"No tenemos nada que ver con el hecho", esa fue la declaración que realizaron Diego Roque y Oscar Portillo, los dos sacerdotes acusado de una serie de abusos sexuales.
Los monjes del monasterio del Cristo Orante, ubicado en la paradisíaca zona de Gualtallary, a 14 km de Tupungato optaron por hacer una breve declaración ante los fiscales del Valle de Uco y luego indicaron que preferían no someter a un interrogatorio.
Roque y Portillo son dos religiosos de Buenos Aire que llegaron a Mendoza en 1995 invitados por el entonces Arzobispo de Mendoza, monseñor José María Arancibia, quien tenía interés que en que hubiera vida monástica en la región. Ahora están detenidos: desde el jueves están en celdas de la Alcaidía de Tunuyán.
De esta forma, la sencilla vida que llevaban hasta ahora -8 horas de oración, 8 de trabajo (manual o intelectual) y 8 de descanso (sueño, comidas, recreos), se ha visto alterada.
¿Qué tienen las computadoras?
La semana próxima el fiscal Facundo Garnica -subrogando a Jorge Quiroga- y el jefe de la Fiscalía del Valle de Uco, comenzarán a tomar declaraciones.
No sólo declarará nuevamente el denunciante sino también su mujer y sus padres.
Además ya han sido citados otras cuatro personas que estarían al tanto de cuestiones relacionadas con el caso.
Por otra parte, los investigadores quieren conocer el contenido de computadoras que le fueron secuestradas a los monjes en el monasterio y que podría arrojar datos que ayuden a consolidar la investigación.
Durante el allanamiento realizado el jueves, también se secuestró documentación que se agregó a la causa.
Fuerte imputación
Por ahora Roque y Portillo están implicados en una larga serie de presuntos abusos que habrían ocurrido desde 2009 a 2015, según del denunciante.
Estos hechos se habrían producido en el monasterio y también en Ciudad, en la vía pública.
Las imputaciones son las siguientes: abuso sexual agravado por acceso carnal; tentativa de abuso sexual agravado por acceso carnal; abuso sexual simple agravado por ser figura de autoridad; corrupción de menores y corrupción de mayores.
Uno de los curas está más complicado porque tiene la imputación más grave (abuso sexual con acceso carnal); en tanto que el otro está imputado por el mismo delito pero en grado de tentativa. Luego, ambos comparten por los restantes figuras penales.
En ningún caso los sacerdotes actuaron conjuntamente en los presuntos ultrajes que se investiga.
Si bien la denuncia se realizó hace un par de meses, la investigación recién comienza pero ya tiene algunos elementos que le dan cierto espesor.
Es que tanto las pericias psicológicas, como las físicas aportarían elementos para sostener la denuncia.