Por Fabián Galdi - editor de MÁS Deportes digital -
El fútbol suele ser un termómetro que mide la temperatura exacta del humor social. El inconsciente colectivo deposita un grado alto de expectativas en los equipos y/o jugadores del nivel considerado premium. Si el resultado acompaña, el bronce está listo para un retoque de plumero. Si por el contrario el éxito no se corona, el infierno tiene la puerta abierta para que se consume el castigo a quienes la cultura del exitismo califica como culpables. No hay término medio cuando el rango de las emociones viscerales se pone por encima del pensamiento reflexivo. Y los antecedentes no cuentan a la hora en que la furia domina el centro de la escena. Las palpitaciones a mil y la adrenalina aparecen a cada momento y lugar cuando menos se las espera. Es así, o no será. Ya no se trata de asociar el efecto contagio en alguna zona determinada: hasta el planeta tiene forma de pelota.
El mismo día en el que Barcelona sufrió una debacle - en el sentido literal del término - en su visita al PSG por los octavos de la Champions League, ese golpe de nocaut a la autoestima del hincha blaugrana fue medido por el prestigioso diario deportivo madrileño Marca con una encuesta abierta a los lectores del medio digital. La consulta remitía a quién había defraudado más en el 0-4 recibido en el Parc des Princes de Saint-Denis. Llamativamente, luego del esperable reproche al director técnico Luis Enrique - ¿a qué entrenador no le pasaría igual? - en segundo término aparecía Lionel Messi, ni más ni menos que la nave insignia que llevó al Barça al primer lugar mundial en la consideración de simpatizantes de los cinco continentes. Cuesta creerlo, pero de esta manera funciona el conjunto de normas, hábitos y costumbres que le dan entidad al aficionado futbolístico tras adosársele el rótulo de fans.
Aquello que más sorprendió en la lectura analítica del hecho es que quedó demostrado que en Europa también sucede este revulsivo, el cual generalmente se asocia a la mirada sobre la identidad sudamericana. Las transmisiones de las grandes cadenas deportivas suelen parcelar los paneos a la búsqueda de un impacto visual que se combine con el plano estético y redunde en un espectáculo cuasi cinematográfico. Pasa en la Premier League como en la Bundesliga, el Calcio, Le Championnat o la Liga BBVA española. Los enfrentamientos entre ultras o las facciones neonazis o neofascistas que dominan el centro de cada tribuna están alejados del mensaje al estilo Disneylandia que se busca difundir. Igual que cuando hinchas - especialmente de Real Madrid - reciben a Messi al grito de 'subnormal, subnomal' o lanzan bananas a la cancha como en los últimos años paso con Dani Alves o Eto'o, entre los casos más renombrados. El viejo continente también ofrece lecciones de xenofobia y/o chauvinismo por si alguien cree - ingenuamente - que ésto es cosa del pasado.
En las grandes ligas suelen repetir como un latiguillo que el futbolista argentino se caracteriza por dos cuestiones cuando llega a suelo europeo: 1) Su ductilidad para una rápida adaptación al medio en el cual se desarrolla y que - en promedio - supera al jugador oriundo de cualquier otra nacionalidad en su rendimiento deportivo; 2) Su tendencia a fagocitarse entre sí - metafóricamente, por cierto - cuando de integrarse a un seleccionado nacional se refiere, más allá del cuidado de las formas y de las imágenes en tono protocolar. Un sello que identifica al estereotipo del, permítase el neologismo, homo futbolisticus nacido en nuestras tierras.
El hincha argentino es la síntesis de ambas miradas desde el ojo ajeno. Si Messi jugase en nuestro país lo más probable es que sólo recibiría silbidos del archirrival tradicional del equipo cuya camiseta vistiera o de los simpatizantes del adversario ocasional durante los partidos. En cambio, cuando se carga la responsabilidad de conducir a la Selección debe portar una mochila cargada de piedras hasta que el resultado del juego incline la balanza de la aprobación o del rechazo de acuerdo a si se gana o se pierde, respectivamente.
En definitiva, el canibalismo social deja al cinco veces ganador del Balón de Oro expuesto a ambos platillos de la balanza. Recién a partir de 2012, en medio de la gestión de Alejandro Sabella, Leo empezó a ganar el reconocimiento masivo del hincha argentino. Sin embargo, su intempestiva reacción al presentar la renuncia a La Selección tras la final perdida en la Copa América Centenario lo volvió a poner en el foco hasta que una gestión personal de Edgardo Bauza sirvió para retrotraer la situación a la etapa previa a la derrota contra Chile en Nueva Jersey. ¿Cuál es el límite entre la toma de una decisión fruto del pensamiento u otra que deviene de una descarga emotiva?
En sentido asociado, los casos de Gonzalo Higuain y Ángel Di María sirven como referencia para analizar el proceso de cómo el hincha construye y destruye imágenes conforme a la respuesta que espera de sus referentes. Pipita brilla en el fútbol italiano, donde fue artillero del campeonato con el Nápoli y hoy se encamina a pelear por el mismo lugar en Juventus. Sus goles en el Calcio se combinan con los que logró en su paso por el Merengue y pasan holgadamente los dos centenares. Sin embargo, su asignatura pendiente es marcar un gol decisivo en el seleccionado argentino, sobre todo por las fallidas definiciones frente a los chilenos en la Copa América 2015 y en el penal en Estados Unidos 2016, además de la final en el Maracaná contra los alemanes en el Mundial 2014. En tanto, Angelito parecía quedar confinado al archivo de los grandes proyectos de jugadores top y su brillante performance reciente en el Paris Saint-Germain ante Barcelona lo devolvió a la consideración general a nivel global.
A Messi le quedan dos pruebas de fuego para encarar dentro de las próximas cinco semanas. La primera asoma como poco menos que una quimera: remontar en el Camp Nou los cuatro tantos de diferencia que sacó el equipo francés en la ida, con la meta en llegar a cuartos de la Liga de Campeones de Europa. La segunda encierra un doble desafío: en el reinicio de las eliminatorias sudamericanas con vistas a Rusia 2018 aparece un Chile que intentará estirar a tres la serie de logros ante el albiceleste, y Leo estará compenetrado en alzar la bandera de la revancha.
Tratándose de un futbolista excepcional, al que sólo se puede ubicar en el top 5 junto a Diego Maradona, Pelé, Johan Cruyff y Cristiano Ronaldo, todo es posible. Y ésto es así porque La Pulga puede manejar aquello que ocurra dentro de un campo de juego. Fuera de éste, no. La percepción del afuera es inmanejable porque - precisamente - los humanos somos éso: tan impredecibles como falibles.