Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
Mayo comenzó con un nuevo ajuste en el precio de los combustibles y juran que fue el último del año, pero este aumento ya compromete al índice de precios que, sin los incrementos tarifarios, ya estaría en su fase estructural por debajo del 2%. El Banco Central comenzó una tímida baja de tasas y el dólar no atina a subir por la liquidación estacional de exportaciones de granos, a pesar de estar disminuidas por los efectos de las lluvias y las inundaciones.
Con este panorama, todos hablan esperanzados del segundo semestre, aunque no se sabe muy bien en qué basan las esperanzas. El primer dilema a resolver es el de la inflación y para eso es útil tratar de analizar qué medidas ha tomado el gobierno en este sentido.
En principio, los aumentos de tarifas están destinados a bajar los importes abonados por subsidios desde las cuentas nacionales. Y si bien se habla de un aumento importante, la aparición de tarifas sociales hace que tal disminución no tenga la jerarquía que haría falta. Pero por cuestiones sociales –comprensibles- dicen que lo completarán el año próximo.
Con eso se consigue bajar algo el gasto total y el déficit. También ayudó la paralización de las obras públicas, pero esto es pan para hoy y hambre para mañana porque el sector se retrae y se generan pérdidas de fuentes de trabajo.
Por lo demás, las acciones del gobierno son anuncios que generan mayores gastos. Desde la asignación universal por hijo, los aumentos de los subsidios familiares, los anuncios de obras en todo el país y otros como la devolución del 15% de coparticipación a las provincias, solo comprometen gastos. La suba del mínimo no imponible de Ganancias son menos ingresos y la ecuación del ahorro no cierra.
Es verdad que son tantas las distorsiones que hay que corregir que cuando se corrige una se complican las situaciones en varios sectores, pero la realidad es que el gobierno hace anuncios todos los días y no termina de dar una idea de un camino cierto y perceptible para que los ciudadanos estén dispuestos a transitar el cambio de sistema viendo una luz a final del túnel.
La otra mitad del año
Varios analistas ensayan cálculos y, como todo pronóstico, están sujetos a muchas variables de comportamiento desconocido. No obstante, la mayoría estima que habiendo terminado los ajustes tarifarios, es posible que junio comience a mostrar una declinación de los índices, que debería consolidarse en el segundo semestre, pero en torno al 2% mensual, dependiendo de la fuerza de la demanda y el impacto de los aumentos salariales.
Las proyecciones, tomadas en promedio, indican que la inflación del primer semestre, es decir, desde enero a junio, cerraría en torno al 22%, mientras que bajaría en el segundo semestre para totalizar un 34% anual. Las proyecciones para 2017 darían un número cercano al 24%, dependiendo de los nuevos ajustes tarifarios.
Lo grave de todo esto es que estos cuadros inflacionarios se darán en un marco recesivo. En un informe reciente la agencia Moody's calculó una retracción del 1,5% en el PBI en 2016, mientras que para 2017 las proyecciones son modestas.
Otro de los temas que preocupan es cuál será el nivel de la tasa de interés que fijará el Banco Central en las licitaciones de Lebac a partir de julio próximo y son varias apuestas. Los más optimistas esperan que se reduzcan rápidamente, aunque reconocen que será difícil que estén por debajo del 24% (partiendo de la tasa actual de 37,5%).
Otros, más cautelosos, creen que ese horizonte de tasa del 24% se alcanzará a fin de año después de un proceso de baja gradual.
Argumentan que no ven espaldas políticas en el gobierno para seguir generando impactos. Además, bajando la tasa de forma gradual conseguirían que la actualización del valor del dólar también se produzca en forma gradual de manera de generar nuevos pánicos.
El dólar, el gran interrogante
Demás está decir que una de las grandes dudas en empresarios y operadores será la variación que podría tener el valor del dólar en los próximos meses. Es tanta la sensibilidad que la economía argentina tiene a la variación de la divisa que, como siempre, aparecen apuestas de todo tipo.
Algunos analistas sostienen que el gobierno no quiere que se escape y que tampoco se indexe al ritmo de la inflación. Para ello confían que entre los bonos que emitan las provincias más los que emitan las empresas, pueden ingresar unos 6.000 millones de dólares. El gobierno no computa lo que pueda ingresar por exportaciones ya que se compensará con importaciones y si hubiera saldo favorable sería adquirido por el Banco Central para hacer frente a los vencimientos de deuda externa que restan hasta fin de año.
Estos sectores creen que el gobierno, moviendo de a poco la tasa, mantendría controlado el precio de la moneda norteamericana en torno a los 16 pesos, repitiendo la estrategia kirchnerista de usar al dólar como ancla anti inflacionaria. Esta posibilidad no debe descartarse ya que el gobierno no quiere estampidas de precios pero con tasas altas y dólar bajo no hay chance de recuperación de la economía, ni en el mercado interno ni por las exportaciones.
Otros apuestan a que el dólar podría llegar a los 20 pesos entre diciembre y marzo próximos dada la abundante liquidez del mercado dado que, a su vez, la demanda privada no crecería demasiado por los efectos recesivos. En esos valores podrían reactivarse exportaciones, pero con el ingreso de cosecha gruesa del primer semestre ese valor podría descender.
Esta son algunas de las interpretaciones que se hacen a partir de leer las operaciones que se negocian en el mercado de futuros del Rofex, aunque, como se sabe, son apuestas. Todavía hay mucha incertidumbre.
Los puntos en duda están acerca de la evolución de la crisis política de Brasil y las consecuencias que podría tener sobre nuestro mercado. El otro interrogante pasa por las decisiones que pueda tomar la Reserva Federal de Estados Unidos con la tasa. Si volviera a aumentar pondría al dólar en suba pero haría caer los precios de las materias primas. El segundo semestre está cerca y veremos muchas más especulaciones en los próximos meses, en los cuales la evolución de los índices de precios serán fundamentales.