Los caminos de la provincia están en mal estado

La Unión Comercial e Industrial de Mendoza denunció días pasados el abandono que sufre gran parte de los caminos de la provincia, criticando también la falta de infraestructura vial. Es una deuda que viene de varias gestiones y que debe ser saldada cuanto

Los caminos de la provincia están en mal estado

Las distintas gestiones gubernamentales han obviado la importancia que ciertos caminos, especialmente de montaña, tienen para jerarquizar la actividad turística, mientras paralelamente pueden servir como alternativa en casos de que -como sucedió días pasados los deslizamientos de tierra y piedras cortan la ruta que une a Mendoza con localidades cordilleranas y que dejó a Uspallata aislada del resto de la provincia. Es una deuda pendiente que necesita ser saldada y que requiere de una dirigencia política que decida actuar con miras al bienestar de las actuales y futuras generaciones.

El crecimiento de la actividad turística en la provincia ha sido exponencial en los últimos años. Gran parte de ello se debió a la iniciativa privada, esencialmente de parte de las bodegas que lograron instalar a Mendoza como el centro del enoturismo en el país porque los empresarios advirtieron que no sólo debe elaborarse un buen vino sino que también se logran réditos importantes recibiendo a visitantes. Es más, algunos consideran que la visita a la bodega permitirá la fidelidad a la marca, como señaló en cierta oportunidad el titular de una centenaria institución de Maipú.

Pero fuera del ámbito del vino, es poco y nada lo que se ha hecho en infraestructura turística. En Mendoza pareciera ser que las autoridades no han advertido la importancia que el turismo tiene para el ingreso de divisas. Si observamos lo que sucede en Córdoba o en San Luis podremos advertir que las diferencias respecto de Mendoza son abismales. En Córdoba todo se ejecuta mirando al turista y se adoptan medidas tendientes a proteger paralelamente a los residentes. Así por ejemplo, cuando se construyó la nueva ruta de las Altas Cumbres, el viejo camino se convirtió en el denominado “paseo de los artesanos” y se lo utilizó paralelamente como una de las etapas del rally mundial. En San Luis, el gobierno se preocupó por llegar con autopistas a los distintos centros turísticos y amplió el espectro “creando” una nueva ciudad, la de La Punta, para sumar posibilidades económicas a la gente residente desde las sierras hacia el Oeste, lugar que hasta no hace mucho era un desierto.

En Mendoza se trabajó al revés. El camino que une a la Capital con Uspallata, a través de Casa de Piedra, se mejoró por razones estratégicas durante el conflicto con Chile, pero después se lo dejó en el abandono. Cuando se construyó el nuevo camino a Chile, se olvidó por completo el camino entre Mendoza y Uspallata a través de Villavicencio y ni siquiera pudo ser utilizado como alternativo cuando un alud cortó la ruta principal entre Potrerillos y Uspallata. Existe una ruta de una belleza espectacular que une a la localidad de San José, en Tupungato, con Potrerillos que tiene problemas de transitabilidad. Algunos ambientalistas señalan que un mayor tránsito por la zona podría afectar a pájaros y otros animales de la zona, pero actualmente las camionetas 4 x 4 y las motos enduro, que utilizan el camino, generan más ruido que lo que podría provocar el tránsito de vehículos comunes. Hay también serios problemas con el mantenimiento del camino que lleva a la Laguna del Diamante, un lugar de espectacular belleza y que no es utilizado, mientras permanecen los reclamos por el aislamiento que sufrió la localidad de Cacheuta con la construcción del dique Potrerillos. Son algunas de las decenas de ejemplos que pueden advertirse a lo largo y a lo ancho de la provincia.

Hay datos preocupantes: a pesar del crecimiento demográfico y del aumento espectacular de la actividad turística, la Dirección de Vialidad cuenta con la mitad de los equipos viales pesados que tenía hace 15 años, mientras más de la mitad de las rutas provinciales es de tierra. Es un llamado de atención que no puede ser obviado por la dirigencia política, más allá de quien se encuentre al frente de la gestión de gobierno, porque muchas veces los caminos abandonados suelen convertirse en irrecuperables.

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