Las muertes de Emanuel Ortega y Cristian Gómez, originadas en canchas de fútbol en mayo de este año, llevaron a la dirigencia a tomar medidas de seguridad.
Emanuel Ortega murió el 14 de mayo en el Sanatorio Mitre, tras once días de agonía luego del grave traumatismo de cráneo que sufrió al golpear su cabeza contra la pared de base del alambrado de la cancha de San Martín de Burzaco, el equipo en que jugaba, ante Juventud Unida por la Primera C.
Ortega, jujeño de solo 21 años, murió justamente el Día del Futbolista. La AFA y los clubes emprendieron el trabajo de ir cubriendo con colchonetas las bases de los alambrados perimetrales.
Sólo diez días después, Cristian Gómez, de 27 años, jugador de Atlético Paraná, se desplomó cuando jugaba ante Boca Unidos en Corrientes. Hubo maniobras de reanimación cardio pulmonar (RCP). El jugador fue llevado en ambulancia pero murió.
Dos meses antes la AFA había empezado a entregar 148 desfibriladores para que los clubes lo tuvieran listos en las canchas. Sin embargo, con Gómez ni siquiera se usó el desfibrilador, pese a la importancia que le dan los médicos cardiólogos para salvar vidas.
"Cada minuto que pasa se pierde un diez por ciento de la posibilidad de salvar la vida, es decir que si se pierden diez minutos es casi nula la chance de salvar a la persona", contó a DyN en aquel 17 de marzo el cardiocirujano Roberto Peidró, vicepresidente de la Fundación Cardiológica Argentina, ex médico de Independiente y ex arquero de Deportivo Morón..
La Bombonera, por caso, es un estadio "cardioseguro" porque tiene un plan para que un desfibrilador llegue rápido a cualquier punto del estadio, sea en campo como en tribunas.