Los billetes y la resignificación de la historia

Las figuras históricas en los billetes tienen un rol relevante en la significación que un Estado da a su historia.

Los billetes y la resignificación de la historia
Los billetes y la resignificación de la historia

Por  Rosendo Fraga - Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría. Especial para Los Andes

Washington está en los dólares, como la reina Isabel II en la libra inglesa. El primero es el padre de la independencia y el origen del estado norteamericano; la segunda es la titular de la monarquía y personificación de la continuidad histórica del Estado. Lo mismo sucede con la mayoría de los billetes y monedas en América Latina y el resto del mundo.

En el caso argentino, la determinación de las figuras que ilustran los billetes está teniendo una resignificación que persigue una reinterpretación de la historia en cuanto a la construcción del Estado.

Se dan situaciones de hecho. La figura de Bartolomé Mitre que ilustra el billete de dos pesos -alguien muy cuestionado desde las filas del Instituto del Revisionismo Histórico creado por el oficialismo-, está desapareciendo por el desuso que ha producido la alta tasa de inflación.

La contra-cara de este billete es la imagen de la casa de Mitre donde funcionaba el diario La Nación (hoy es el museo que lleva su nombre). Este billete está siendo sustituido por la moneda de dos pesos. Hoy en las redes sociales se difunden billetes con otras figuras humanas, a las que se pretende significar con su presencia en los billetes y ya suman varias decenas de miles los billetes que están teniendo este uso.

Sin necesidad de una resolución estatal, Mitre, el historiador que consagró a San Martín y Belgrano como los "Padres de la Patria", está dejando de significar a través de la simbología de la moneda.

El primero de estos próceres consagrados por Mitre está en el billete de cinco pesos y el segundo en el de diez. Detrás de San Martín está la imagen de su abrazo con O'Higgins tras el triunfo de Maipú; detrás del de Belgrano, el Monumento a la Bandera que creó en Rosario.

Además, en los billetes San Martín viste uniforme y Belgrano está de civil, como se trata de significarlos ahora. En los comienzos del kirchnerismo se esbozó un intento de resignificar la historia argentina cambiando el orden planteado por Mitre, que indujo a ver a San Martín un escalón por encima de Belgrano.

En cierto intento por "desmilitarizar" la historia, se esbozó la idea de un padre de la patria civil, que sería Belgrano, que deja a San Martín en segundo lugar.

Pero quienes hicieron este intento tuvieron que abandonarlo. Primero porque la idea de "Padre de la Patria" está tan fijada en la percepción y el sentimiento de los argentinos, que desplazar a San Martín de este lugar no ha resultado posible. En segundo lugar, porque él ganó dos batallas -entendiendo por tales acciones militares en las cuales mandaron miles de hombres-, las de Chacabuco y Maipú, y Belgrano otras dos, las de Tucumán y Salta. Además, el primero perdió una -Cancha Rayada- y el segundo dos -Vilcapugio y Ayohúma-. Es decir, casi lo mismo.

Pese a ello, la reescritura de la historia oficialista ataca a San Martín por el flanco, asumiendo a Bolívar como la gran figura de la Independencia Iberoamericana y relegando su rol continental.

Pero la Presidenta anunció el pasado 20 de junio -Día de la Bandera- que se modificaba el billete de 10 pesos que ilustra Belgrano. En su reverso, en lugar del Monumento a la Bandera erigido en Rosario irá la imagen de Juana Azurduy, quien combatió por la Independencia en el Alto Perú y cuya estatua ocupará el lugar que deja la de Cristóbal Colón a espaldas de la Casa de Gobierno.

El billete de veinte pesos es el de Rosas, que lleva del otro lado la imagen de la Batalla de Obligado. Es una figura central para la reinterpretación de la historia kirchnerista, pero curiosamente fue puesto en la simbología del billete durante la Presidencia de Carlos Menem, que trajo sus restos al país e inauguró su monumento que se encuentra en Palermo.

En el de cincuenta pesos está la imagen de Sarmiento y en el reverso la de la casa donde nació en San Juan. Con la introducción de Rosas en secuencia con Sarmiento, la significación histórica que quiso mostrar el gobierno de Menem fue un gesto de unidad nacional -lo mismo que con la posición de sus estatuas en Palermo, que tienen al Monumento de los Españoles de por medio- y dar por superado el antagonismo entre la interpretación liberal y nacionalista de la historia.

El kirchnerismo no ha sustituido a Rosas, pero sí a Sarmiento. Lo anunció la propia Presidenta el 2 de abril de 2014 en el 32 aniversario del desembarco en Malvinas. Ahora, este billete tendrá la imagen de las Islas y en el reverso la del Gaucho Rivero, un personaje históricamente poco claro respecto a Malvinas, pero hoy reivindicado desde las filas de los historiadores oficialistas.

En el billete de cien pesos está Roca, el constructor del Estado nacional. En el reverso, el cuadro de Manuel Blanes sobre la llegada de Roca al río Negro, acompañado de los jefes de la llamada Campaña del Desierto. Esta imagen significa la ocupación de la Patagonia por el Estado argentino. Pero Roca ha sido también el constructor del sistema educativo estatal inspirado por Sarmiento: la creación del Consejo Nacional de Educación en 1881 y la sanción de la ley 1.420 de enseñanza laica, gratuita y obligatoria en 1884, han sido las dos medidas centrales en la construcción de la educación estatal nacional argentina.

La Presidenta anunció tiempo atrás la sustitución de Roca por Evita en este billete, que ya ha comenzado.

El kirchnerismo está modificando así la significación de la historia a través de la simbología del billete. Comparte con la interpretación estatal que predominó en la segunda mitad del siglo XIX, hasta el Bicentenario, manteniendo a San Martín y Belgrano, aunque a este último se le agrega con igual significación a Juana Azurduy. A Rosas, introducido por Menem, lo mantiene después de ellos. A Mitre lo deja caer por desuso. Al impulsor de la enseñanza, que es Sarmiento, lo sustituye por el Gaucho Rivero y al constructor de la educación pública, que es Roca, lo cambia por Evita.

La resignificación de la historia desde el Estado asume así una actitud "militante".

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