El vino argentino se reposiciona entre los 500 productos que vuelven a ingresar al Sistema General de Preferencias (SGP) aplicado por Estados Unidos, pero la alegría no es completa porque para algunas posiciones arancelarias todo va a seguir como hasta ahora.
Sucede que el mosto quedó fuera del SGP, y por volumen y facturación, vinos de hasta 14° de alcohol deberán seguir pagando U$S 0,063 por botella, en tanto que los que superan esa graduación y los espumantes, al llegar a 0, sí tienen chances de recuperar competitividad en el principal mercado de Argentina.
Si bien la decisión del gobierno de Trump, refrendada por el Congreso, tiene un alcance parcial, en el sector estiman que en términos reales los espumantes, con poco mercado desarrollado todavía, serán hasta U$S 0,20 más competitivos.
Una buena señal para la vitivinicultura argentina, que durante el último año de aplicación de la SGP antes de la suspensión (2011) el que más réditos sacó de esa ventaja con ventas por U$S 38,4 millones, por encima del resto de los productos de la industria alimenticia que Argentina exportó al país del Norte.
Hasta ahora, Estados Unidos aplica el arancel de importación con un criterio directamente proporcional a la graduación alcohólica, parecido a lo que hace la Unión Europea, no exento de la idea de priorizar un flujo comercial creciente con el país del que importa.
Por ejemplo, los vinos de menos de 14° de alcohol debían pagar U$S 0,063 por botella de 750 cc (0,084 el litro, que sigue en pie) y sobre los de más 14° pesaba un gravamen de U$S 0,169, que es el que ahora se dejará de pagar.
La historia del SGP comenzó en 1976, cuando el gobierno del ex presidente Gerald Ford decidió aplicar esa modalidad a países pobres o en vías de desarrollo con productos potencialmente requeridos por el mercado norteamericano.
Pero en 2012 Argentina fue suspendida a raíz de un conflicto de intereses de multinacionales norteamericanas contra el Estado argentino.
Los que ganan y los que no
Para Mario Lázzaro, director de ProMendoza, “frente a ese panorama la situación no va a cambiar sustancialmente. Pero en EEUU los impuestos no son en cascada: el duty que estamos pagando hoy no es extremadamente significativo para un producto como el vino argentino que ya está posicionado. Aunque sin duda hubiera mejorado la competitividad en U$S 0,08 por litro exportado”.
En base a cálculos preliminares que todavía no llegan a una proyección de ventas, la estimación inicial apunta a que los espumantes recuperarán casi U$S 0,20 menos por litro (más del doble que el vino) y por lo tanto tendrán con qué “pelear” una porción mayor entre los consumidores estadounidenses desde una base casi inexistente.
La proyección parte del exiguo U$S 1,3 millón facturado en 2016 (algo más de 303 mil litros), con lo cual, junto a vinos fortificados, licorosos, saborizados y vermú, también alcanzados con el beneficio, Lázzaro observa que "puede mejorar la competitividad teniendo en cuenta que comercialmente hay mucho para crecer".
Bastan algunos ejemplos: el Marsala (ventas 0 en 2016), dejará de tributar U$S 0,053 por litro. Y el resto de los vinos de más de 14° pasan desde enero, de los actuales U$S 0,169 a 0.
Como sea, beneficiadas o no, todas las posiciones arancelarias deben afrontar un impuesto federal interno de U$S 0,41 (Federal Excise Tax) que el Tío Sam no perdona ni a sus más cercanos socios como Chile, que goza de los beneficios de un acuerdo de libre comercio.
Pese a los condicionantes, algunos exportadores lo consideran casi como una tábula rasa con Chile. Otros optan por esperar hasta que con el comienzo de 2018 empiece a regir el sistema.
“Lo estamos analizando con nuestros importadores, ya que es un ahorro real para ellos que son los que pagan el arancel al ingresar el producto. Lo bueno es que, si bien no nos sacaba de mercado, nos deja en igualdad de condiciones con Chile, que dejó de pagarlo en 2015”, evalúa Cecilia Razquin, gerente de exportaciones de Catena, una de las bodegas mejor posicionadas en EEUU.
La firma promedia con su Catena los U$S 70 FOB la caja, pero cubre un amplio espectro que llega hasta U$S 1.300. Y cerrará 2017 con un crecimiento interanual cercano al 5% en facturación.
