Los espejos - Por Jorge Sosa

En la peluquería nos fijamos durante mucho tiempo en nosotros mismos y terminamos saturados de una visión que evidencia nuestros defectos.

Los espejos - Por Jorge Sosa
Los espejos - Por Jorge Sosa

Son antiquísimos y recientísimos, concitan la atención de todos los seres humanos y son indispensables para la vida en sociedad: hablamos de los espejos.

En cada casa hay varios de ellos: manuales, de pared, de falsa ventana, de pie, y más. El espejo del botiquín del baño es el más usado, simplemente porque a través de él volvemos a la realidad de los hechos después de haber vivido la realidad de los sueños.

Como utensilios de tocador y objeto manual fueron muy utilizados en las civilizaciones egipcias, griegas y romanas. También en la cultura hebrea, donde eran parte de la fuente de metal que estaba en la entrada del Tabernáculo de la Reunión. Al lavarse los sacerdotes podían ver sus imperfecciones. Se les agregaba, entonces, grabados o relieves, algunos de carácter mitológico en el reverso y sus mangos eran tallados. Se hacían de metal bruñido, generalmente cobre, plata o bronce. Hasta que en el siglo XIII se inventaron los de vidrio y cristal de roca sobre lámina metálica, los llamados espejos azogados. Fueron famosos en los hogares pudientes a partir del siglo XVI. Entonces se hicieron indispensables para mostrar la jerarquía de la familia poseedora.

También ocuparon un lugar muy importante en la mitología y las supersticiones de muchos pueblos. La imagen que en él se reflejaba se identificaba a menudo con el alma del espíritu de la persona: de ahí que los vampiros, cuerpos sin alma, no se reflejen en ellos.

Muchas veces ha sido objeto de preguntas y consultas tal como lo muestra el cuento de Blancanieves ante los requerimientos de la maligna madrastra.

Las mujeres suelen llevar algún espejo en sus bolsos de mano a los efectos de consultar su buen estado facial en el momento en que lo crean conveniente. En el auto son indispensables para saber qué es lo que ocurre atrás y es buena medida mirar a través de ellos con insistencia. Si así lo hiciéramos se evitarían muchos accidentes y, por supuesto, malos momentos.

Hay muchos chistes que tienen que ver con los espejos. ¿Qué es la infidelidad para un argentino? No seguir mirándose en el espejo. Una señora entra en una carnicería y dice:

- ¿Me da esa cabeza de chancho que está ahí?

- Señora, lo que está ahí es un espejo.

Hay que evitar todas las cosas que engordan, balanza, fotos, amigos sinceros y por supuesto: Los espejos. Uno se mira en ellos y comprueba la realidad que es, y nota que algunas partes de su cuerpo tienen una dimensión diríamos inadecuada aunque abultada sería un calificativo mejor. Entonces hunde la panza como para que la cosa se vea mejor pero no ocurre y además no va a andar todo el día escondiendo la panza porque cansa.

Estamos frente a ellos en las peluquerías cuando decidimos adecentar esa pradera (a veces selva) de pelos que llevamos en la cúspide. Y vemos cómo nos vamos transformando debido a la tijera del buen oficiante. Nos fijamos en nosotros mismos durante muchos minutos y terminamos saturados de nosotros mismos, porque la extensa visión hace evidente los defectos que seguramente tenemos.

Son indispensables en las casas de moda, en las zapaterías, en los gimnasios y hasta en las verdulerías para hacernos ver que encajamos bien entre los productos ofrecidos.

Son los espejos, los que después de los 50 años, se ponen lentos de reflejos.

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