Como en cada temporada, las costas chilenas se colman de mendocinos que cruzan la frontera en busca de distensión, diversión y descanso.
Entre amigos, en pareja o en familia, cientos de coterráneos respiran el aire puro de las mañanas y bajan pasado el mediodía a las playas, a fin de disfrutar de la frescura del agua, el placer de tirarse al sol y jugar en la arena.
Costumbres como el mate, las cartas y las paletas, sumado al consumo vespertino de un buen pisco y mariscos, hacen de esta tradición veraniega, una constante costumbre menduca.
Postales de nuestros corresponsales en la playa de Reñaca.