Respecto a las preferencias, Razquin considera que “a diferencia de lo que se interpretaba al principio, resultará menos interesante si beneficia solo a algunas posiciones. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los vinos más baratos están por debajo de 14% de alcohol, pero existe un límite muy fino y relativo a cada cosecha”.
En general, para el economista y responsable del Observatorio de Acovi María José Mescolatti, es difícil cuantificar resultados en el corto plazo del reingreso parcial al Sistema de Preferencias, sobre todo por los factores internos que en Argentina encarecen el producto.
"El alcance de la preferencia está sujeto a la calificación que hace Estados Unidos del país exportador. Además, es complejo estimar para las exportaciones de vino un beneficio de alto impacto ni tampoco percibirlo en el corto plazo, dada la incidencia de los costos logísticos internos", consideró Mescolatti.
Cláusulas gatillo que complican
Ni para envasado (botella de hasta o más de 2 litros) ni para granel de Argentina. A pesar de los anuncios, sobre ambos formatos, los más vendidos, seguirán vigentes los U$S 0,084 x litro para ingresar a territorio norteamericano, a lo que hay que sumar otros U$S 0,41 extras del llamado.
O sea: salvo por una mejora del tipo de cambio, los vinos tranquilos de Argentina en aquel país no tendrán más ventajas competitivas que el resto.
Entender por qué la nueva versión del SGP es excluyente pasa por 2 cláusulas gatillo como limitantes:
1) Que las importaciones del país de origen no superen el 50% en volumen del total: Con un 4%, Mendoza está lejos de superar esa barrera. Pero sí la alcanza otra:
2) Ventas de hasta U$S 165 millones: es la que excluye a mucho vino argentino de la quita del arancel. Sin números de 2017, Argentina facturó U$S 254 millones (embotellado y granel) y difícilmente, salvo una catástrofe comercial o que se flexibilice el límite, pueda quedar por debajo del parámetro fijado.
Sin embargo, el titular de Coninagro y referente de Acovi, Carlos Iannizzotto, rescata lo positivo de la novedad. "La decisión con el mercado de EEUU y otras como la baja de aranceles con China permitirán mejorar la competitividad de las economías regionales en momentos en que se encuentran condicionadas otras vías como el tipo de cambio. Desde el punto de vista macro-económico, posibilitará reducir la vulnerabilidad externa hoy afectada por el aumento del endeudamiento", observa.
A criterio de Lázzaro, por ahora el desahogo para la competitividad vitivinícola tiene que ver con "otros aspectos. Por ejemplo, se agilizaron los reintegros que se liquidan en no más de 25 días, en tanto que el recupero de IVA pasó de 12 meses a 130 días".
El mosto, sin cambios
El lobby de los productores mosteros de California es la principal explicación para entender por qué el jugo de uva argentino, que tiene en Estados Unidos su principal destino, no haya ingresado al SGP. Todo sigue como era: 4,4 centavos por litro, que traducido al “single strength” (la unidad de materia prima, 3.300 litros) significa un duty de U$S 132 por tonelada, que actualmente cotiza en U$S 1.500.
“Hace 25 años que se intenta ingresar sin pagar pero la razón es simple: Estados Unidos importa más del 50% de Argentina. En el caso de la manzana no paga impuesto porque la cuota es menor”, argumentó Gustavo Juri, de Enav.
Tampoco zafa España, competidor argentino. Los únicos beneficiarios son los acuerdos de libre comercio.
Qué representa EEUU y qué pasó desde 2012
Un informe elaborado por ProMendoza con datos del primer semestre de 2017 confirma el liderazgo de Estados Unidos como mercado para nuestros vinos. "Las exportaciones en valor FOB para el mes de junio a Estados Unidos representó casi un cuarto de las exportaciones, siendo 74% de la exportación de vino", señala el análisis.
Las estadísticas muestran cómo impactó la salida de Argentina del SGP en 2012. Desde entonces, cuando alcanzó un récord de U$S 411,3 millones, pese a haber mejorado un 37% el precio FOB promedio (U$S 2,94/litro), la facturación cayó casi 20%.
En volumen llegó a 109 millones de litros, casi 50% menos que en 2012, lo que confirma que fue uno de los rubros con mayor impacto negativo dentro de los productos procesados en general a ese destino, que en el lapso de 5 años se redujeron 15% en promedio.