“Y toque, Lobo, toque”, el paladar se hacía agua. El hit bajaba de las tribunas como una música clásica de fondo. Y la orquesta, dirigida por el Maestro Víctor Antonio Legrotaglie sonaba cada vez más afinada. Un verdadero espectáculo, una caricia a los ojos, la puesta en escena de un fútbol que se ganó el respeto de los grandes de Buenos Aires y de todos los equipos del Interior.
Luego de ser campeón de la Liga Mendocina de Fútbol, en 1969, Gimnasia enarboló la bandera del fútbol mendocino en el recordado Nacional 1970, el primero que se jugó a dos ruedas.
El Lobo, de la mano de Los Compadres (Legrotaglie, Sosa, Torres y Aceituno) originales -luego se acoplaron el Documento Ibáñez y Juan de Dios González-, exhibió en su máxima expresión el ADN de un estilo refinado, del toque como eslabón del juego asociado y la contundencia ofensiva.
Gimnasia logró varios hitos en aquel certamen. Y la campaña fue auspiciosa desde el comienzo. En el debut goleó nada menos a quien venía con la chapa de último campeón: Chacarita Juniors. Fue 3-0 en un Feliciano Gambarte repleto. Con su fútbol lírico, se mantuvo invicto hasta la octava fecha, en la que San Lorenzo le propinó el primer cachetazo.
Terminó la primera rueda a un punto de Chacarita y River. Y el broche de oro para la campaña llegó en los últimos dos partidos disputados en la provincia. Los inolvidables triunfos ante San Lorenzo (3-2) y River (2-1), que por primera vez sufrió una derrota ante un conjunto mendocino. El Lobo mostró su identidad y comenzó a decir presente en los queridos Nacionales.