La creencia universal afirma que el costo determina, o por lo menos interviene, en la formación del precio del producto.
Una mirada retrospectiva de las teorías económicas muestran cómo se ha insistido sobre la incidencia del costo en la formación del precio.
Fue opinión de la doctrina escolástica, que en materia económica era posible fijar un precio justo para cada actividad.
Dicha interpretación es incorrecta, por cuanto los precios justos son tantos como transacciones se realizan. En cada intercambio el precio que se acuerda y/o se acepta es el precio justo que permite realizar la transacción. En consecuencia no puede haber un solo precio justo, sino tantos como intercambios se realizan y diferentes apreciaciones subjetivas de utilidad del bien.
También los economistas reconocidos como clásicos opinaron que el valor se determina en función de la cantidad de trabajo necesario para obtener el producto.
El criterio marginal también está errado por cuanto para la comunidad (economía social) todos los costos son variables como lo demuestra la variabilidad de empresas, de técnicas utilizadas, de sistemas administrativos, de habilidad empresaria, ubicación geográfica, etcétera y la variabilidad de los propios costos de cada empresa. Y cuando todos los costos son variables, no existe costo marginal.
También la moderna teoría de oferta y demanda que trata el precio de equilibrio en un sistema de libre mercado, incluye en la curva de oferta los precios de los factores utilizados, es decir, el costo del producto.
Sin embargo, no es lógico considerar que el precio del producto está integrado por su propio costo, que invalidaría el cálculo económico resultante de la comparación pura de costo y precio y porque la realidad muestra todo lo contrario; la suma de los precios de los factores determina el costo del producto y no viceversa.
Consecuencia de la necesidad humana y escasez de bienes y recursos, surge el valor económico, es decir, la apreciación subjetiva de la importancia del bien que satisface la necesidad.
El efecto del valor económico es el precio, es decir, el esfuerzo que se debe realizar para obtener lo que se considera necesario.
El valor económico y su efecto, el precio, no provienen del costo del producto sino de la necesidad. Precio, es consecuencia de la ponderación subjetiva del valor económico o importancia asignada a la necesidad que satisface el bien.
El orden natural no es siempre claro ni evidente. Por el contrario durante mucho tiempo creyó la humanidad que la tierra era plana, el centro del universo y que el sol giraba a su alrededor.
También en materia de precio y costo se confunde el orden de los fenómenos. Lo aparente con la realidad, que dio lugar a la errónea cultura universal que cree que la consideración del costo en la formación del precio es correcta y justa.
Resulta, una vez más, que lo trascendente, lo importante, lo esencial, es lo que no se ve, en este caso, que la actividad económica no comienza con la producción sino antes; su origen es la necesidad humana. Y no finaliza con el consumo sino después, con la satisfacción.
La necesidad humana es la causa principal de la apreciación del valor asignado al bien que la satisface.
No cabe la menor duda, entonces, que son los valores asignados al bien por los consumidores, los que sienten la necesidad del bien que la satisface, los que determinan el precio de los bienes y servicios.
En consecuencia son los consumidores, es decir, la comunidad plena incluidos productores que también son consumidores, los formadores de precios; los que con sus decisiones de compra o no, aumentan, confirman o bajan los precios.
La opinión precedente fue confirmada en Facebook el 26/01/2016 por la abstención conjunta de comprar leche en un supermercado, lo que provocó la disminución del precio desde $ 17 a $ 10,50.
Lo confirma también el fracaso de medidas públicas de fijaciones de precios que sólo consiguen trabar la economía y paralizar los procesos productivos.
Conclusión
Los consumidores tienen la sartén por el mango.
Es incorrecto creer que los productores son los formadores de precios.
Son perjudiciales medidas de fijaciones de precios, ya sea como tal, regulación, administración, convenio o precios controlados.