Normalmente hablamos de responsabilidad social empresaria, y en realidad, creemos que la responsabilidad debe ser de todos los miembros de la sociedad. Quien hace su trabajo, paga sus impuestos, mantiene su familia, pero no hace nada por su comunidad, es un ladrón decía sir Winston Churchill, a principios del siglo pasado. Todos debemos hacer lo que nos corresponde hacer, y “un poquito más”, ahí recién estamos contribuyendo al bienestar general.
Desde la Academia de Ciencias Sociales de Mendoza, de la cual circunstancialmente soy presidente en este momento, queremos colaborar, y lo vamos a hacer con pequeños artículos para "poner luz" en algunos temas. En este caso concreto: Los cinco pasos para una Gran Nación.
Si queremos una gran nación, debemos multiplicar Centros de Prevención con la metodología Conin, en cada lugar que sea necesario, y dignificar a nuestros hermanos y a sus hogares, a través de cinco acciones que deberían ser políticas de Estado que se mantengan en el tiempo, aunque cambien los gobiernos:
1. Estimular y alimentar el cerebro del niño adecuadamente en el primer año de vida, y mejor aún, en el embarazo y primer año. En efecto, la mujer embarazada debe ser objeto de todo cuidado y protección. Debemos recordar siempre que nuestro país es enormemente grande, notablemente rico y peligrosamente vacío. "Gobernar es poblar", dijo Alberdi hace 150 años, quien nos advertía en ese entonces que debíamos tener por lo menos 80.000.000 de habitantes para que el país funcione. Tenemos que considerar que Argentina tiene 10 veces más territorio que Italia y la mitad de su población. Cada embarazada nos aporta un ciudadano más. Entre todos debemos lograr que ese niño pueda desplegar su potencial genético, para tener igualdad de oportunidades. Debemos procurar que cada niño tenga una escuela donde ir, un agente sanitario que lo asista y una dieta equilibrada que le posibilite un desarrollo físico y mental adecuado. Esto ya no depende de las posibilidades físicas o financieras. ¡Esta es una cuestión de prioridad política!
2. Educar ese cerebro. La educación es una semilla maravillosa, pero como toda semilla, necesita un sustrato donde sembrarse, y el sustrato ideal para sembrar educación es un cerebro intacto, estimulado y alimentado adecuadamente. Hay que hacer de la patria una gran escuela, advertía Sarmiento hace 150 años y esa pasión, esa filosofía, llevó a la Argentina a ser el primer país del mundo en quebrar el analfabetismo. El "asombro del mundo" nos llamaban, y seguimos siendo el asombro del mundo porque del 7mo lugar del planeta bajamos a la posición 86.
“Hay que educar al soberano”, decía Sarmiento. Tenía razón. Solamente un pueblo es soberano cuando es educado.
3. Cloacas. En esta oportunidad, debemos rescatar la opinión de quien fuera el primer ministro de Salud de la República Argentina, el prestigioso médico de Santiago del Estero Dr. Ramón Carrillo, quien decía: "Los hongos, los virus y las bacterias como causas de enfermedad son pobres causas, comparadas con el daño tremendo que causa la falta de saneamiento ambiental".
4. Agua corriente y ¡caliente! Nuevamente, el ex presidente Sarmiento nos advertía que el agua es como "la sangre de un cuerpo". Si el Estado impulsara como política social, no sólo la provisión de agua potable, sino también de agua caliente, modernizaríamos la consigna bajo la cual tuvo notable éxito el Imperio Romano: carreteras, agua y derecho. El agua caliente está estrechamente relacionada con la higiene: es fácil ser limpio cuando uno tiene todas las comodidades, distinto es cuando se carece de estos elementos, que también constituyen derechos humanos.
5. Luz eléctrica. "La luz es como la vista, no hay derecho a que una persona quede ciega después de las 6 de la tarde", decía Sarmiento. Cuando uno permanece dentro de un rancho nota que no tienen ventanas, pues de esa manera se protegen del frío, y al no haber ventanas, tampoco hay luz al atardecer. Tampoco mesas donde los chicos pueden hacer sus deberes.
En fin, es muy triste la vida en la pobreza, los pobres no son vagos, son tristes. Tienen una tristeza profunda que linda con la depresión.
Debemos ayudarlos a ponerse de pie, a sentirse importantes y queridos, de modo que renazcan en ellos la alegría, la autoestima, la fe y la esperanza.
Si hacemos estas cinco cosas seremos una potencia en 30 años, el desarrollo será una consecuencia, viene solo. Pero para eso hay que dejar de pensar en las próximas elecciones y empezar a pensar en las próximas generaciones. Estos son los cinco puntos necesarios para el desarrollo de nuestro querido país. Y si queremos que se desarrolle América Latina, tendríamos que dar tres pasos: uno educativo, otro económico y el tercero de integración política. ¡Pero el primer paso no lo podremos dar nunca si no tenemos en todos nuestros países, cerebros en condiciones de ser educados!
Si queremos un gran país, debemos terminar con la eterna guerra del hombre contra el hombre e iniciar todos juntos, como hermanos que somos, la única guerra que vale la pena, la única en la que todos ganamos: la guerra del hombre contra el hambre.