"Prefiero aprovechar el tiempo para dormir un poco más"; "me tengo que poner al día con 'Juego de tronos'" o "estoy con mucho estrés" parecen haber reemplazado a la tradicional excusa o argumento de "hoy no, me duele la cabeza".
Con bastante timidez (y con un no rotundo ante la pregunta de si se las puede identificar con nombre y apellido en esta nota) estas fueron algunas de las respuestas más comunes recabadas por Los Andes para confirmar también en Mendoza la hipótesis que formula David Spiegelhater en su libro "Sex by numbers": las parejas -sobre todo, estables- mantienen un promedio de tres encuentros sexuales al mes.
"Con suerte llegamos a las tres", acota en forma de sincericido Martín -sólo accedió a que se publique su nombre-, con una mueca de preocupación y hasta de resignación.
Generalizar siempre es peligroso. Pero si bien no se trata de una conducta universal, se puede hablar de una tendencia que no sólo está detallada por el mencionado investigador de la Universidad de Cambridge (Inglaterra), sino que cuenta además con otro estudio, el de General Social Survey (GSS, en Estados Unidos), que brinda detalles llamativos sobre la frecuencia sexual, al menos en el país norteamericano. Según un informe -publicado por el diario La Nación y basado en dicho estudio-, el 23% de los estadounidenses reconocieron no haber mantenido relaciones sexuales a lo largo de todo el 2018.
Conexión y desconexión
Argentina y Mendoza no están ajenos a esta tendencia, y es algo que observan los terapeutas y sexólogos cada vez de forma más común. "Las pareja tienen sexo cada vez con menos frecuencia. Es una situación que se ve muy seguido y tiene que ver con el ritmo de los tiempos actuales. Ni hablar si se hace una comparación con los años 90. Hoy hay más tecnología y más conexión en ciertos aspectos, pero paradójicamente tenemos menos tiempo para conectarnos íntima y personalmente con alguien", resumió a Los Andes el psicólogo y sexólgo Germán Morasutti.
"El deseo hace varios años que se muestra en baja. Y si antes las consultas eran en su mayoría por distintas disfunciones (como la eyaculación precoz) ya no son las principales. Ahora la consulta más recurrente es por la falta de deseo", aseguró, por su parte, la también psicóloga y sexóloga, Alejandrina Román.
“Hay cosas que podríamos decir que tienen que ver con el control de la especie. Y uno le va poniendo ciertos anticonceptivos a la especie porque se va cayendo del planeta”, dijo, casi en plan filosófico.
Más conexión pero menos conectados
Para Morasutti, en la actualidad el celular no es simplemente un aparato para comunicarse telefónicamente: le permite a uno mantenerse también conectado con el trabajo, con la familia y con otros grupos. "Hay una hiperconexión que te conecta con mucha gente. Pero, a la vez, te distancia. Y el espacio de conexión sexual se torna más difícil de conseguir", resume Morasutti.
Para el psicólogo y sexólogo, es clave generar y crear esos espacios para poder conectar con la intimidad de una persona. "Una de las primeras recomendaciones que suele hacerse en las consultas es poder desconectarse del celular o de la tecnología en general, y luego encontrar el espacio de placer adecuado para la intimidad. Y no sólo en lo sexual, también cuando uno sale con amigos. Como se ve, algunos grupos están empezando a dejar el teléfono en una canasta para que nadie esté pendiente de él", ejemplifica.
"Estamos sobreerotizados por los medios de comunicación, pero eso no se lleva a la pareja. La falta de tiempo, las necesidades económicas o el fenómeno Netflix -por ejemplo- van incidiendo en la falta de de deseo y en espacio de intimidad", destacó Alejandrina Román, quien incluso advirtió que la pareja se va "deserotizando" y deja de buscar ocasiones de encuentro.
Una suma de factores
Pero no es sólo la tecnología o la imposibilidad de desconectarse lo que repercute en la baja del deseo. "Existe otro fenómeno que se observa mucho en los hombres, principalmente, y tiene que ver con el consumo sin límite de pornografía en internet. Esto produce conductas adictivas y hasta frustrantes, si se tiene en cuenta que la persona luego pretende realizar un acto semejante al de esos videos (que son trucados). Es imposible de realizar en la realidad, y eso lleva a la frustración", resumió la especialista. Al respecto, Román agregó que en circunstancias de una vida acelerada, la autosatisfacción lleva a la sexualidad exprés, no vinculable con la pareja. "Satisfago rápidamente la tensión sexual y listo", indicó.
Morasutti por su parte se refirió a otras características contemporáneas que inciden y refuerzan esta tendencia de baja de deseo sexual.
"La sexualidad es algo que se expresa de una u otra forma, siempre. Actualmente hay personas que tienen una sexualidad muy activa, manifestada en la exposición en las redes. Sin embargo, en el momento de encontrarse en persona o en la intimidad con el otro, no saben cómo actuar", resaltó.
En parejas jóvenes con hijos chicos, encontrar el momento indicado suele ser un desafío. "Tengo dos hijos de 4 y 7 años. Apenas logro hacerme tiempo para estar con ellos. Es utópico pensar en un momento de intimidad con mi novio", resumió Florencia. Y en esa frase se resume también la situación de cientos de personas.
Todos los caminos conducen al celular
Tanto para Alejandrina Román como para Germán Morasutti, si la intención es salir de la "meseta erótica" y la falta de deseo, es fundamental desenchufarse del celular.
"A la tecnología hay que utilizarla positivamente. El WhatsApp puede ser un elemento que predisponga a la pareja también. Quizás música, mensajes o distintos códigos que tienen las parejas pueden pasar por ahí. Son detalles que pueden llevar a que esté más predispuesta la persona y hasta provocar, trascendiendo la falta de voluntad", indicó Román, quien también reivindicó el recurso de lo lúdico en lo sexual como estimulante.
"Hay que aprender a jugar, a proponer cosas distintas. Cambios de roles que pueda movilizar el humor y que lleven a la persona a divertirse en el encuentro. Eso estimula, erotiza", acotó la especialista. Además, indicó que -en la medida de lo posible- es fundamental también que aquellas parejas que tengan hijos chicos encuentren un espacio de intimidad de forma periódica ("al menos una vez por semana hay que tratar de dejar a los niños con los abuelos", ejemplificó).
"Sin sexualidad se puede vivir. Pero como es una energía de vida y que vincula con el otro, es recomendable que no se pierda la vida sexual. Porque se puede poner en riesgo a la pareja", sentenció.
Para Morasutti, en tanto, resulta fundamental generar los espacios adecuados y darles prioridad, así como también fijar pautas para los encuentros sexuales (sin que esto signifique programarlos automáticamente).
"Es algo que se tiene que pactar. Podemos arreglar el hecho de quedarnos solos con la otra persona, de cenar juntos, de ver una película tranquilos y de generar todo el ambiente. Hay que crear todo el momento placentero. Porque si esperamos a que se dé el espacio mágicamente, no se va a dar", sintetizó.
"Si la pareja se siente feliz teniendo relaciones tres veces al mes, no tiene nada de malo. Es algo personal. El tema es cuando uno no quiere tener esa frecuencia, y no sabe cómo intensificarla", se explayó el sexólogo.