¿Cuál es tu día favorito? Algunos eligen el lunes porque está en el comienzo de la semana y es el inicio de muchas posibilidades (aunque son los menos). Otros prefieren miércoles o jueves porque realizan alguna actividad especial, pero la mayoría se vuelca por el fin de semana que actualmente la dan por iniciada ya desde el viernes.
Pero lo que sí es seguro es que ningún amigo te va a invitar a comer un asado el día de Saturno, ni vas a practicar deportes el día dedicado a Thor. Si recibís una sugerencia en nombre de dioses o astros vas a pensar que tu interlocutor mínimamente está loco.
Pero no pasará mucho tiempo hasta que compruebes que tu amigo está en su sano juicio y vos desconocés un par de datos sobre los días de la semana.
Un astro para cada dios (o a la inversa)
En el castellano actual (y en otros idiomas como el italiano) los días de la semana se llaman lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo. Cada uno de ellos despierta en nosotros un sentido especial que podemos asociar al trabajo, al descanso, a las reuniones familiares, a los paseos o a los partidos de fútbol.
Y esa organización del tiempo en distintas unidades es una construcción que tiene miles de años pero hoy la seguimos usando: nosotros la heredamos de los griegos y romanos y a ellos debemos -en parte- los nombres.
Los griegos adoptaron la organización semanal de siete días y a cada uno de ellos lo identificaron con un dios especial: Artemisa, Ares, Hermes, Zeus, Afrodita, Cronos y Apolo. Hasta acá venimos bien, pero ningún día de la semana se llama apolones, ni arenes, ni artemisanes.
¿Qué pasó entonces?
La cultura romana con su avance sobre Grecia tomó la estructura semanal que tenían los griegos pero reemplazaron los nombres de cada día por los propios de las divinidades de los nuevos dueños del mundo.
Así a Artemisa se la cambió por Diana, la diosa protectora de la luna; Ares fue sustittuído por el dios de la guerra Marte; Mercurio llegó para tomar el lugar de Hermes, Iovis se quedó con el día de Zeus; Venus apareció la jornada destinada a Afrodita; Saturno desplazó a Cronos y Helios a Apolo. Y ahora sí esto empieza a tomar un poco de forma.
El primer día, el de Diana, se consagró a la luna, por eso era el dies Lunis; el segundo fue el dies Martis, consagrado a Marte, el tercero fue dies Mercurii, para Mercurio; el cuarto fue el de Iovis, el dies Iovis; en el quinto vino el dies Veneris, para Venus; el sexto le tocó a Saturno, por dies Saturni y el séptimo y último fue el dies Solis, dedicado a Apolo.
Y acá la cosa empieza a tomar forma: con el tiempo la palabra latina dies cayó en desuso pero sus vestigios se encuentran en algunos idiomas de origen latino como el italiano, el francés o el español. Entonces ahora sí podemos intentar rearmar el sentido de los nombres en nuestra lengua: el lunes es el día de la luna, el martes es el día del Marte, el miércoles es el día de Mercurio, el jueves es el de Iovis y el viernes es el de Venus; pero… ¿Y el sábado y domingo?
Con el advenimiento de las cultura judeocristiana sobre el Imperio Romano nuevas denominaciones empiezan a ganar espacios dentro de la dedicatoria diaria. Así el día dedicado a Saturno comienza a cambiar su referencia para pasar a ser el día que los judíos destinan al descanso por ser un día sagrado, es decir al sabbat. Y en castellano pasó a ser sábado.
Por su parte el dies Solis, también cambió de referencia con la llegada del cristianismo: el día del sol adquirió otro sentido con la nueva fe ya que Cristo resucitó un domingo, por eso se lo reemplazó por el dies Dominicus, es decir el día del Señor o también domingo.
¿Por qué siete?
Que un mes tenga entre 30 y 31 días se explica a través de una organización astronómica según las fases lunares. Que el año sea de 365 y monedas tiene su fundamento en el tiempo que tarda la Tierra en girar alrededor del sol. La palabra semana proviene del latín septimana, que hace referencia a siete días. Pero ¿por qué siete?
A lo largo de la historia humana el 7 se transformó en un número muy requerido y misterioso a la vez: los días de la semana, los siete mares, los siete enanitos y hasta Cristiano Ronaldo ha popularizado tanto ese número en el mundo del fútbol que amenaza seriamente al 10.
Sin embargo dentro de la astronomía no existe una explicación a la organización del tiempo semanal en siete unidades. Esta división no se asienta sobre una base matemática, por lo que estamos frente a una construcción cultural que va por fuera de las ciencias exactas.
Entonces de ¿dónde surge todo esto? Para encontrar una respuesta hay que viajar en el tiempo hasta las culturas de Oriente Medio. Se estima que los babilonios fueron uno de los primeros pueblos en fraccionar el tiempo en siete elementos que asociaron a siete cuerpos celestes que veían en el cielo muy diferenciados del resto de las estrellas.
Los planetas que hoy conocemos como Venus, Marte, Mercurio, Júpiter, Saturno y astros como la luna y el sol para ellos tenían la misma categoría y una coincidencia: eran fácilmente identificables. Por eso le dedicaron un dios propio a cada cuerpo celeste.
Con el tiempo estas culturas y tomaron contacto con la griega y la influencia como podemos ver perdura hasta nuestros días.
Esta nota contó con la colaboración de los profesores Claudia Ferro, Elbia Difabio, Cristina Ávalos, Jorge Roberts, Hernán Alemano y Eugenio Martín.