Las cifras surgen de estudios realizados por organismos específicos del Estado provincial y son muy preocupantes, ya que indican que 20% del total de hectáreas implantadas con viñas y frutales sufrieron daños del ciento por ciento a causa de las heladas y el granizo (36 mil) y por las lluvias producto del fenómeno de El Niño (10 mil). Más allá de los fríos números, el gran desafío es establecer de qué forma se puede ayudar a los productores en las tareas culturales con miras a la próxima cosecha, más aún cuando se señala que, sólo por poda y atado, hacen falta $ 9.000 por hectárea.
No quedan dudas de que la concatenación de fenómenos climáticos sorprendió a todos. Siempre se dijo que el granizo se “llevaba” históricamente 5% de la cosecha y, con esa base, se fijaron en algunos casos para establecer algún tipo de seguro agrícola.
En el caso de las heladas, los productores e industriales recuerdan lo que ocurrió aquel 4 de noviembre de 1982, cuando los daños permitieron cosechar sólo 9 millones de quintales en la provincia, y no hay demasiados “antecedentes” en lo relacionado con el fenómeno de El Niño, más allá de lo que suelen señalar los finqueros al recordar los “años húmedos” y los “años secos”.
Pero lo cierto es que, al menos en la vitivinicultura, que es la actividad más controlada, se trató de la peor cosecha en los últimos 50 años. Cabría preguntarse si una situación similar se dio en la fruticultura y también qué ocurrió con los cultivos de hortalizas, que también resultaron afectados.
Para quienes tuvieron la suerte de “salvarse” de las contingencias climáticas y tuvieron una buena cosecha el año resultó positivo, en razón de que aumentó el precio de la uva y el vino. Pero habría que hacer hincapié también en aquellos que tuvieron pérdidas totales y preguntarse cómo harán para continuar con la actividad.
En un párrafo anterior hicimos alusión al costo por hectárea de viñedos sólo para poda y atado pero habría que consultar el costo de la poda de frutales o fijarse en lo que acontece con las hortalizas y, en este aspecto, señalar lo que indicó un productor al decir que el año pasado pagó 7 centavos por un plantín de berenjenas y este año le han anticipado que el valor alcanzará 70 centavos, en razón de que se incrementó el costo de las semillas, que son importadas.
Desde el Gobierno se ha anunciado que concurrirán en apoyo de los productores afectados y una de las medidas fue la de otorgar ayudas de $ 1.800 durante cuatro meses a contratistas de viña para el sostenimiento del empleo, destinado sólo a quienes vivan exclusivamente de la producción y que perdieron más del 50% de la producción por contingencias climáticas.
También se contempla que aquellos productores afectados por los fenómenos climáticos reciban un certificado de emergencia agropecuaria, que otorga el beneficio de prórroga o suspensión, según el caso, del pago de los cánones correspondientes a Irrigación, impuesto Inmobiliario, créditos bancarios o AFIP.
Y una tercera medida, en este caso interesante, de establecer una línea de financiamiento a tasa cero y con un año de gracia, destinado a productores declarados en emergencia o desastre agropecuario.
Todo lo que se haga a favor de los productores afectados debe ser bienvenido. Es un sector muy castigado, no sólo por los fenómenos climáticos sino además por conformar el eslabón más débil de la cadena de comercialización y que con una envidiable fuerza de voluntad se enfrenta a las adversidades para seguir desarrollando su trabajo.