Néstor Sampirisi - nsampirisi@losandes.com.ar
No alcanza con los 100 muertos por la represión de las protestas desde abril, ni con los millares de heridos, detenidos y exiliados. No alcanza con encarcelar dirigentes de la oposición o perseguir jueces. No alcanza con cerrar el Parlamento (de mayoría opositora) y remplazarlo por una Asamblea Constituyente conformada exclusivamente por adeptos al régimen. No alcanza con insultar a todos los presidentes de otros países que opinen contra estas prácticas. No alcanza con la absoluta censura de los medios de comunicación.
Cuando parece que más no se puede, el presidente Nicolás Maduro siempre da otro paso hacia el totalitarismo.Y en la última semana dio nuevas muestras de lo que pretende para una Venezuela cada vez más estragada por la violencia, el hambre y la enfermedad.
El 19 de julio pasado el multipremiado director de orquesta venezolano, Gustavo Dudamel, publicó en el diario El País, de Madrid, una columna titulada "Una Venezuela democrática para todos" en la que rechazaba el llamado a elecciones para conformar una Asamblea Nacional Constituyente. Esta semana se supo que Maduro canceló la gira que la orquesta juvenil venezolana iba a hacer por Estados Unidos con Dudamel en la batuta.
Y no es para menos, si al aclamado director de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, la Sinfónica de Gotemburgo y la Sinfónica Simón Bolívar se le ocurre decir cosas como: "Me siento en la obligación de defender los valores democráticos fundamentales, evitando que la sangre de nuestros compatriotas continúe siendo derramada". O "nos encontramos en una bifurcación de tal importancia que todos los ciudadanos tenemos el deber de hacer aquello que esté a nuestro alcance para superar la situación actual". O "he aprendido que nuestra sociedad, al igual que una orquesta sinfónica, está formada por un gran número de personas, todas ellas diferentes, singulares e irreductibles, todas ellas con sus propias ideas, convicciones y visiones del mundo. Esta maravillosa diversidad conlleva a que en la política, al igual que en la música, no existan las verdades absolutas y que para prosperar como sociedades -al igual que para alcanzar la excelencia musical- debamos crear un marco de referencia común". Nada más alejado del patetismo al que ha derivado el autoproclamado "socialismo del siglo XXI".
Pero no contentos con eso, horas después, los representantes de Maduro en la Constituyente anunciaron, por boca de la ex canciller Delcy Rodríguez, que regularán el uso de las redes sociales en Venezuela de manera de sancionar a quienes cometan "delitos de odio y de intolerancia" que, según esta interpretación, son promovidos desde "laboratorios de guerra psicológica diseñada en los centros imperiales para llevar a Venezuela a una confrontación fratricida".
Es más, anunció que habrá una Comisión de la Verdad que juzgará a los responsables de la violencia política y que se penalizará a las empresas proveedoras de redes sociales. Tiemblan Twitter y Facebook: "Son la plataforma más grotesca y brutal para atentar contra la integridad del pueblo" resume la fanática Delcy. Además de represión en las calles, se anuncia más represión del pensamiento disidente del relato del gobierno.
Nada que parezca conmover a varios por aquí. Por caso, esta semana el dirigente de la CTA, Hugo Yasky, en una entrevista con un programa de Radio Zónica señaló que "la realidad de Venezuela es mucho más compleja que como se la pretende ver desde los medios de la derecha. Hay que respetar el derecho de los pueblos a encontrar sus propios caminos". Al ser consultado sobre si califica como dictadura al gobierno venezolano, respondió: "No, de ninguna manera. Son procesos que tienen sus propios tiempos". A Yasky, en cambio, se lo ha visto muy a gusto en actos en los que se canta que Mauricio Macri es la dictadura.
En su visita de la semana pasada a nuestra provincia para disertar en la UNCuyo, el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, fue más moderado. Aunque considera que el gobierno de Macri "no es la dictadura" lo califica como "autoritario" y lo acusa de aplicar "medidas represivas". Su opinión sobre Maduro, en cambio, es más contemplativa. En una entrevista de julio pasado con una radio local justificó la situación venezolana: "Estados Unidos viene promoviendo un golpe de Estado desde que estaba Chávez", dijo y consideró que "por más que Maduro haya cometido errores hay que llegar a una solución no violenta y aguardar las elecciones del año próximo". Al parecer, Maduro no es autoritario ni aplica medidas represivas.
Las motivaciones de Pérez Esquivel y Yasky son claras: tienen intereses políticos e ideológicos marcados. Eso les dificulta intentar siquiera la ecuanimidad, aun para hechos tan evidentes como los que ocurren en Venezuela.
Pero hay más. "Guerra civil, violencia, sangre, estallido, el hambre no se puede tapar, espero que estén preparados para enfrentar el cambio que votaron", bramó Manuel Quieto en su cuenta personal de Twitter. El líder de La Mancha de Rolando es amigo personal del ex vicepresidente Amado Boudou y tiene suficientes motivos para quejarse.
Una nota publicada en febrero pasado por el sitio Border Periodismo y firmada por Daniel Seifert, revela que gracias a sus contactos fluidos con el gobierno kirchnerista la banda facturó en cuatro años 4.812.009,84 pesos por contrataciones para shows pagados por el Ministerio de Cultura desde la campaña para las presidenciales de 2011 que consagró a la fórmula Cristina-Boudou. Una suma que le alcanzó hasta para comprar los míticos estudios Del Cielito, donde se grabaron varios de los discos antológicos del rock nacional.
La democracia no es coincidir todos y en todo. La democracia es, sobre todo, ser tolerante con los que no piensan como uno y apegarse a los principios rectores del sistema republicano: división de poderes, independencia judicial, elecciones libres, respeto de las minorías y de los derechos humanos, alternancia en el gobierno, libertad de expresión y de prensa. Lo demás es verso.