Hay aspectos que marcan la diferencia entre las gestiones de Mauricio Macri y la de Cristina Fernández. Hoy se marca la realidad aunque pueda lesionar a algunos sectores, mientras que en la última etapa de la “década ganada” mostraban un país inexistente, con valores y logros obtenidos sólo en el discurso.
Es de esperar que este sinceramiento continúe aunque también es cierto que algunos funcionarios deberían medir sus expresiones porque muchas veces pueden lesionar a personas que, desde el lugar en que se encuentren, también contribuyen a que el país crezca.
Son numerosos los ejemplos a los que podríamos recurrir, pero vamos a referirnos sólo a dos. El primero de ellos, a las afirmaciones de Elisa Carrió. La diputada por Cambiemos ha hecho mucho a favor de esclarecer los hechos de corrupción que se sucedieron durante la gestión kirchnerista. Sus denuncias han tenido la suficiente base de sustentación que han contribuido abiertamente al accionar de la Justicia. Nadie duda entonces del accionar ni de la buena voluntad de la legisladora, pero al referirse al decreto de necesidad y urgencia que eliminó los feriados puente, sus palabras opacaron sus buenas intenciones: “La gente tiene que trabajar más, porque en este país no trabaja nadie”. Carrió no tuvo en cuenta que en la Argentina hay millones de personas que trabajan y lo hacen honestamente, que defienden su fuente laboral y que muchas veces lo hacen percibiendo magros salarios. En la misma nota inclusive cayó en una contradicción, al justificar las vacaciones de la gobernadora de Buenos Aires a pesar de las inundaciones, destacando que “esa chica está exhausta”.
El otro ejemplo se da con el actual ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Sergio Bergman. De acuerdo con el decreto de creación, su ministerio debe “coordinar las políticas del Gobierno nacional que tengan impacto en la política ambiental, estableciendo la planificación estratégica de políticas y programas ambientales del gobierno nacional”. De él dependen organismos como las direcciones de Bosques y la de Fauna Silvestre, entre otros. Días pasados, mientras los incendios de pastizales habían afectado más de un millón de hectáreas en la provincia de La Pampa, el ministro, que se encontraba de vacaciones fuera del país suspendió su descanso por sólo 24 horas para concurrir al lugar de los incendios.
Vale entonces hacer una comparación con lo que sucede en Chile con los incendios forestales. En el vecino país, ante el fuego que afecta a 150 mil hectáreas de bosques en la zona sur (15% de las afectadas en la Argentina), la presidenta Michelle Bachelet decidió cancelar un viaje a la República Dominicana para participar de la cumbre de presidentes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Para combatir el fuego, el gobierno chileno movilizó a 4 mil personas, entre efectivos militares, bomberos voluntarios y brigadistas, 37 aeronaves, camiones cisterna y maquinaria pesada y solicitó ayuda internacional para combatir las llamas. En la Argentina, el ministro del área, además de intentar salvar responsabilidades, atribuyendo la lucha al gobierno pampeano, dijo que hay que trabajar en conjunto con las provincias y recomendó que “como creyente que soy, para el próximo verano lo más útil que podemos hacer es rezar”.
Tal como lo hemos señalado, es valioso que se diga la verdad, por más dolorosa que sea, pero también los funcionarios deberían extremar la sensibilidad en sus declaraciones, en una sociedad que quedó híper sensibilizada por lo sucedido especialmente en la última etapa del gobierno anterior.