“Este libro está dedicado a todos aquellos que han querido arrojar luz sobre los sistemas de vigilancia secreta del gobierno de Estados Unidos, en especial a los valientes filtradores que para ello han arriesgado su libertad”, dice el periodista estadounidense en la introducción del libropublicado por Ediciones B.
Y más adelante cita un fragmento del discurso del Senador Frank Church, presidente del Comité del Senado para Estudiar Operaciones Gubernamentales con Respecto a Actividades de Inteligencia, de 1975: “El gobierno de Estados Unidos ha perfeccionado una capacidad tecnológica que nos permite controlar los mensajes que van por el aire...”
“Esta capacidad -continúa- puede en cualquier momento volverse en contra del pueblo norteamericano, y a ningún norteamericano le quedaría privacidad alguna, tal es la capacidad de controlarlo todo... conversaciones telefónicas, telegramas, lo que sea. No habrá un lugar donde esconderse”.
En junio de 2013, Greenwald publicó en el periódico británico The Guardian, donde era columnista, las revelaciones de Snowden, antiguo empleado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), sobre documentos clasificados como Alto Secreto, incluyendo los programas de vigilancia masiva PRISM y XKeyscore.
Greenwald, ganador de un premio Pulitzer, cuenta el origen: “En el otoño de 2005, sin grandes expectativas a la vista, decidí crear un blog político. En su momento apenas calibré el grado en que esta decisión a la larga me cambiaría la vida”.
“Mi principal motivación -señala- era la creciente inquietud que me causaban las teorías extremistas y radicales sobre el poder adoptadas por el gobierno de Estados Unidos tras el 11 de Septiembre” (atentado a las Torres Gemelas del World Trade Center).
Siete semanas después de que comenzara a escribir en el blog, el periódico The New York Times publicó una noticia que Greenwald vincula con cambio en su vida.
En 2001, la administración del presidente republicano George W. Bush ordenó a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) escuchar en secreto las comunicaciones electrónicas de los ciudadanos estadounidenses sin las órdenes judiciales requeridas por la ley penal pertinente.
“El tema constituía una convergencia perfecta entre mis pasiones y mis conocimientos -apunta el periodista-. El gobierno intentaba justificar el programa secreto de la NSA recurriendo exactamente al tipo de teoría extrema del poder ejecutivo que me había impulsado a empezar a escribir...”
Y sigue: “La idea de que la amenaza del terrorismo otorgaba al presidente una autoridad prácticamente ilimitada para hacer lo que fuera preciso a fin de ‘mantener segura la nación’, incluida la autoridad para infringir la ley”.
Greenwald, que también es abogado constitucionalista, pasó los dos años siguientes cubriendo todos los aspectos del escándalo de las escuchas ilegales de la NSA, con una postura clara: al ordenar escuchas sin autorización judicial, el presidente de los Estados Unidos había cometido delitos y debía asumir su responsabilidad.
“Fueron estos antecedentes los que, unos años después, movieron a Edward Snowden a escogerme como primer contacto para revelar las fechorías de la NSA a una escala aún mayor. Dijo creer que yo entendería los peligros de la vigilancia masiva y los secretos de estado extremos”, relata el periodista.
Y sostiene que “el extraordinario volumen de los documentos secretos que me pasó Snowden, junto con el dramatismo que le ha rodeado, han generado un interés mundial sin precedentes en la amenaza de la vigilancia electrónica y el valor de la privacidad en la era digital. Sin embargo, los problemas subyacentes llevan años recrudeciéndose, casi siempre en la oscuridad”.
Para graficar mejor la alarmante situación, Greenwald se remite a la historia: “La oposición a que el gobierno invadiera la privacidad de la gente fue un factor importante en la creación de Estados Unidos, pues los colonos protestaban contra las leyes que permitían a los funcionarios británicos registrar a voluntad cualquier domicilio”.
“Con independencia de las técnicas específicas utilizadas, desde el punto de vista histórico la vigilancia masiva ha tenido varias características constantes. Al principio, los más afectados por la vigilancia siempre son los disidentes y los marginados, por lo que quienes respaldan al gobierno o se muestran indiferentes sin más acaso lleguen a creer equivocadamente que somos inmunes”, explica.
Y apunta: “Pero la historia demuestra que la mera existencia de un aparato de vigilancia a gran escala, al margen de cómo se utilice, es en sí mismo suficiente para reprimir a los discrepantes. Una ciudadanía consciente de estar siempre vigilada enseguida se vuelve dócil y miedosa”.