"Mis abuelos, Francisco Ficarra y Benita Martín, vinieron de Italia y España con conocimientos en el secado de frutas al sol. Se instalaron en calle Las Heras, que en ese entonces era de tierra y allí vendían sus productos más especias. Luego, con la conformación del Mercado Central, se instalaron en el puesto 80 y así empezó un negocio familiar que se ha mantenido durante 138 años", cuenta Alejandro Ficarra, uno de los propietarios de uno de los negocios más antiguos de la Ciudad de Mendoza.
El miércoles pasado, la comuna distinguió a éste y otros 50 comercios que con su constancia y trabajo han formado parte del crecimiento de la Ciudad.
“El encuentro realizado en la sala principal de la Nave Cultural con comerciantes y sus familias, integró a los locales que llevan más de 100, 90, 80 y 50 años aportados al desarrollo económico de esta metrópoli”, destacó Mariana Juri, directora de Cultura, Turismo y Desarrollo Económico del municipio.
Durante el acto, se anunció que los comercios centenarios no pagarán derechos de comercio en 2018 en reconocimiento a su trayectoria y destacó que la Ciudad aporta con su actividad comercial, gastronómica y hotelera, cerca del 27% del producto bruto interno de la provincia.
La lista de estos comercios históricos que se establecieron e iniciaron su actividad hace varias décadas, y que tienen una trayectoria comercial muy importante en la ciudad, es extensa y contempla diferentes rubros.
El Mercado Central, que concentra un gran número de negocios con varias décadas, es uno de los principales. Creado por el empresario Luis Lavoissier en 1883, fue la primera galería comercial de la provincia y aún mantiene sus tres ingresos por calles Patricias Mendocinas, Las Heras y General Paz. Apenas uno ingresa, el aroma mezclado de los alimentos frescos invade a los visitantes. Prácticamente en el centro del salón se observa el puesto 80 de Ficarra y la Fiambrería Torrent, con 90 años de historia, otra de las homenajeadas.
La emotiva velada en La Nave tuvo un recuerdo muy especial para Ferruccio Soppelsa, fundador hace 90 años de la tradicional heladería de Belgrano y Emilio Civit, quien falleció a fines de setiembre.
Mariana Juri comentó que en los últimos meses, el municipio realizó una investigación para determinar los comercios que se destacaron a lo largo de todos estos años y se incluyeron comercios que cumplen con la antigüedad y que se han mantenido durante su historia en el rubro y el grupo familiar. También contó que además de los datos de la comuna, cada negocio expuso antiguos registros fotográficos y distintos elementos representativos que fueron aportados por ellos.
La Confitería Española figura entre los distinguidos, ya que aunque cambió de mano y no está más sobre avenida Las Heras sino sobre calle Chile, mantiene sus productos tradicionales como los panetones y tabletas mendocinas de dulce de leche o de alcayota.
En tanto, la Confitería La Balear ahora es La Nueva Balear, y es atendida por Laura y Gustavo Rossi. "Por lo que sabemos, al principio el comercio funcionó en calle Entre Ríos y fue fundado por la familia García, que venía de las Islas Baleares justamente", recuerda Laura.
Y agrega: “Después de varios años se mudó a calle San Juan y desde hace 4 años la administramos nosotros, manteniendo las elaboraciones de siempre y hemos ampliado el rubro con comidas para llevar”.
A la lista se suma Lotería París, la agencia que atiende desde 1909: primero en avenida San Martín 1562 y luego sobre calle General Paz 29. "Un señor de apellido Decourges abrió la agencia y desde 1932 en adelante mi abuelo Ricardo Diz se hizo cargo, junto a mi papá Gonzalo Diz", comenta Jesús Gonzalo, actual titular de la firma.
“Al principio sólo existía la Lotería Nacional y la de La Rioja, y era un negocio más amplio. Vendíamos naipes, fichas de nácar y otros productos, además de contar con un salón de peluquería. En ese entonces, el local gozaba de gran actividad, porque la gente jugaba mucho”, recuerda Diz.
Y agrega: "Después abrió la Lotería de Mendoza, comenzó a funcionar la Quiniela, porque hasta ese momento era clandestina, y nosotros decidimos concentrar la actividad en eso. Cerró la peluquería y la venta de otros artículos, vendimos el local de avenida San Martín y en 1976 nos trasladamos a calle General Paz".
Sobre cuántos premios han entregado, indica que es imposible llevar una contabilidad “porque son muchísimos. Antes hacíamos grandes publicidades cada vez que entregábamos un premio”.
Las cocherías San Miguel (de la familia Guzzo) y Boito, además de la Farmacia Díaz Martos, también recibieron el galardón, junto a otros negocios de barrio, como la Ferretería Pueyrredón, de la Quinta Sección. Ahora, ese local es atendido por la cuarta generación de la familia Llobel.
También la Talabartería El Pingo, dedicada a la venta de elementos de cuero, generalmente para la actividad ecuestre; y la librería Belgrano, ubicada sobre la misma calle, casi Sarmiento. “Mi abuelo Adolfo Zettwoch la fundó, pero la continuaron mis padres, Blanca Inés Zettwoch y Adolfo Andreucetti. Algo que distingue a mi librería son los muebles, ya que mi abuelo era ebanista y son de aquella época. Realizó muchos trabajos para el ferrocarril”, recuerda Adolfo Andreucetti hijo.
Los centenarios
-Especias Ficarra
-Mercado Central
-Ferretería Alsina
-Talabartería El Pingo
-Agencia de Lotería París
-Cochería Boito e Hijos
-Confitería y Panadería La Balear
-Confitería La Española
-Ferretería Pueyrredón
-Librería Belgrano
-Farmacia Díaz Martos
-Cochería San Miguel