Escribo en mi condición de antiguo lector de Los Andes, y al que por mi edad puedo dedicarle mucho más tiempo para interpretar mejor las noticias y reflexionar sobre las notas editoriales, notas especiales y entrevistas, lo que me permite mantenerme más y mejor informado y me mantiene intelectualmente en forma, lo que sucede en tantos adultos mayores como yo afectos a la lectura.
Fue “mi viejo”, puntual lector de Los Andes, quien desde pequeño me inculcó la lectura diaria del mismo, aunque más no fuera los titulares y alguna nota que en verdad llamara mi atención.
En mi casa también podía encontrarse un ejemplar del diario La Razón, vespertino porteño que llegaba a Mendoza al día siguiente pero contenía un amplio despliegue sobre fútbol, con grandes fotografías que nos permitían identificar a los jugadores de Primera División. Fue así que me hice hincha pasivo de Boca Juniors cuando los partidos podíamos seguirlos sólo por radio.
Me he permitido este introito para opinar sobre la modernización en el nuevo formato de Los Andes, que comenzó a salir el 29 de marzo y que resultó tan agradable para los lectores de mi generación y otros tantos más jóvenes.
Las modernas líneas del logo, cuya marca habla por sí sola sin necesidad de más palabras, son verdaderamente apropiadas para estos tiempos. Sólo la fecha, según comentarios, quedó algo pequeña y relegada a un costado; no ha tenido buena aceptación porque los viejos lectores de Los Andes no usábamos jamás el almanaque para saber en qué día estábamos... bastaba echar un vistazo rápido a la tapa... y listo.
El lector tradicional en general lee con preferencia y en primer término el Evangelio del día, las participaciones fúnebres, opiniones y cartas de lectores. Luego hace un recorrido general, que incluye los avisos clasificados, los que dan una imagen de la actividad comercial de Mendoza.
Es muy agradable encontrar, en las diferentes secciones, notas periodísticas de redacción clara, titulares llamativos y noticias concisas y claras. Es común escuchar expresiones como “lo leí en el diario” para aseverar la veracidad de lo publicado.
En otro orden, la publicidad es considerada el principal ingreso de cualquier empresa editora, lo que obliga a tener una gran responsabilidad al momento de diseñar los espacios publicitarios, su ubicación y la creatividad de los mismos que, más allá de las tentadoras ofertas, visten la página.
En reuniones de comerciantes, profesionales, de entidades de bien público, grupos familiares y en juntadas de café, el comentario de la gran mayoría respecto del nuevo formato de Los Andes fue muy positivo. Más fácil de manipular sus páginas, agradable ubicación de las secciones y el haber recuperado el formato sábana en los suplementos, todo fue recibido con agrado.
Muchos opinaron que esta nueva superación viene a confirmar la preocupación del histórico diario mendocino por buscar soluciones a problemas de nuestra ciudadanía. Así se cumple la línea periodística dispuesta por su fundador, el mendocino Adolfo Calle, quien desde el 20 de octubre de 1883 comenzó a servir a la comunidad y a sus intereses generales.
Finalmente, me gustaría recordar diarios ya desaparecidos y que fueron fundados durante la más que centenaria trayectoria de Los Andes, datos que tomo del libro “Periodismo en Mendoza”, escrito por el prestigioso y premiado periodista mendocino Jorge Enrique Oviedo. Diario La Tarde, fundado en 1910 por Lucio Funes como diario independiente; diario La Patria, fundado por Bernardo Durán y Arenas en 1911; diario La Libertad, fundado en 1912 que nació como vespertino y posteriormente pasó a ser matutino bajo la dirección de la familia Cuervo; Diario de Cuyo, fundado por los doctores J. V. Santos y R. M. Encina como vespertino, en 1912; diario La Palabra, fundado por Carlos Néstor Lencinas en 1913, que nació para apoyar a la Unión Cívica Radical Lencinista; diario Mendoza, editado por la familia Montes, propietarios del Diario de Cuyo de San Juan en 1969; el diario El Diario, fundado por la empresa Kolton y el periodista Timerman de Buenos Aires en 1969 y cerrado en 1970 con una corta permanencia de siete meses.
Ha sido el propósito de esta nota informar a las últimas generaciones los beneficios que, por casi 133 años, ha brindado a la comunidad mendocina el servicio periodístico de Los Andes que sigue actualizándose para servir mejor a sus fieles lectores.