Pasó un 2019 de fútbol femenino en la provincias con pro y contras. Lo bueno para potenciar y lo malo para enfocarse en un 2020 de crecimiento. Puntualmente, la Liga Mendocina se destacó desde un principio por querer darle impulso a la rama, donde los equipos asumen las competencias con un fin, más allá del título como las oportunidades de las jugadoras y la visibilización.
Lejos estamos del profesionalismo pero el ir paso a paso es importante y la constancia en ser parte de la competencia es valioso como vidriera hacia los equipos de Buenos Aires, el exterior o seleccionados. Sin embargo hay falencias en el aspecto dirigencial de los clubes que repercuten gravemente en el desarrollo de este fútbol femenino de Liga Mendocina que se frena mientras sus alrededores se enriquecen deportivamente.
Nos referimos a que estas falencias producen un éxodo de equipos hacia otros torneos no oficiales que a la vez que se ven fortalecidos como así también las ligas departamentales. Esto se debe en primer lugar a los costos de los torneos que tienen los equipos, a la falta de interés de sus consejeros o coordinadores deportivos como representativos y defensores de los intereses de las chicas, y a la falta de maduración del deporte en escuelas formativas -aunque hay excepciones-.
Analicemos cada aspecto.
La Liga Mendocina se viene desarrollando desde hace varios años con un departamento de fútbol femenino pero que cada temporada que pasa, no se visibiliza su evolución. Esta Liga está frenada en cuanto a lo organizativo.
Y para ser más claros haremos un repaso de lo ocurrido el último año. En el Apertura del 2018 fueron 22 equipos los inscriptos para jugar el campeonato. Se bajaron de a poco (San Martín, Palmira, Lavalle, Maipú Blanco, AMUF B/Villa del Parque, Leonardo Murialdo, Sportivo Banfield) y para el Clausura fueron 12 después de que al término del anterior torneo el CEC y Gutiérrez anunciaran también su salida. El motivo fue el valor de las planillas a pagar, superando los 4500 mil pesos.
Dirán que el aumento es justo por la inflación en cuanto a lo que significó los pagos a árbitros (2), seguro y médicos. Pero -a excepción de Las Pumas, Godoy Cruz, Gimnasia, Talleres, Independiente y Maipú el resto son planillas que en la mayoría debieron ser abonadas por las mismas jugadoras a fuerza de rifas y ventas de empanadas. O los clubes aducen no poder sostener ese gasto para el femenino, dando prioridades a otras divisiones como sucedió con el CEC. Y nuevamente las chicas fueron las postergadas.
Esta baja importante de participación llevó a replantear los costos en reuniones del consejo de la entidad madre y si bien se pactó no aumentar más en el año, en octubre fue impostergable.
Pero esto no se reduce solo en precios de planillas, porque lo que más adolecen las futbolistas es no verse representadas por sus consejeros a la hora de pelear intereses y proponer soluciones.
Las integrantes de cada equipo no se ven representadas y sienten una distancia abismal con quienes deben pelear por ellas. Y es una constante desde hace varias temporadas.
A principio del Clausura 2019, se resolvió en la Liga Mendocina que el Consejo no debían ser integrado por los técnicos ni jugadoras porque ellos sólo deben concentrarse en entrenar y jugar. Y con atino, eso se aceptó bien. Pero no todos los consejeros tuvieron asistencia perfecta en las citas por el femenino en la Liga, y tampoco son los que -como dijimos- acompañan el día a día de las jugadoras evidenciando la gran distancia a la que hicimos referencia.
Por lo que para poder encausar un torneo con perspectiva y progreso, debería haber un fuerte compromiso dirigencial con las jugadoras y entrenadores, cosa que no todos los clubes cuentan. Sin esto, y dejando a un equipo casi a la deriva, no se aporta a obtener logros produciendo un fuerte desinterés no sólo del público, sino también del mismo club para darle un lugar importante e inclusivo.
A su vez, esta sensación de no sentir apoyo produce el éxodo de equipos en el torneo, lo cual explica tantas bajas en el 2019. Sin embargo, se vieron beneficiados los torneos no oficiales con los que con un costo mínimo, pueden desarrollar la actividad sumando títulos y sin decaer el nivel competitivo. Torneos paralelos, no sólo de cancha de 7 sino de 11, aumentaron en el último año.
Además, ligas departamentales tomaron fuerza para desarrollar el fútbol femenino de la región, como es el caso de la Rivadaviense, Sanrafaelina y Sancarlina, y próximamente la Tunuyanina. Esto es muy positivo si tomamos en cuenta que cada zona podrá coronar, visibilizar y impulsar el fútbol femenino para que desde el Consejo Federal y AFA ponga los ojos en sus protagonistas, sin reducirse solo en la Liga Mendocina.
En estas ligas, los costos para jugar son menores: el valor de planillas en la Liga Rivadaviense (12 equipos) no superaron los 1600 pesos (con un árbitro) y en algunos casos incluye los gastos de traslados con el masculino para evitar el esfuerzo extra y la distracción de las jugadoras. En tanto que en San Rafael, que contó con 25 equipos en competencia y el próximo año tendrá Primera A y B, costó 1200 (los clubes se hacían cargo de la planilla salvo la terna arbitral que fue abonada por cada equipo).
Tomando esta comparación obligará a re evaluar para la rama femenina en Liga Mendocina varios aspectos, sobre todo en los valores de médicos, arbitraje, carnets, y seguros para el 2020.
Por último, y posiblemente lo más preocupante en lo que respecta al futuro del fútbol de damas, es la promoción de este deporte en los clubes y la formación de escuelitas.
Desde que la Liga Mendocina incluyó el fútbol femenino oficialmente, poco fueron los clubes que comenzaron a trabajar con escuelitas. Son contados con los dedos de una mano los que se enfocaron en esto, sin contar a Las Pumas que es un club estrictamente de fútbol femenino. Podemos mencionar a Maipú, AMUF, Independiente, Estudiantes (en convenio con Municipal para jugar el torneo de LMF) y Gimnasia, mientras que las otras instituciones aún no llegan a un número superior para armar equipos por categorías en cancha de once.
El semillero es fundamental para las progresiones, el hallazgo de nuevos valores en seleccionados, para afrontar torneos nacionales, e incluso para tener a representantes mendocinas en la Mayor.
Este año, sólo Las Pumas e Independientes le aportaron al equipo que conduce Carlos Borello para la sub 17, con Chiara Singarella, Aldana Barrionuevo y Anela Nigito. Y otras convocatorias que quedaron en la preselección. Pero cuántas jugadoras más son aptas, por habilidad y técnica, que podrían también estar incluso en la Selección Mayor.
Es fundamental apostarle a las nuevas generaciones, al futuro. Preparar y evaluar constantemente para seleccionados locales durante todo un año. Pensar en amistosos y torneos de roces para seguir creciendo.
Las ideas sobran. Lo que falta es personas idóneas que estén a cargo de un deporte que inevitablemente crece en cada rincón del país. Que los proyectos se lleven a cabo. Que cuando llegue un Regional u otro encuentro, Mendoza no se quede afuera -como ya sucedió-. Pero todavía no la ven venir (o no lo quieren ver).
El fútbol mendocino tiene mucho que ofrecer y es importante que desde los clubes y sus dirigentes puedan potenciarlo y principalmente, valorarlo en todos sus niveles.