Por Rosendo Fraga - Analista político. Especial para Los Andes
Desde hace dos décadas, los sondeos muestran que la inseguridad está entre las cuatro primeras demandas de la sociedad. Pero desde hace doce años, cuando tuvieron lugar las movilizaciones convocadas por Blumberg, se instaló entre las primeras dos, compartiendo esta posición con la economía, sea la inflación o el desempleo alternativamente.
Cuando la economía se complica, como sucedió en el primer semestre con la inflación, la inseguridad suele ser la segunda prioridad.
Cuando la economía se estabiliza, como tuvo lugar a partir de agosto, la inseguridad pasa al primer lugar.
A un año de las elecciones, el crecimiento de la economía, la división del peronismo y lo que suceda con la inseguridad, aparecen como tres cuestiones que tendrán especial gravitación en el resultado.
No se trata de un problema local. América Latina es hoy la región del mundo más insegura, exceptuando los países que sufren guerra civil, por la cantidad de homicidios cada 100.000 habitantes.
Cinco son hoy las variables que inciden más en el incremento del problema: 1) A mayor pobreza, por lo general aumenta el delito. 2) También se incrementa cuando más corrupción se registra en el sistema político e institucional. 3) El aumento del narcotráfico es una tercera variable que lo aumenta. 4) La cantidad de población también lo es. Cuando mayor es un centro urbano, más difícil es lidiar con la inseguridad. 5) Por último, la eficacia de la acción estatal para enfrentarlo es relevante, pero en este conjunto multicausal.
A su vez, la acción estatal es un sistema complejo y diverso donde se articulan un conjunto de subsistemas. La policía es uno, el más visible e inmediato, pero a veces no es el más relevante; la Justicia Penal, que debe investigar y aplicar las penas, es otro; en el caso argentino, la Justicia Procesal Penal suele ser otro subsistema; también lo es la función penal o penitenciaria; en un país federal, la articulación de las fuerzas policiales y penitenciarias de distintas jurisdicciones, con las nacionales, adquiere especial relevancia; el rol de los servicios de inteligencia es importante; también lo es la participación de la comunidad a través de las denuncias, los testimonios, etc.
Áreas estatales como los servicios sociales también deben integrarse y la cooperación con las fuerzas de seguridad de otros países resulta cada vez más necesaria en un mundo globalizado.
Una política de seguridad pública que mire al mismo tiempo a la eficacia y el largo plazo, debe atender tanto a las cinco causas mencionadas, como acciones concurrentes en los subsistemas mencionados, de los cuales podrá excluirse alguno o agregarse otro, de acuerdo a las circunstancias.
Las experiencias positivas en reducir la inseguridad muestran que es más eficaz la aplicación de rutinas sistemáticas a través del tiempo que los golpes de efecto, como el despliegue transitorio de efectivos en una zona afectada por el delito en los períodos preelectorales.
También que combatir el delito menor, termina reduciendo el mayor. Se ha demostrado que aplicando la “tolerancia cero” a las infracciones de tránsito, se reduce en 30% los delitos más graves.
Más de la mitad de ellos son cometidos por reincidentes. La población reincidente es determinada y conocida y se mide por decenas de miles de personas, no por cientos de miles. Programas precisos de control y asistencia sobre ella reducen el delito.
Los institutos de internación de menores -situación en la que están algo más de 10.000 de ellos- es otro tema que debe atenderse. Cuatro cada cinco llega a ellos por abandono y dos cada tres salen y participan en el delito. Más allá de la fuerte injusticia social que esto significa, forma parte de las acciones necesarias a resolver.
La droga es un problema central en su vinculación con el delito en la Argentina y en toda América Latina. Junto con la necesaria represión de las bandas de narcotraficantes y sus flujos financieros, es fundamental la acción de prevención. En varios países latinoamericanos se desarrollan campañas publicitarias en las cuales figuras artísticas y deportivas populares entre jóvenes y adolescentes, se suman a la prevención contra el peligro que implica la droga. La escuela es otro ámbito donde el tema debe ser explicado, y a veces por quienes han pasado por su experiencia negativa. Si se ha logrado revertir la adicción que representa el cigarrillo con una campaña muy eficaz en un cuarto de siglo, bien puede llevarse adelante una acción semejante contra la adicción a la droga.
En conclusión: contener y reducir el problema de la inseguridad requiere una visión amplia, asumiendo su carácter multicausal y que la acción estatal es la articulación de por lo menos media docena de subsistemas, siendo una condición necesaria, desvincular las políticas del uso electoral inmediato, asumiendo que los resultados se irán viendo en el tiempo, y que la espectacularidad suele conspirar contra la eficacia.