Fui el enviado especial de Diario Los Andes en aquella calurosa tarde de Quito en la que una descollante actuación de Juan Sebastián Verón llevó a la Selección argentina a un triunfo que lo clasificó al Mundial de Japón y Corea 2002. "Gloria a Verón en las alturas", decía la primera línea de aquel comentario en el que el equipo de Marcelo Bielsa se impuso 2 a 0 con goles de la Brujita y Hernán Crespo. Fui el único periodista del interior del país y nadie podía prever que pasarían 16 años sin éxitos albicelestes en el estadio Atahualpa que aquel día estaba tapizado de amarillo.
Pocas veces había visto un clima similar al que se vivió por esas horas en la pintoresca Quito. Los programas de televisión no hablaban de otra cosa. Las radios no paraban de pasar informes y notas y hacen oír el ritmo de la Bomba, compás originario del Valle del Chota, de donde eran oriundos siete de los 22 convocados.
El contagioso compás fue adaptado a una letra en apoyo a la tricolor compuesta por Mario Congo y el grupo La bomba del Chota. En la canción se rendía un tributo a cada uno de los jugadores, quienes con el cuerpo técnico: "Ecuador, definitivamente es el mejor, para arriba Ecuador, sí se puede, decía parte del estribillo”.
En todas las esquinas se vendían las camisetas al precio de cada bolsillo. Las originales y las “truchas”. Por un dólar se venden unas banderitas que se pegan en los autos y no había vehículo que no las llevara.
El "Sí se puede" retumbaba en todos lados. Bolillo Gómez, entrenador del equipo ecuatoriano en aquel momento, salió a la cancha una hora del partido para arengar al público.
En ese clima, el equipo de Marcelo Bielsa le dio un cachetazo a la "temida" altura. Fue un baile futbolístico con Verón manejando la batuta. Porque ese día no solo hizo gala de calidad, sino que también tuvo movilidad, velocidad y precisión. Y cómo corolario metió un bombazo desde 40 metros que se clavó como un puñal en la euforia que había entre los locales.
Nunca olvidaré como retumbaba ese “Sí, se puede” que era el grito de guerra de los ecuatorianos. Hoy, los que tenemos que gritar bien fuerte el “sí, se puede” debemos ser los argentinos. Aquel triunfo era necesario para terminar las Eliminatorias Sudamericanas en puestos de clasificación, lo mismo que pasa hoy.