En un tramo de las evaluaciones que está realizando la Dirección General de Escuelas (DGE) dentro del nivel primario del sistema educativo, los resultados muestran las dificultades que tienen los más chicos para leer y escribir y los más grandes para las matemáticas.
Luego de confirmar lo que se preveía, la DGE estudia qué tipos de estrategias pondrá en marcha el próximo año para mejorar la situación.
Capacitaciones, tanto a docentes como a educandos, programas inclusivos y más práctica desde el ingreso al colegio, son algunas de las alternativas.
Fueron examinados 66.745 alumnos, 33.345 de 3er grado y casi 30.000 de 7mo grado. Un número significativo de los más pequeños tiene dificultades de lectura, y los que están terminando la primaria no resuelven fácilmente operaciones combinadas de matemáticas. Ante esta realidad, el director general de Escuelas consideró que, a partir de las pautas que marca el estudio, se planearán acciones renovadoras que permitan superar las dificultades.
El estudio arrojó que los chicos adquieren en tercer grado el puntaje que tendrían que tener en segundo en cuanto a leer textos. En ese sentido, las autoridades sostienen que son distintas las estrategias para un niño que ha ingresado a primero que para uno que cursa tercero. Para que lleguen a tercer grado sabiendo leer hay que atacar el problema en primero y segundo. No es sólo enseñarles a leer.
Deben desarrollarse destrezas e intereses para que el chico arribe con mejores condiciones.
El epistemólogo y psicólogo suizo Jean Piaget afirmaba que un niño que no sabe dibujar las letras y lo hace con su mano, tampoco las va a leer, no hace la abstracción de la palabra y no puede “comprender”.
Otro aporte podría ser retroceder hasta el aprendizaje que se hace, en primer grado, de todo el sistema alfabético, con sus realizaciones en cursiva (absolutamente descuidado) y en imprenta, en mayúsculas y minúsculas. Hay alumnos en el nivel universitario, seguramente los menos, que escriben mezclando todos los caracteres.
En el orden de la comprensión, se da la pobreza léxica por falta de lectura y ausencia de uso del diccionario, lo que deberá ser estimulado por las maestras.
El hogar, lo hemos sostenido en anteriores comentarios, puede apoyar mucho. Los padres deben participar en el hábito de lectura de sus hijos. Si no hay un referente lector en la casa, difícilmente se consiga que los menores se entusiasmen.
Como la situación de los alumnos empeora, si el texto que leen es desconocido o si las operaciones básicas requieren inferir ciertas cosas o realizar combinaciones, la DGE considera que falta entrenamiento. “Si se detecta que algo está fallando, hay que fortalecerlo haciendo el doble o el triple de ejercitación sobre eso”, es el razonamiento de la autoridad. En una palabra a leer se aprende leyendo.
La tecnología actual, con sus variados y magníficos aportes, también parece a dominar los espacios de atención y comunicación... inclusive entre los estudiantes pequeños. Mensajes de textos tratan de imponerse y el alumno ahorra tiempo, pero hay degradación en cuanto no se expresa correctamente ni se ejercita el diálogo: no existen los signos de puntuación ni mayúsculas ni acentos.
Al cabo de próximas evaluaciones se verá si las prevenciones adoptadas funcionaron, si los chicos avanzan en la lectura comprensiva, bajan los niveles de repitencia y la educación finalmente se fortalece.