse del calor.
Pero, debajo de la superficie, los griegos están luchando con un temor creciente, las extrañas ramificaciones del cierre de bancos y el potencial en aumento de cosas mucho peores. Podrían enfrentar las consecuencias desconocidas de ser expulsados de la Eurozona en el plazo de una semana, si Grecia y sus acreedores no pueden llegar a un acuerdo.
Algunos están viendo televisión y revisando sus teléfonos inteligentes de manera constante. Otros se niegan rotundamente a seguir lo que está ocurriendo en Bruselas.
Pero, de cualquier forma, muchos están haciendo lo que pueden para protegerse financieramente, comprando aparatos electrodomésticos y joyería o incluso pagando de antemano sus impuestos para que, de esa forma, hayan atendido una obligación financiera si terminan perdiendo algunos de sus ahorros en alguna bancarrota bancaria, como les ocurrió a depositantes en Chipre bajo un plan de rescate bancario, allá en 2013.
“Pánico no empieza a describir cómo se siente la gente”, dijo Antonis Mouzakis, contador en Atenas. “Tengo un enorme número de clientes que quiere presentar su declaración fiscal justo aquí, justo ahora, para que se calcule el impuesto y sea pagado al instante, antes de un posible recorte. Incluso si el impuesto asciende a 40.000 ó 50.000 euros, lo pagan todo de contado”.
Un joyero griego, George Papalexis, dijo que un cliente lo había abordado el miércoles buscando comprar un millón de euros en mercancía. Sin embargo, Papalexis, el director de operaciones de Zolotas, dijo que se había negado porque estaba más cómodo quedándose con las joyas que teniendo el dinero en bancos griegos.
“No puedo creer que ahí estaba yo, rechazando una oferta de un millón de dólares”, dijo. “Sin embargo, tuve que rechazar el trato. Es una medida del riesgo que enfrentamos”.
Mouzakis dijo que muchas empresas también estaban intentando saldar sus deudas rápidamente, reacios a deber dinero si sus depósitos sufren un impacto en un acuerdo para rescatar a bancos griegos. Otros no quieren aceptar pagos por la misma razón. Cuando bancos en Chipre tuvieron que ser rescatados en 2013, depositantes con más de 100.000 euros perdieron aproximadamente 40 por ciento de su dinero.
Sin embargo, la gente también está haciendo lo que puede individualmente para protegerse. Por la noche, muchos de ellos caminan por la ciudad en busca de cajeros automáticos que no han sido vaciados. Otros están usando computadoras para distribuir el dinero entre varias cuentas o con parientes, reduciendo el total en cada cuenta.
Con el cierre de bancos, los griegos están limitados a retiros de 60 euros ó 66 dólares al día de los cajeros automáticos y no pueden hacer transacciones internacionales, factores que han destrozado ya algunos negocios.
La subasta en el mercado de pescado del centro de la ciudad, donde es obligatorio pagar con efectivo, tuvo escasa concurrencia este miércoles, dejando a los pescadores temblando. Sin embargo, hay también problemas más mundanos. Los cajeros automáticos solo dan billetes de 20 y 50 euros, y todo parece indicar que se les están acabando los de 20 euros. Las tiendas están teniendo cada vez más problemas para encontrar cambio.
Algunos negocios han empezado incluso otra ronda de despidos. “Mi jefe llegó y dijo: ‘Todos vamos a morir’”, dijo una joven mujer que trabaja para una pequeña agencia de viajes en Atenas. “Él nos reunió a todos, de verdad, para decirnos eso”.
Después, redujo su horario a dos días por semana. Y agregó que su jefe estaba “completamente, totalmente en pánico”.
La agencia no ha sido capaz de emitir boletos esta semana porque agentes viajeros de Grecia han sido bloqueados del sistema mundial de boletaje.
Los farmacéuticos empezaron a sentir el acicate casi de inmediato cuando los bancos cerraron, ya que la mayoría de los fármacos son importados y ellos no tenían forma de pagarlos. Michalis Moschonas, farmacéutico en Atenas, dijo que sus clientes se habían preocupado, aunque entendieran, cuando él tuvo que rechazarlos. Él también fue comprensivo, permitiendo que mucha gente que era incapaz de conseguir suficiente dinero para pagar su medicina le debiera dinero. “Tengo incontables pagarés detrás del mostrador”, dijo.
Un contratista en una empresa de energía griega, quien habló con la condición del anonimato, dijo que su empresa había pagado todos sus impuestos del año la semana pasada para reducir los fondos que pudieran ser sometidos a un impuesto sobre los depósitos.
“Incluso estoy pensando en comprar un auto, aunque no lo necesito, para reducir mi balance de efectivo”, dijo. “La gente quiere su dinero en activos físicos, no en el banco”.
Su madre, dijo, le pidió que le ayudara a abrir nuevas cuentas en línea en tantos bancos griegos como fuera posible, para dividir los ahorros de su vida en fragmentos menores.
En cierta medida, el temor ha impulsado algo similar a una juerga de gasto. Por supuesto, millones de griegos no tienen nada que gastar después de cinco años en los cuales el desempleo se disparó por los cielos, hasta más de 25 por ciento.
Sin embargo, algunos sin probabilidades de enfrentar complicaciones por la pérdida de un porcentaje de sus depósitos bancarios también están gastando. Vassilis Bekiaris, de 29 años, dijo que conocía a dos hermanos que habían pasado por lo que probablemente fue una imprudente juerga de compras, temiendo un recorte a sus ahorros. Uno que tenía solo 1.000 euros en su cuenta compró un iPhone. El otro tenía 10.000 euros pero, creyendo que podría perder 20 por ciento, compró el equivalente de 2.000 euros en ropa.
“Todo lo que ambos lograron fue apuntalar un poquito la economía”, dijo Bekiaris.
Si bien pensionados y otros que necesitan dinero en efectivo enfrentaron dificultades, algunos empleadores que estaban atrasados en pagos a sus empleados los sorprendieron tras cavar en sus cajas de seguridad y presentar dinero en efectivo en vez de arriesgarse a perder dinero por las condiciones de un rescate bancario.
Unas cuantas empresas, preparadas para los cierres de bancos, estaban listas para pagarles con efectivo a sus agradecidos empleados. El grupo Petsas, perteneciente a una familia, que fabrica una diversidad de productos desde biodiesel hasta ropa de algodón, les pagó a todos sus trabajadores, alrededor de 130 personas, en efectivo.
"No queríamos que estuvieran parados en filas durante horas para obtener 60 euros", dijo Vasilis Petsas, el director de la empresa.
"Realmente fue una agradable sorpresa", dijo Effrosini Malamou, asistente administrativa de 23 años de edad. De cualquier forma, ella no podía acceder a sus ahorros para pagar sus planes vacacionales.