La evacuación este domingo de los niños atrapados en una cueva en Tailandia desde hace 15 días se realiza por un camino repleto de obstáculos, especialmente un pasadizo muy estrecho, que aterra a los buzos.
Se trata de una zona muy estrecha llamada "unión en T" o "intersección en T" (en tailandés, se dice "sam yak"). En este punto, el pasaje es una suerte de tubo por la que hay que escabullirse. "El pasaje, muy estrecho, sube y luego baja" y requiere contorsionarse, explicó el 2 de julio Narongsak Osottanakorn, el jefe de la célula de crisis.
Esta área está a 1,7 kilómetros de donde se encuentran los niños. Una vez que se complete este tramo, estarán a menos de un kilómetro de la tercera galería, donde los socorristas instalaron su campamento base.
Una vez allí, todavía les quedará un recorrido de cerca de dos kilómetros, pero lo peor habrá pasado para volver a reencontrarse con sus familias. Son más de cuatro kilómetros de recorrido con partes inundadas y estrechas.
La célula de rescate no precisó cuánto había bajado el nivel del agua, sobre todo en la temida "intersección T".
El nivel exacto del agua es la gran incógnita. Si bien la cueva se inundó por varios metros en algunos tramos, "el nivel del agua en la cueva ha continuado bajando" hasta un nivel aceptable, dijo el domingo Kobchai Boonorana, del ministerio del Interior.
Los socorristas han aplazado al máximo el momento de la evacuación y mientras, han bombeado el agua hasta reducir al mínimo las partes de recorrido submarino.
Esta semana se reveló que a un buzo experimentado le tomaban 11 horas ir y venir al lugar donde están los niños: seis horas de ida y cinco de vuelta gracias a la corriente.
Las autoridades anunciaron la salida de los buzos encargados de traerlos a las 10H00 locales (03H00 GMT). Está previsto que el primer rescatado salga "hacia las 21 horas" (14H00 GMT), unas 11 horas más tarde.
Sumergirse en esta agua turbia "como el café con el leche" es un gran desafío para los profesionales, explicó un buzo. "No hay visibilidad, el espacio está encerrado", dijo Matt Fitzerald, un buzo de la Policía Federal australiana. Se las arregló para bucear una parte del camino, pero no pudo llegar al final.
Bajo estas aguas turbias es imposible consultar el reloj u otros equipos que permiten medir el tiempo de inmersión. Los buzos instalaron una cuerda a lo largo de la pared para guiarse. Varios niños, de entre 11 y 16 años, no saben nadar y ninguno ha buceado. "Cada uno será escoltado por dos buzos", afirmó el jefe de la célula de crisis.
Los médicos que acompañan a los socorristas consideraron a los niños aptos para intentar la salida, aunque pueden verse debilitados por sus dos semanas en la cueva, de las cuales la primera estuvieron sin comida ni contacto con el exterior.
Además del estado físico, la preparación psicológica de los niños es crucial. "Ellos fueron informados de la operación y están listos para ser evacuados y afrontar todos los desafíos", aseguró el domingo Osottanakorn.
Los niños recibieron cartas de sus padres a través de los buzos, donde les reafirmaron su confianza en su capacidad de lograr esta hazaña. Pero sumergirse en el agua turbia que los obligó a huir cada vez más hacia las profundidades de la cueva no es fácil.
Los niños suelen asustarse más rápido, aunque hasta ahora este grupo ha demostrado tener una gran resistencia mental.
"Si tan solo uno de ellos entra en pánico, en caso de un problema con el sistema de respiración o lo que sea, eso tendrá un gran impacto en todos los otros", advirtió Andrew Watson, especialista británico en rescates en Inglaterra. Para evitar que se desate este pánico, los rescatistas precisaron el domingo que los niños saldrían "uno por uno".