Los enterados - Por Jorge Sosa

Todos los argentinos tienen cosas que decir sobre lo que pasa en el país.

Los enterados - Por Jorge Sosa
Los enterados - Por Jorge Sosa

Cuando un niñito da muestras de saber, de tener ingenio, de conocer cosas que habitualmente no son de su edad, decimos: "Es un niñito enterado".

Quiere decir que maneja situaciones que tal vez no sean para su edad, pero las entiende y las manifiesta.

Pues el argentino es un enterado, no sé si un niñito, pero enterado al fin. Todos los argentinos tienen cosas que decir sobre lo que pasa en el país, porque saben, tal vez no con profundidad, pero conociendo aunque superficialmente, aquellos temas que hacen al devenir del país.

Uno va al bar y el mozo le conversa sobre el tema de los impuestos como si fuera un experto en tributo; uno sube a un taxi y el tachero conoce los acontecimientos que están ocurriendo y puede hablar de cualquier tema, desde el fútbol hasta la política.

Uno va a la peluquería y puede recibir lecciones de lo que está ocurriendo, uno va a la verdulería y tiene, por parte del verdulero, su versión de la inflación, el dólar y los motivos de los aumentos.

No es un país que cualquier gobierno pueda encontrar inadvertido. Lo que ocurre será analizado de arriba hacia abajo, de izquierda a derecha, por todos los que soportan lo que ocurre. El argentino sabe lo que le está pasando y opina sobre ello.

Somos un pueblo de opinadores y también de disconformes. Es muy difícil encontrar unanimidad en nuestro país. Si repasamos la historia vamos a encontrarnos que aun los hombres de aquel Mayo inicial tenían sus detractores; vamos a encontrar que aun con San Martín en Cuyo preparando el ejército libertador, había en el país numerosos argentinos que se oponían al propósito.

No debe de ser fácil gobernar un país de gente enterada, porque no todas las decisiones que toma un gobierno son claras, no lo son ni hasta para el mismo gobierno, entonces repercute la incertidumbre en la calle, en las multitudes y la crítica aparece con el filo bien preparado.

Somos disconformes aun en las cosas que nos son beneficiosas. Sí, claro, me compré un auto nuevo pero no sabés lo que gasta y tengo miedo que cuando se rompa no se consigan repuestos.

Sí, claro, me dieron la casa que me habían prometido pero el lavadero está al aire libre y es todo un inconveniente que me va a costar unos mangos para solucionarlo. Sí, claro, se recibió el Nene. Ahora hay que ver si consigue trabajo, porque la mano está muy dura.

Muchos, disconformes con el país, buscan abrevar esperanza en horizontes lejanos. Los argentinos tenemos los pasos fáciles. Entonces aparece el horizonte de Europa como el más propicio, o algún país latinoamericano que se presente como alternativa válida.

Y solo cuando nos vamos, y estamos en los lugares elegidos, nos damos cuenta de que no todo lo que brilla es oro y que a veces lo que de lejos parece fácil desde cerca es muy difícil.

Que se cuiden los señores que están en la cumbre, porque en el llano no nos tragamos todos los sapos y cuando nos indignamos, pueden ocurrir circunstancias dolorosas. No por nada Perón, hablando de los díscolos, decía: "El pueblo hará tronar su escarmiento".

Estaba diciendo que el argentino sabe que lo están currando, y tal vez deje pasar el tiempo, pero a la hora de protestar bien puede derrumbar gobiernos (ejemplos sobran).

El argentino es un "enterado" y que yo sepa, nunca lo he visto, pero aquí nadie come vidrio.

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