Desde siempre Mendoza utilizó el agua de los deshielos para el consumo humano y para el regadío. El agua bajaba desde la montaña y se canalizaba casi naturalmente hacia los zanjones y luego hacia las acequias. Hasta que, en su momento, se priorizaron los denominados diques "derivadores", como el Cipolletti, en Luján, en el río Mendoza o el Phillips, en Junín, sobre el Tunuyán, destinados a distribuir el agua hacia los diferentes canales de riego.
Con el correr de los años y como consecuencia de los problemas que se generaban ante los denominados años "húmedos" o años "secos" y en la intención de mantener la provisión de agua en forma más ordenada, se priorizó la teoría de los grandes diques que sirvieran de reservorios, los que permitieron paralelamente ampliar las áreas productivas. Además, aprovechando también las diferencias de altura, esos grandes reservorios fueron utilizados para la generación de energía.
En ese esquema, podría señalarse que los ríos del sur provincial están muy bien aprovechados en razón de que cumplen con la doble función de reservorio de agua y de generación de energía, mientras el mega proyecto de Portezuelo del Viento sigue quedando como una esperanza en el tiempo para los mendocinos. En el norte, sobre el río Mendoza, ya en 1930 se mencionaba la posibilidad de un aprovechamiento múltiple del mismo, con represas para reservar agua, por un lado y para generación de energía, por el otro. En un principio se hablaba de cuatro diques: dos en Uspallata y otros dos en Potrerillos, de mediana envergadura, pero finalmente se decidió encarar un proyecto único: Potrerillos, mucho más grande que los anteriores.
En el centro de la provincia se impulsó el aprovechamiento del río Tunuyán. Ya existe allí una obra, el dique El Carrizal, pero en la década de 1960 comenzó a hablarse de la posibilidad de impulsar el complejo hidroeléctrico de Los Blancos, ubicado a 44 kilómetros al oeste de La Consulta, que comprende una presa de 125 metros de altura, con una capacidad para contener 85 hectómetros cúbicos de agua (Potrerillos tiene 450 hectómetros cúbicos), que se complementa con la presa Los Tordillos, 15 kilómetros aguas más abajo, con 47 metros de altura y 3 hectómetros cúbicos. Ambas presas también serán utilizadas para la generación de energía y se estima que, entre Los Blancos y Los Tordillos se podrán alcanzar los 480 megavatios de potencia instalada.
Fue el gobernador Celso Jaque el fuerte impulsor del proyecto y en junio de 2008 el entonces mandatario provincial y la jefa del Estado firmaron un convenio para manifestar el interés y avanzar en el proceso de licitación. A fines de ese año se realizó la precalificación de empresas que pretendían ingresar a la licitación. Pasaron dos años y recién en noviembre de 2010 la Presidenta abrió los sobres con las propuestas de cada uno de los oferentes. El proyecto pasó por los avatares y las demoras propias de toda obra pública y los meses -y también los años- pasaron sin que se alcanzaran concreciones. Más aún cuando el Gobierno nacional tenía la mirada puesta en la construcción de dos proyectos en la provincia de Santa Cruz. Hasta que, en la visita "pre-electoral" de Cristina a Mendoza, se procedió a la firma del aporte de 964 millones de dólares de la Nación para la construcción de la obra y el contrato marco para la adjudicación a la UTE correspondiente.
La firma del gobernador y del ministro de Economía de la Nación permite presuponer que se ha dado un paso concreto para la ejecución de la obra y que no todo quedará en un mero anuncio. Se trata de un proyecto fundamental para la provincia ya sea desde el punto de vista de la reserva de agua, esencial para enfrentar la demanda cada vez más creciente por el calentamiento global, sino también porque la generación de más energía favorecerá una actividad industrial que se ha ido profundizando en los últimos años.