Los hashtags o eslóganes virtuales han poblado en las últimas semanas las cuentas oficiales en las redes sociales de los precandidatos. Y de allí se han extendido a la cartelería en las calles y a los ploteados de los vehículos usados para hacer proselitismo.
Desde las últimas elecciones presidenciales en 2015 las redes sociales han alcanzado un nivel protagónico en las campañas electorales que antes estaba reservado para la radio, la televisión y la publicidad callejera.
Para las legislativas de 2017 la tendencia se acentuó y hoy en Mendoza, los referentes de las principales fuerzas políticas tienen cuentas oficiales que usan para dar a conocer sus actividades, mostrar su postura e ir orientando el voto de la ciudadanía.
En este juego de las redes y las audiencias es donde entran los hashtags o etiquetas, que nacieron en Twitter como una herramienta para ordenar palabras clave en la selva de los 140 caracteres.
De esta forma, los usuarios pueden seguir fácilmente los temas que les interesan. Algunos casos que se viralizaron en el mundo son, por ejemplo, #NiUnaMenos y #Metoo, etiquetas bajo las que se denunciaron y compartieron casos de violencia hacia las mujeres.
Actualmente, estas etiquetas se trasladaron al mundo de la política pero no cumplen su función original sino que se parecen más a eslóganes de campaña.
"El hashtag dejó de ser una herramienta tecnológica que recoge mensajes para ser una versión básica del eslogan en el que el político traslada a la audiencia las bases de su campaña encerrando un concepto. No cumple su función original, que era generar hilos de conversación abiertos a todo el mundo", explicó Gabriel Caruana, publicista de la agencia mendocina Polenta y ex director de Comunicación Digital y Redes Sociales durante el gobierno de Francisco Perez.
"El hashtag en términos de marketing político y de producto se usa como una firma y solo reafirma conceptos", agregó.
Por su parte, el consultor en estrategia y comunicación política Mario Riorda comprobó que las etiquetas no garantizan viralización del mensaje. "Una de las funciones clave del hashtag es la unificación de una idea o un concepto con una tribu o en grupos de intereses afines. Pero el uso de la etiqueta va en declive porque no hay un padrón que denote un aumento de la viralidad", detalló.
"En las redes se usa cada vez menos. Siguen vigentes en Instagram pero esta red ha modificado los algoritmos y ahora castiga a las publicaciones que tienen más de cinco hashtags", completó Riorda.
¿Son efectivos?
Según el Centro de Estudios Superiores de Comunicación y Marketing Político de Madrid los hashtags de campaña deben ser sencillos para no confundir a las usuarios (evitar los números largos), concisos y breves para que se pueda entrar en los mensajes, fáciles de usar para que se puedan sumar a las conversaciones y originales para dar una marca propia al candidato. Uno de los objetivos es que la campaña se viralice.
Un ejemplo de caso exitoso en la materia fue en 2015 el #YovotoaMM, con el que Mauricio Macri invitó a sus seguidores a postear una foto de sus rostros junto a la etiqueta en todas las plataformas. La iniciativa alcanzó los 80 mil tuits y fue uno de los temas más hablados en el mundo.
Por su parte, la propuesta de Daniel Scioli #MiVictoria, para que los seguidores compartieran sus experiencias personales, llegó a ser uno de los más hablados en el país. Pero en Mendoza el panorama es diferente.
Según los especialistas, los hashtags solo alcanzan a un sector. "En general su uso se limita a la campaña, al político y a la militancia. No hay un sinfin de mensajes de la ciudadanía. Solamente cumple la función de aglutinar alrededor de un mensaje de campaña a la militancia", dijo Caruana.
“Es casi un elemento decorativo de la campaña. Le da al candidato la posibilidad de mostrarse un poco digital y más moderno usando un lenguaje que se relaciona con el ecosistema digital”, amplió.
Por su parte, Riorda prefiere hablar de tribus o de grupos de intereses afines en vez de militancia, e insiste en que no está probada la efectividad del uso de las etiquetas.
“Durante las campañas se trata de que las etiquetas duren ese periodo; se usan como un refuerzo, o durante un acto generan un fenómeno. Se recomienda que sea breve. Pero su uso no es necesariamente efectivo”, sintetizó.
En el estudio "Gobernautas y ciudadanos", coordinado por Riorda, se arribó a la conclusión que menos de la mitad (43%) de los retuiteos (reproducción de un mensaje en Twitter) tenía un hashtag.
“Las etiquetas no son tan efectivas para lograr una máxima viralidad, que es uno de los objetivos centrales en Twitter”, dice el libro en el apartado dedicado a las etiquetas.
Qué es un hashtag
El hashtag es una herramienta para categorizar posteos por palabras clave. El signo numeral (#) va antes de la palabra clave o frase para facilitar la búsqueda. Cuando un usuario hace clic en la etiqueta de un mensaje se muestran otros tuits de la misma temática.
Puede estar en cualquier parte del posteo y si es muy popular puede convertirse en tendencia (lo más hablado) de un país o del mundo. Estas etiquetas no admiten espacios ni signos de puntuación. Para mejorar la lectura, los especialistas sugieren el uso de mayúsculas en la primera letra de la palabra.
Casos locales
#MEJORPARAMENDOZA. Del oficialista Rodolfo Suárez. También usa #RodyGobernador y #Rody2019.
#HAYOTROCAMINO. De la kirchnerista Anabel Fernández Sagasti. Otros: #NuestroTiempo y #TenemosFuturo.
#HAYEQUIPO. De Alejandro Bermejo, que suma #ElegíAlejandroBermejo.
#PRIMEROVOS. El que eligió Omar de Marchi.
#MENDOZASINGRIETA. José Luis Ramón también usa #LaFuerzaDeLosMendocinos.