Los argentinos, de la alegría a la desazón

Los goles en el primer tiempo dieron rienda suelta a una fiesta. Sin embargo, en el complemento, el empate fue un balde de agua fría.

Los argentinos, de la alegría a la desazón
Los argentinos, de la alegría a la desazón

La gente estaba en éxtasis. Para la mayoría era la primera vez que veían a la Selección afuera de la Argentina, para otros era su primera vez con la albiceleste. Entrada en mano empezó la romería futbolística a eso de las 15.30, cuando se abrieron las puertas de estadio La Portada. Capacidad colmada, con un 90 por ciento de argentinos.

Gracias a los amigos de la empresa Cata, Javier Pennacchio y Pablo Ruiz, dos coordinadores de primer nivel, MÁS Deportes pudo ingresar al codo sur del emblemático estadio, hogar del CD La Serena, cuya camiseta es color granate, y que fue inaugurado con el cotejo entre argentinos y paraguayos.

Cerca de las 16.30 había sobre avenida Amunategui, una de las dos más anchas de la ciudad, cerca de 50 ómnibus de dos pisos de las diferentes empresas de turismo, que transportaron a argentinos para este partido.

“Vení, vení cantá conmigo, que un amigo vas a encontrar/ que de la mano de Leo Messi/ toda la vuelta vamos a dar”,  sonaba con fuerza y retumbaba en las paredes del estadio. Los hinchas dejaron en claro su pasión, gastando las gargantas.

“Chiquito, Chiquito!”, le gritaban algunos al arquero argentino  que presenciaba las acciones sin demasiado por hacer durante el primer tiempo. “Está aburrido Chiquito”, lanzó un fanático y despertó las risas de todos. También hubo espacio para gastarle bromas a Ramón Díaz, quien dirige el destino del seleccionado paraguayo. “Volvé Ramón” y “Los vas a bajar a la B” fueron parte del repertorio.

Un poco más allá, Bruno, un pibe de unos quince años, con acento bonaerense, apuntaba al juez del encuentro: “Cobrá algo, cobrá algo”. Llegado desde Necochea, acompañado de sus padres Moisés y Cintia, se deleitó siguiendo las acciones del encuentro.

“Es un viaje de vacaciones. Hace tres semanas salimos de Necochea y queríamos que Bruno viera a la selección”. Bruno, que ama a Messi, es hincha fanático del Real Madrid. Cosas del fútbol, ¿vio?

Sobre los 20’ de juego, comenzó a bajar desde la tribuna el ¡ooooole! ¡ooooooole! El pueblo futbolero argentino se rendía ante el astro argentino y las mejores acciones de la albiceleste.

“Estoy como loco. Me junté unos días y me vine desde Buenos Aires junto a unos amigos. Manejamos un rato cada uno. Vinimos solo a este partido, a ver a Messi, quien es nuestro ídolo”, confesó Diego, fanático de River, al igual que su amigo Mariano.

El gol del Kun Agüero despierta el delirio contenido desde hace rato y la locura se apodera de la cabecera Sur del estadio. “Son todos güenos estos huevones (sic)”, dice Carlitos González, un vendedor de maní que es icono en la ciudad y que no podía faltar a la cita.

Las risas vuelven a surgir cuando desde la bandeja alta, alguien grita: “Flaco, ¿que es eso que vendés?”. “Maní”, fue la respuesta, mitad ingenua, mitad en burla. “¿Cuánto sale?”, continuó el diálogo. “¡Mil pesos!”, contestó González. A esa altura, todos reían a carcajadas.

Sobre la media hora de juego llegó el momento de alabar al Dios argentino que viste la número 10. Penal que ejecuta Messi, 2-0 y todos gritando con el alma este segundo tanto argentino. Argentina se iba al descanso ganado cómodamente y sin pensar siquiera lo que vendría después.

Quienes decidieron vender café, hicieron un gran negocio. El frío intenso hizo que el producto fuera uno de los más solicitados pese a su elevado costo: un vasito equivalía a 1500 pesos chilenos, unos tres dólares.

“Nos regalaron entradas y viajamos desde Mendoza. Vinimos a ver sólo este encuentro. Fue un gran primer tiempo. Vimos el gol de Messi. ¿Qué más podemos pedir?”, confió Sergio Ojeda, acompañado de su novia, Griselda.

Para el complemento todos esperaban que el equipo de Martino sentenciara la historia. “Quiero ver un gol de Higuaín y quedó satisfecha”, decía Rocío Lamas, una curvilínea rubia de ojos celestes, que tenía ceñida una camiseta de Newell’s a su figura.

“Trabajo desde hace tres años en Chile, me ha ido muy bien. Compré entradas para los dos partidos, soy de Rosario vengo apoyar especialmente a Messi y Martino”, mientras se retiraba en medio de las miradas, perdiéndose en un mar de camisetas blancas y celestes. También un par de hinchas paraguayas llamaban la atención. Una rubia y la otra morocha, lucían sus figuras y daban a la tribuna un aspecto de pasarela. “Somos de Asunción y Luque, pero vivimos acá”, apuntó Gabriela.

“Ojalá empatemos y nos vamos todos contentos”, disparó Fernanda, hincha de Libertad de su país. Esas palabras fueron todo un augurio de lo que venía.

El tiempo corre y Paraguay empieza a encontrarle la vuelta al partido. “No lo veo bien, no me está gustando”, dice Armando, un chico  de San Luis, que viajó con su novia Laura. Ambos miraron el encuentro en la Fan Fest, montada para la ocasión en el estacionamiento del Mall Plaza.

El gol de Haedo Valdez despertó las críticas. “Me lo veía venir. Nos estamos desarmando”, dice Paula, una cordobesa que vive en Chile “porque me enamoré de un serenense”.

Con el frío calando los huesos, arrancó el “vamo’ vamo’ Argentina”. Falta poco y había que resistir. Sin embargo, Lucas Barrios aparece para empatar y despertar la desazón argentina. Más allá del resultado, muchos prometieron prometiendo festejar de todas maneras en algún boliche de la zona de Avenida del Mar. Y sí, la Copa es esto: fútbol, fiesta y diversión.

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