El teatro griego Frank Romero Day parece un hormiguero. Miles de personas se mueven en cada rincón y lo obligan a salir de ese letargo en el que entró hace un año.
Y donde más se ve es en el corazón del mismo, ahí donde los artistas se preparan para salir a escena, a dejarlo todo para que el público disfrute de un espectáculo lleno de luz y color.
Valentín Rasjido es uno de ellos. Tiene 30 y, como es parte del staff de bailarines con discapacidad, debe esperar a que todos los artistas estén en sus camarines para poder ingresar al sector que les han preparado.
“Es la tercera vez que estoy en Vendimia; empecé en 2016. La verdad es que para todo bailarín de Mendoza es lo máximo que se puede hacer”, comenta mientras un compañero empuja su silla de ruedas.
El sol empieza a caer y cada vez es más frenético el movimiento. Valentín, que baila folclore y también contemporáneo, observa a sus compañeros y reflexiona: “Este año ha sido especial porque venimos todavía con el recuerdo de lo de la grúa. Además, nos sacaron un cuadro porque no llegábamos a cambiarnos. Pasamos de estar en tres a estar en dos”.
En los pasillos, las escaleras y los camarines la agitación no para. El clima es festivo y de ansiedad. Hace semanas que se vienen preparando para esto.
Frente a la puerta de cada camarín se observan mujeres sentadas. El uniforme indica que se trata de las costureras que arreglaron o elaboraron el vestuario que los artistas lucirán en forma inminente. Están ahí para solucionar imprevistos con los trajes.
La primera
María Fernanda Ninaja es una de ellas. Con una gran sonrisa, y sus ojos llenos de brillo, explica que es la primera vez que trabaja en esta tarea. "Es muy emocionante. Siempre lo ves de afuera y por dentro todo es muy diferente", dice mientras observa a su alrededor.
Casi con cierta vergüenza, reconoce que en sus 29 años de vida jamás estuvo interesada en la Vendimia. Es cajera de un supermercado y su pasión por la costura fue el nexo.
"En mi familia están todos emocionados, sobre todo mi mamá y mi hermana, que siempre ven la Fiesta. Haber entrado es muy lindo, no me arrepiento. La prenda que más me gustó hacer es una falda en colores pasteles, aunque no sé para qué es", se sincera.
Mientras, las puertas de los camarines se abren y cierran. Los artistas están comenzando a colocarse los trajes, que serán varios a lo largo de la noche.
En los parlantes se escuchan las voces de Vilma Rúpolo y Guillermo Troncoso, los directores de “Constelación del vino”. Dan indicaciones y envían mensajes motivadores para todos. Se trata de un trabajo en equipo y ellos lo saben.
Desde San Juan
De uno de los camarines destinados a los bailarines contemporáneos asoma Antonella Bettio. Con un peinado bien tirante, va hablando con una compañera. Es la segunda Vendimia en la que participa.
"Soy profesora de danza clásica y contemporánea. Estudié en Buenos Aires y soy de San Juan", señala. Vive en Mendoza desde hace un tiempo y se muestra esperanzada en que ahora pueda disfrutar, ya que en 2017 pasó mucho miedo tras la caída de la grúa.
Reconoce que a su familia no le llama tanto la atención el hecho de que esté en la Fiesta, porque en San Juan no lo viven como acá. No obstante, para ella es bastante significativa la experiencia: “Acá está más la raíz de lo que uno trabaja”, indica. Sigue su rumbo y cada vez son más los artistas que están listos para salir a escena.
Llega el momento
Crece el nerviosismo. No importa cuántas veces hayan estado en ese escenario, todos respetan ese lugar y a las miles de personas que aguardan afuera, sentadas en las gradas, esperando verlos dejar todo en escena. Y lo saben.
Germán Lucero (29) es actor y ya tiene puesto el primer traje que usará: una armadura y un casco que dejan en claro que será parte del cuadro de la fundación de Mendoza.
Está feliz y la gran sonrisa en su rostro es la mejor prueba de ello. Es su novena Vendimia y sólo se perdió dos por estar lesionado y por un viaje. "Soy profesor de Educación Física, kinesiólogo y actor. Cuando empecé el profesorado tuve la materia Expresión Corporal y, desde ahí nunca dejé la actuación", comenta orgulloso.
Sólo ejerce la docencia y actúa. No se dedica a la kinesiología. “Estoy en dos elencos y todos los años hacemos temporadas en vacaciones”, detalla mientras se mira en el espejo para ver si todo está bien.
A pesar del aire acondicionado, son tantas las personas que el calor invade todo el lugar. Muchos lucen sus frentes transpiradas, pero a nadie le importa. Se viene el momento que todos esperan.
Músico experimentado
El sub-escenario de los músicos (el único techado) tiene una vista panorámica de privilegio hacia las gradas y la parte baja del escenario. Desde ahí todo se ve más imponente. Entre ellos sobresale una cara conocida que devuelve una sonrisa al ser identificado. Se trata de Sebastián Garay.
El músico tiene 34 años y comenzó su carrera allá por 2005, cuando ganó el certamen Vení a Cantar que organizaba la Municipalidad de Godoy Cruz. Desde entonces, gracias a su talento y al apoyo de artistas como Abel Pintos y al madrinazgo de Mercedes Sosa, su carrera ha ido en ascenso.
“Es mi quinta Vendimia Nacional: en tres he participado como cantante y en dos como invitado: una por Mercedes Sosa y la otra por los Enanitos Verdes”, detalla con orgullo.
Para "Constelación del Vino" compuso una chacarera. "Los directores -Joaquín Guevara y Juan Cucchiarelli- le hicieron un arreglo hermoso. Es increíble escuchar a la orquesta interpretando algo que escribiste vos", reconoce.
Listo para salir a escena, agrega que la semana próxima viajará a Europa, donde realizará una gira de 25 días que lo llevará por Barcelona, Madrid y Toulouse.
Comienza la Fiesta. Meses de trabajo se lucirán en un espectáculo que se espera todo el año. Valentín pasa vestido de gaucho en su silla de ruedas. Una sonrisa gigante se dibuja en su rostro: “Todo listo”, remarca feliz. Todo listo para vivir Vendimia.